Hay pocas ganas de buscarle poesía al fútbol cuando te pegan un meneo como el de ayer en La Romareda, aunque el partido dejase versos variados en cadencia y rima. Por arriba, en dedicatorias que repiten la indignación. La grada lo intenta, que no se diga. Incide en el aliento, con cuatro carreritas se anima al bullicio. Pero no hay manera. Ayer los aplausos se los llevó un juvenil del rival, Adama Traoré. Prosaicos, bien merecidos. Un nombre para apuntar y subrayar con fluorescente el de este hijo de malienses nacido en Hospitalet de Llobregat. Es español. Flecha le llaman. Igual podrían decirle bala o misil. Los pitos se los quedaron los abuelos. Los del Zaragoza, que en el Barça no hay. Se la cargaron Barkero y Luis García, que sufrieron como no recordaban. Al último lo quitó Paco Herrera ya en el descanso. El primero duró 15 minutos más, que nadie se piense.

Diríase que en la exuberancia física del extremo negro, en contraste con las dificultades somáticas de los zaragocistas blancos, se podría resumir el partido, hasta los estilos. El filial jugó con descaro bisoño, la cabeza arriba, el balón en el césped. Quiso la pelota y la tuvo, la movió con pausa, con criterio, siempre a la espera del mejor momento, bien trabajado, educado en la salida y en el temple, con ese aire del Barça guardiolesco que ya no está. Cuando llegaba a las bandas, despegaba. Que se lo digan a Rico, que tendrá pesadillas con el moreno de marras.

El Zaragoza ni pudo ir a por el enemigo, ni quiso. Tampoco supo. Fue un desastre en cuanto a colocación y comportamiento. En esa actitud que unió a los achaques se ganó las sonoras y merecidas protestas, más el sonrojo propio de la impotencia. Explicó luego Paco Herrera en la rueda de prensa toda la teoría, bien contada. El caso es que la aplicación fue errónea. El equipo hizo casi siempre cosas que no correspondían, dio la impresión de no haber trabajado. O eso o no le hicieron ni caso al del banquillo, a saber lo que es peor.

Solo la falta de experiencia barcelonista a la hora de hincar el diente permitió al Zaragoza salir de La Romareda vivo, por decirlo de alguna manera. Lo explican las ocasiones de gol, también los reflejos de Leo Franco. Seis ocasiones francas tuvieron los imberbes antes del descanso, además del tempranero gol de Denis Suárez. La segunda parte no fue muy distinta, al menos hasta que los chavales levantaron el pie con el 0-2. Sonrojante fue el resumen. Alguno se azoró, los más palidecieron.

Doble sustitución doble

Volviendo a la comparación, los datos explican algunas cosas. Por ejemplo que Adama, la súper estrella de ayer que dicen que corre los 100 metros en 10.3, tenía 2 años cuando Barkero, nacido en 1979, ya había debutado en Primera. El guipuzcoano, campeón del mundo sub-20 en el 99 con Casillas y Xavi, por ejemplo, ha sido un futbolista de luces y sombras toda su carrera. Tan adorado por su talento como maldicho por su irregularidad, sufre ahora con plomo en las piernas. Como Luis García, un percherón que cumple 33 esta semana y que, retirado del gol, se está convirtiendo en insustancial.

Los cambió ayer a los dos, como una semana antes en el partido de Miranda, tan diferente. No se explica ninguna de las dos veces. La titularidad, la de ambos. Sobra al menos uno. Y cabe Víctor, seguramente para que Montañés regrese a la banda y se vuelva a mezclar pausa y velocidad. Para que no les gane otra vez un juvenil.