La roja que el árbitro le enseñó con el tiempo casi cumplido después de una concatenación de errores de varios de sus compañeros emborronó su partido. Una expulsión, justa o injusta, ensucia cualquier actuación. Hasta ese momento Cortés había sido el futbolista más destacado del Real Zaragoza junto a Henríquez y Barkero, y ya no es flor de un día. Después de un comienzo dubitativo, cuando entró en el once por la lesión de Fernández y se mostró muy indeciso en las labores defensivas y extremadamente impreciso en los centros, el extremeño ha dado varios pasos al frente. Ahora es lateral derecho, maratoniano, incansable en el esfuerzo -un don en esta plantilla de gente de poco o físico débil-, y uno de los mejores y más constantes estiletes ofensivos.

Por su lado, en sociedad con Barkero, que también ha progresado, es por donde se genera el mayor volumen de peligro del equipo gracias a la buena interpretación que Cortés está haciendo del dibujo de Herrera, mucho mejor que Abraham en el otro costado. El fútbol es un deporte en el que generar ventajas a través del regate o desequilibrios desde el esfuerzo físico o la buena aplicación de una idea es indispensable. Cortés lo está haciendo ahora. Desde el lateral derecho, el rincón en el que suelen acabar aquellos jugadores que no tienen cabida por calidad en otra parte más noble, está siendo uno de los atacantes más peligrosos. Sube constantemente, ahora muchas veces con buena amenaza, pone mil centros, ahora muchos bien y menos mal, y es un ejemplo para otros. Empezó muy flojo y ahora es un pilar del equipo.