El CAI Zaragoza empieza cuesta arriba la segunda fase de la Eurocup, cediendo su primer partido en casa del torneo ante un equipo sin tres de sus titulares y en una noche aciaga en ataque. Perdió el CAI merecidamente o, dicho de otra manera, venció el Cedevita con justicia por su mejor puesta en escena, por su mayor intensidad defensiva, por su superioridad desde fuera. Con el resultado, el equipo aragonés arranca como colista del grupo P y está obligado a vencer fuera de casa para no despedirse prematuramente de la competición.

El partido nació torcido y acabó retorcido para el CAI Zaragoza. Siempre por detrás en el marcador y en el juego, sin encontrarse cómodo, sin poder frenar a su rival más que en un buen momento del tercer cuarto, sin capacidad anotadora por fuera, con los tiradores desaparecidos a excepción de Rudez, con el reloj estrangulando las ideas y agarrotando los brazos, la realidad es que el CAI Zaragoza no tuvo nunca opción de ganar el partido a un rival con las ideas más claras y la muñeca más afinada.

La tónica del partido fue la misma durante los 40 minutos. Desde el principio hasta el final, el equipo estuvo negado en el lanzamiento exterior, así que el triunfo, de llegar, debería basarse bien en un cambio radical en ese aspecto, bien en un impecable trabajo defensivo. Y la defensa tuvo sus lagunas. Funcionó a ratos, cumplió su cometido a rachas, sobre todo en el tercer cuarto, pero no fue constante. No cortó las contras de su rival, no frenó los triples, ni siquiera utilizó bien las faltas.

Ya en el segundo cuarto el Cedevita logró una ventaja por encima de los diez puntos (17-27) que reforzó su apuesta y le dio mayor tranquilidad a su juego. Lo de la calma funciona por vasos comunicantes: cuanta más tiene uno, menos el rival. Así que conforme los croatas iban acomodando su juego, más se iban incomodando los aragoneses. Abós cambiaba y recambiaba mientras a Repesa solo le faltaba entrar a jugar. Dos bases, un alero por otro, un pívot por otro en el CAI. Lo mismo daba. Solo Rudez mantenía el tipo ofensivamente desde lejos, únicamente Jones se salvaba por dentro.

Lo demás eran fogonazos. Un par de tapones espectaculares de Sanikidze más un par de triples, una buena acción de Roll por aquí, una canasta de Tabu por allá. Con cuentagotas. Solo durante el tercer cuarto apretó el CAI atrás y pareció regresar al partido. El Cedevita dudó, empezó a fallar lo que hasta entonces le entraba, y el CAI se acercó y se acercó recuperando balones, corriendo, anotando. El 46-49 en el minuto 27 fue lo más cerca que vio a su rival. A partir de ahí, más de lo mismo. Sin encestar es muy difícil ganar un partido. Ahora el CAI tendrá que hacerlo fuera de casa. Todavía está vivo en Europa, quedan cinco partidos, pero deberá continuar por el camino más difícil.