Dichoso punto bueno

El Zaragoza sobrevive en El Sadar con un saludable empate que incrementa su buena racha de resultados El partido, no obstante, deja alertas futbolísticas revestidas de fortuna

Dichoso punto bueno

Dichoso punto bueno

IGNACIO MARTÍN

No ganó el Real Zaragoza, y más de uno puede pensar que en El Sadar se rompió la racha de los alentadores últimos encuentros, esos dos en los que el equipo de Lluís Carreras había alterado su fisonomía y carácter con dominio y bien merecidas victorias. Se acepta con razón que el equipo tropezase, que fuese otro. Incluso se debe admitir que en Pamplona fue a buenos ratos zarandeado por el rival, que no le impidió estructurar el juego a su gusto, mucho menos desarrollarlo. Más allá, el conjunto aragonés debe considerar que salió vivo del estadio navarro. Al cabo, sumó un interesante punto, lleva siete de nueve, no pierde desde que llegó la bendita revolución de Juliá, el grupo crece otro punto y, sobre todo, resistió a un ambiente caliente y a un árbitro caprichoso.

Fue insoportablemente casero el trencilla, de esos que sacan de quicio. No lo logró por poco Eiriz Mata, que mostró su inclinación desde bien pronto, cuando dejó campar a Oier a patadas por la derecha y le cogió la matrícula a Pedro, al que tuvo amenazado de expulsión desde el primer cuarto de hora. Tal fue así que Carreras, receloso, se decidió a quitarlo a la hora de partido, cuando el Zaragoza se remangaba, ya sin fútbol. Se diría que ahí se diluyeron sus opciones, obligado luego a sobrevivir con uno menos tras la expulsión de Cabrera en el último dislate arbitral. Lo hizo íntegro, honesto, recio y dispuesto el equipo. Afortunado también, claro que sí. Dichoso.

El partido fue una copia de muchos que ha jugado el equipo aragonés en El Sadar en el último cuarto de siglo. Tantas veces salió deshonrado de allí que el empate debe aceptarse como bueno. Sucede, no obstante, que el Zaragoza anda con urgencias por agarrarse al alero superior, donde primero y segundo, Alavés y Leganés, le sacan diez y ocho puntos, respectivamente. Y claro, mirado por ahí, en el obligatorio modo del ascenso directo, el fin de semana duele. Cicatrices de los meses desperdiciados esperando que un proyecto brotara de forma natural, casi como una casualidad. Entonces se hablaba de puntitos buenos y eso... Dichosos puntos, otros.

El presente se lee en tres semanas, con las cosas buenas ya consideradas en los últimos días, también con reproches del balón. Ayer se le atragantó la presión alta del Osasuna, y por ahí se le resbaló el partido. No todos los rivales podrán hacer lo mismo, ni hay más Sadares, pero necesita soluciones, variedad de recursos en la salida. Para que en Mendizorroza, por ejemplo, donde va la semana próxima, no le pase lo mismo. Quizá allí el punto no sea ni dichoso ni bueno.

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