El doctor Xavier Mir, el traumatólogo de confianza de los pilotos, se tumba sobre el gélido asfalto de Misano, dedicado a la memoria del italiano Marco Simoncelli, fallecido en Malasia en septiembre del 2011, y le explica a Hiroshi Aoyama, amigo de Shoya Tomizawa, muerto, en el 2010, en ese trazado, cómo tiene que tumbarse para ser atendido en el simulacro de accidente que el equipo de intervención rápida del Mundial de motociclismo realizará como entrenamiento y refresco de una práctica que, tal vez, quién sabe, hubiese podido salvar aquellas vidas.

Cuando Mir hace el ademán de tirarse al suelo, Aoyama, que luego se dejará manosear y hacer todo tipo de prácticas médicas en la primera curva de Misano, le grita que no se tire, que no se tire, que él ya lo entiende sin que el doctor vaya por los suelos. Pero el doctor quiere ir por los suelos porque intenta que todo, incluso su caída, sea tan real como la dureza que plantean muchas de las 600 caídas que hay al año en el Mundial de dos ruedas por apenas cinco o seis llamativos incidentes en la F-1.

Una vez la moto está en el suelo y Aoyama se hace el herido, llegan volando bajito los dos BMW medicalizados de los doctores Ángel Charte, líder de la expedición y especialista en medicina intensiva, Francesc Cano, que menos el boca-boca le hará de todo al bueno de Hiroshi, y el enfermero Toni Nieto, que asistirá en todas las intervenciones de sus compañeros mientras tres auxiliares del circuito esperan que el herido esté medicamente estabilizado para trasladarlo al hospital del circuito en la ambulancia. Completando el team, al otro lado del muro, atentos a todo, están los doctores Enric Cáceres, Jordi Rober, Francesc Carmona, Kennet Planas y Elvira Moreno, además de la enfermera Laura Mata.

Todo ocurre en cinco minutos, a lo sumo seis. "Minutos", explican los doctores, "que, en estas circunstancias, son vitales, decisivos, salvadores". Desde hace poco más de un año, el Mundial, Dorna, la compañía que dirige el circo de las dos ruedas, "no ha escatimado", según relata Charte, "ni en dinero, ni en médicos, ni en instrumental" para contar con lo que todo el mundo considera la unidad especial de intervención inmediata mejor del mundo. Tanto que, hace 15 días, fueron invitados al GP de Monza por Bernie Ecclestone, patrón de la F-1, para que Ian Roberts, nuevo médico responsable de la F-1, y Jean Charles Piette, delegado médico de la FIA en la F-1, conocieran los protocolos y la forma de actuar de esta unidad por si podían mejorar su ya eficaz y elogiado sistema médico.

"Tanto ellos como nosotros tenemos, sin duda, una excelente asistencia, pero ellos, pese a que comparten muchas de las heridas que sufren nuestros pilotos, atienden muy pocos accidentes al año y su sistema de actuación es distinto, pues tienen al piloto preso en su habitáculo y lo primero que tienen que hacer es sacarlo de ahí", cuenta Charte, que explica que el objetivo de esta sofisticada y eficaz unidad de intervención inmediata, "una auténtica uci volante, pues nosotros podemos practicar cualquier tipo de intervención sobre el asfalto ¡cualquiera!", es ganar esos cinco minutos vitales y trasladar al piloto "con vida" al hospital.

Es especialmente la inmediatez, junto a la experiencia de los doctores seleccionados para esta unidad entre auténticos especialistas de diversos centros médicos (Institut Quirón-Dexeus, SEM-112, Hospital del Mar y Hospital Sant Joan Despí Moisés Broggi), expertos en accidentes de carretera, sabios a la hora de manejar en el traslado a un politraumático grave, lo que hace, como reconoce Marc Márquez, "que los pilotos estemos tranquilos, en la medida que puede hablarse de tranquilidad, pues, ocurra lo que ocurra, sabemos que nos atenderán manos amigas, que conocemos, que nos conocen y que nos merecen toda la confianza del mundo". "Es evidente", añade Aleix Espargaró, "que, llegado ese momento, no deseado por nadie, ver una cara amiga te reconforta, te serena, te ayuda. Y mucho".