Tal vez el alma española o, al menos, una buena parte de ella esté definitivamente atrapada en el Quijote. y de ahí, entonces, que la novela de Miguel de Cervantes continúe de tanta actualidad como el primer día en que viera la luz.

Generando siempre, además de universal admiración, concretas intrigas y misterios, como la autoría de su falsa segunda parte, o el lugar exacto donde estaba enterrado el autor.

O su firma, porque, ¿se escribía Cervantes con b?

Según el editor del último y recientísimo Quijote, Jesús Egido, según el bibliófilo y escritor Emilio Pascual y según el filólogo Póllux Hernúñez, sí. Los tres expertos coinciden en que, en nada menos que en setenta y seis firmas científicamente cotejadas, don Miguel escribió su apellido con b.

Cerbantes.

En lógica consecuencia, la nueva edición del Quijote, recién publicada por el sello Reino de Cordelia, así lo acredita en su cubierta. Un llamativo Miguel de Cerbantes nos presenta la última versión de su caballero andante. Versión cuidadísima y asimismo cotejada sobre los textos clásicos, canónicos, de la Academia de la Lengua, en sus sucesivas revisiones, desde 1738 a 2015, y puesto al día de acuerdo a las últimas normas ortográficas.

Pero se trata de una edición, al mismo tiempo, que aporta novedades importantes. Por primera vez, el texto ha sido versiculado para facilitar la rápida localización de citas o pasajes, y se explican o resuelven más de cuarenta dificultades o problemas relacionados con el texto original. Además, las 1.400 páginas de los dos libros del Quijote, presentados en una hermosa caja, están bellamente editadas en papel ahuesado.

Finalmente, otra aportación a esta edición de auténtico lujo, pero que sale al mercado a un precio más que asequible, ha descansado en las artísticas manos de Miguel Ángel Martín, encargado de las ilustraciones. Este extraordinario dibujante (ganador del premio Yellow Kid) se ha metido de tal modo en las aventuras y peripecias del Quijote que ha terminado componiendo un total de ciento cincuenta ilustraciones, cuya frescura, talento y color dan alegría a la edición, enriqueciéndola con otra suerte de característica única.

Una excusa perfecta para regresar a nuestro texto maestro cuando se cumplen sus cuatro primeros siglos.