Un gol de Diego Costa permitió al Atlético de Madrid ganar ayer en el estadio Santiago Bernabéu. El Real Madrid tuvo una día gris y en la segunda parte pudo perder incluso por más goles ante un rival ordenado y con garra. En ataque, Diego Costa siempre sorprendió a sus marcadores. Unas veces por la banda, otras por el centro. Es la cara de este Atlético todo felicidad por su buen inicio de Liga.

Las ocasiones de gol que tuvieron los blancos en la primera parte solo fueron tres: un disparo lejano de Cristiano; un remate de cabeza del portugués y otro de Benzema. Ninguno, por supuesto, fruto de una jugada elaborada. El Madrid jugó como un equipo pequeño. Desesperado, desquiciado. Impotente ante las ganas de los colchoneros.

Ahora mismo con más empuje que el Atlético de Simeone no hay nadie. Un equipo que sin hacer filigranas sabe a lo que juega, se divierte y sabe sorprender al rival. En el Madrid no jugó de inicio Modric. Ancelotti optó por la pareja Illarramendi-Khedira. Cambió las fichas Ancelotti en el descanso. Illarramendi dejó su sitio a Modric y Di María a Bale. El Madrid se acercó con más consistencia al área de Courtois. Sobre todo en los últimos diez minutos. Pero no pudo ni lograr el empate, aunque tampoco hizo méritos para ello.