Dicen que Marco Matiacci, el nuevo jefe de Ferrari, reunió a los cuadros de mando de Maranello, el martes siguiente al GP de Canadá. Dicen que pidió explicaciones del pobre resultado de Montreal (sexto y décimo), y, sobre todo, de por qué no se colocaron todas las evoluciones que se habían llevado. Dicen que fue una reunión tensa, muy tensa, donde Pat Fry, director de chasis; James Allison, director técnico, y Luca Marmorini, director de motores, llegaron a hablar de dimisión. Ayer, en Austria, Fernando Alonso restó hierro a la cita. ñBueno, yo me quedé en Canadá --se pasó unos días con los Carlos Sainz, padre e hijo-- y no creo que esa reunión, habitual tras cada GP, fuese más tensa que cualquier otra".

Se desinfla Ferrari y bajan las audiencias de televisión. Puede que solo sea una coincidencia, o puede que sea la explicación de por qué Ferrari quiere siempre algo más del pastel del reparto de dinero entre los equipos de la F-1. El paso a la F-1 más verde, más ecológica, con más electricidad y menos ruido, está también sobre el tapete. ñTampoco ayuda que haya un equipo tan dominante como Mercedes este año", asegura Alonso, crítico con la nueva tecnología ERS de recuperación de energía. El asturiano pone como ejemplo el reglamento de Moto GP, donde los que compiten en Open disponen de ventajas como ñotros tipos de neumáticos, o más combustible".

LA CASA DE RED BULL Ferrari está perdiendo y Mercedes no quiere ni oír hablar de cambios. Hamilton y Rosberg son de nuevo favoritos este fin de semana en el retorno del GP de Austria al calendario. El antiguo trazado de Spielberg, luego llamado Zeltweg, después A1 Ring, y ahora, tras la última remodelación, Red Bull Ring.

La última carrera se celebró en el 2003; tan solo Felipe Massa, Jenson Button, Kimi Raikkonen y Alonso permanecen en la parrilla desde aquella cita. Y sí, se trata de la casa de Red Bull, el patio de Dieter Matesichtz, el dueño de este imperio nacido de una lata de bebida energética. Pero los favoritos siguen siendo los dos Mercedes. Y mucho.