Casi a la misma hora que el clásico, que el reiterativo partido anual del siglo entre el Barcelona y el Madrid, esta vez en el Camp Nou, el Real Zaragoza vive en La Romareda (18.15 horas. La Sexta) otra estación en su larga agonía por el infierno de Segunda en pos de recuperar la élite perdida. La visita del Deportivo Alavés, verdugo copero a principio de curso, cuando el equipo de Herrera era una sombra de sí mismo, supone una nueva oportunidad de asaltar la zona de promoción de ascenso, ya que el Murcia-Córdoba impide en la práctica el sueño de la segunda plaza, que lleva billete directo, después de que el gol sobre la bocina de Borja Bastón lo frustrara la semana pasada en Riazor. Ese tanto, el miedo a ganar en La Coruña, también mostrado ante la Ponferradina, aunque ahí sí se amarrara el triunfo, reveló que en la inmadurez y en la falta de consistencia están los grandes defectos por pulir.

Es obvio que el Zaragoza ha mejorado en los últimos tiempos, que las cuatro victorias en seis partidos y los 13 puntos de los últimos 18 no son fruto de la casualidad ni del azar. Tampoco del buen fútbol, ojo, porque de eso ha habido a cuentagotas, pero sí que se puede afirmar que el equipo ha encontrado un camino para avanzar en esta procelosa y eterna categoría de plata. Al Zaragoza, claro, le faltan cosas por mejorar, pero ya es un bloque más competitivo que hace un mes y medio, tiene más gol, sobre todo al contragolpe, y se muestra más compacto. La llave para que ese crecimiento no se detenga, para que la madurez llegue al conjunto dirigido por Paco Herrera, está en las victorias, en la confianza que supone aumentar la puntuación del casillero de tres en tres.

El valor del triunfo ante el Alavés, si llega recubierto del salto a la zona con billetes de Primera, es, por tanto, fundamental. Tropezar de nuevo en La Romareda, donde el balance (7 puntos de 15) sigue sin ser bueno, y desde luego es un promedio insuficiente para subir, y donde la falta de fútbol ya ha exasperado, y con razón, a la afición varias veces, sería un grave retroceso en esta fase de crecimiento que vive el Zaragoza de Herrera. Por eso la única consigna es ganar. Convendría, eso sí, que fuera mejorando la faz exhibida en la anterior presencia casera, frente a la Ponferradina, donde el Zaragoza casi se encontró con los tres puntos. Si no, habrá que confiar en que la fortuna vista de nuevo del color de la equipación zaragocista.

SIN MONTAÑÉS Para sumar tan importante victoria, Herrera no cuenta con Montañés, uno de sus fijos, titular indiscutible desde el inicio, y un futbolista desequilibrante pese a que no ha empezado el curso en su mejor versión. El castellonense, por culpa de la rotura de fibras que sufrió ante el Deportivo, no estará ni hoy ni frente al Eibar y todo apunta a que Roger Martí, caído en la banda izquierda, ocupará su testigo, aunque el técnico hablase ayer también de la alternativa de Jorge Ortí.

El punta valenciano, titular hasta la llegada de Henríquez, tiene ante sí la ocasión de reivindicarse. A ver si la aprovecha. Vuelve Acevedo y no Paglialunga para que en la medular, salvo sorpresa, la pareja sea la formada por el propio Walter y José Mari, con Movilla aguardando la oportunidad en el banquillo, decepción incluida. Herrera avisó que Acevedo no está para 90 minutos, pero aun así lo más probable es que se juegue esa carta desde el inicio. Por lo demás, el once será el mismo que en Riazor, aunque sin Henríquez tan pegado a banda, una mala decisión en La Coruña. El chileno, Leo Franco y Álvaro, tres de los bastiones, han sufrido molestias a lo largo de la semana, pero estarán en la alineación. Con Álvaro seguirá Paredes en el eje.

VERDUGO COPERO El Alavés, un histórico que busca recuperar su sitio y que hace un año estaba en Segunda B, es un equipo rocoso que ya dejó fuera al Zaragoza de la Copa del Rey con un gol de cabeza de Viguera. En la estrategia está el gran arma vitoriana, y también el terrible déficit zaragocista, por cierto. Dirigido en las tres últimas temporadas por Natxo González, lo que da idea de bloque y de proyecto continuado, el conjunto vitoriano tiene como objetivo la permanencia y en La Romareda se presentará con Jarosik, de regreso a la que fue su casa hace dos años, como previsible novedad en el once de inicio. El defensa checo ya no es el que era, pero domina también el juego aéreo.

En las salidas al contragolpe está otra de las virtudes del conjunto alavesista, un enemigo bien construido y sólido, pero al que el Zaragoza debe superar a poco que continúe con la línea de mejoría experimentada en las últimas semanas. Si lo hace, tendrá más cerca encontrar esa madurez que aún no posee y hasta podrá verse en una zona de promoción de ascenso que seguro que sumará en la confianza y la moral de la plantilla.