Es cuestión de ADN, dice Paco Herrera. No será el del Real Zaragoza, desde luego, al que pocas veces le han levantado en su historia un 2-0 a favor en casa. Si acaso será la condición pusilánime de los futbolistas que, puntualmente, visten hoy su camiseta. Más parece esto, un asunto de personalidad. Y de talento, claro, de su ausencia. Al igual que hace una semana en La Coruña, todos son culpables del desastre de la segunda parte. El técnico señala a los jugadores, pusilánimes ellos, por su talante asustadizo. Tiene razón, pero debe cargar con su parte también, aunque poco pueda hacer para elevar el nivel de una plantilla que es mucho peor que la del año pasado, que era inferior a la del anterior, y esta a la otra... Las cosas de Agapito, ya se sabe.

En el trabajo del entrenador está encontrar la solución. Y hacerlo cuanto antes. Si cualquier equipo de medio pelo es capaz de levantar un 2-0 en contra en La Romareda, el ascenso está bien lejos. El Alavés fue eso, casi nada. Con eso y un pelotazo cruzado en el último minuto le bastó, árbitro y torrija defensiva aparte. Da la impresión de que, por cada dos pasos adelante, se da uno atrás. Obviamente, la regresión queda relacionada con el carácter porque el equipo se congela en cuanto el sol se apaga y el crepúsculo anuncia el minuto 90. También, claro, es cuestión de capacidad --escasa, se entiende--, y de inteligencia para leerlas distintas situaciones del partido. Para ver, como vio todo el campo, lo que iba a pasar en ese balón simple. Pero Abraham se durmió, Paredes no le dio al balón --vaya usted a saber por qué-- y Cortés reaccionó tarde.

Es incomprensible que ningún futbolista reaccionase a lo que iba a suceder cuando Jarosik trotaba hacia el área zaragocista. Tiene más delito aún para los que conocen su poderío aéreo desde su etapa en La Romareda. ¿Adónde va un central de 36 años en el último minuto trotando lejos de su zona si su equipo va perdiendo? Correcto. Quien no vio el partido imagina con facilidad la jugada. Pelotazo al área, toque de cabeza, defensa empanada, y gol del compañero en el segundo palo. En este caso, penalti. Para el caso...

En el Zaragoza, sea por asustadizos como entiende Herrera, sea por incompetencia, ni uno solo entendió a qué venía aquella aparición del checo. Si alguno lo comprendió, silbó. Así, lo que antes se ponía en el debe como cualidad medrosa de la plantilla, se ha convertido en canguelo. En La Romareda, un clásico del descuento. Más bien fue clásica, la cagada. Se busca un líder, dice Herrera. Para encontrar uno que sea capaz de aguantar un 2-0 en casa ante el Alavés, muy difícil no será...