Es el espectáculo total. La agresividad sobre ruedas. El fenómeno enfrentado a campeones. El rebelde con causa, el rookie que busca coronarse como el campeón de MotoGP más precoz de la historia. El irreverente, aquel que no presta el respeto debido a los consagrados, a los establecidos. Es, en definitiva, el pistolero, la pegatina que su hermano Álex luce en el sillín de su moto: el bueno, el malo y el pistolero. Marc Márquez, el pistolero de esa grafiti, es el único líder que se mantiene en pie, erguido, corriendo para ganar, sin pensar en el título, buscando únicamente acumular prestigio, victorias, puntos y, ayer, polémicas.

Motorland, 61.303 motards y millones de telespectadores, vieron cómo el único piloto del Mundial que podría pilotar haciendo cuentas, no lo hace. Márc Márquez sigue al límite. ñIgnoro cuándo llegará la hora de hacerlo, pero aún no es el momento. Yo no he empezado este Mundial pensando en ganarlo. Voy líder y he sumado ya seis victorias. ¡Fantástico! Pero esto sigue y yo seguiré pensando en ganar", reconoció ayer al bajarse del podio. Allí estaba rodeado de otra enorme polémica debido a que, en la sexta vuelta, cuando Lorenzo se escapaba y Pedrosa le había superado, apuró en exceso la frenada, llegó algo forzado a la entrada de una curva y tocó, lamió, acarició con la protección de titanio de su codo izquierdo, el sensor de tracción, instalado en la rueda trasera de RC213V de Dani, provocando su rotura y la aceleración desmedida de la Honda del pupilo de Alberto Puig cuando Pedrosa, sin haberse percatado de la caricia, abrió gas y su moto le escupió por el aire al derrapar con violencia la rueda trasera, que acababa de recibir, de sopetón, sus 260 CV.

EL TOQUE

Todo el mundo dudó. Ni siquiera la cámara superlenta, esa que ofrece 2.500 imágenes por segundo, fue capaz de descubrir lo qué había ocurrido. Pero lo cierto es que el ataque de Márquez, que, tras el roce, se abrió hacia la escapatoria, sorteó a Pedrosa y se fue a por Lorenzo (presa fácil solo siete vueltas después) para conquistar un nuevo triunfo apoteósico, empezó a ser cuestionado por aquellos que creen que el fenómeno, como le ocurrió al propio Rossi a su llegada a la categoría de 500cc, a Stoner o al malogrado Simoncelli, supera los límites de la velocidad, de la física, de la tolerancia.

"Estaba convencido de que no le había tocado pero, sí, le rocé", comentó Márquez, ignorando siquiera dónde estaba y qué era ese cablecito que controla la entrega de los caballos de su corcel. ñLe pediré perdón a Dani, por supuesto, pero no mucho, pues jamás estuvo en mí causarle ese extraño daño, provocar tanta mala suerte". ñLo que no puede ser es errar y pedir perdón tantas veces", sentenció Pedrosa, por suerte sin lesiones. ñNo es justo que Marc se aproveche de que algunos pilotos sí conozcamos los límites del peligro y corramos con ciertas leyes, pues no todo vale. Yo también sé correr así, pero no tiene sentido".