La inquietud de Pape
Carreras revela que el centrocampista fue a pedirle explicaciones "A los futbolistas hay que verlos en la actitud cuando no juegan"
S. V.
Pape Diamanka fue el descarte de la citación en Tenerife con una clarificadora imagen sentado en la grada detrás del banquillo zaragocista. Solo una semana antes había vuelto al once ante el Albacete por las bajas de Culio y Ros y Lluís Carreras lo relevó en el minuto 51 para dar entrada a Sergio Gil. Es obvio que el rol del senegalés ha cambiado, que la llegada del técnico catalán en Navidad le quitó el papel de indiscutible y que, con el desembarco de Culio y Ros en el mercado de enero, pasó a tener una participación escasa, casi residual.
Andaba Diamanka con la mosca tras la oreja, preocupado, inquieto porque su vida ha cambiado demasiado sin que tampoco se le haya explicado demasiado el porqué. Es obvio que sus condiciones, un gran despliegue físico y una buena llegada pero una cierta tendencia a la dispersión, no son las que más seducen a Carreras al examinar a un centrocampista, donde el técnico prima más el rigor táctico y el buen trabajo con el balón. Pero, de ahí a quedarse en la grada...
Por eso el jueves el centrocampista fue a hablar con Carreras. "Me preguntó Pape personalmente, me dijo que estaba preocupado, que era consciente de que no le salió un buen partido con el Albacete y lo reconoció", comenzó diciendo el técnico sobre esa conversación tras el entrenamiento: "Yo le dije que le cambié, no por ponerle una cruz o un cuchillo en la espalda, sino porque no estaba bien. Y él me decía que era verdad. Yo les cambio porque no están bien en ese partido, lo que no implica que no puedan estar bien en otros encuentros".
Una semana después de ese cambio, Diamanka vio el partido desde la grada del Heliodoro: "Estaba Erik con molestias y Tarsi y Dorca podían ser sus sustitutos. Hay que elegir entre unos y otros. Y quedarse fuera le pasa a él y a otros", reflexionó Carreras, que mandó un mensaje final para que Diamanka, y cualquier compañero, tenga muy claro lo que él quiere en el vestuario: "Los futbolistas son muy importantes cuando no juegan, hay que verlos en la actitud cuando no les toca jugar. Y si algo tenemos en este equipo es que los que no salen aprietan mucho".
Dieciséis partidos y 1.314 minutos contemplan en esta Liga a Diamanka, al que Popovic tardó hasta Lugo, en la sexta jornada, en hacerle un hueco. Después fue fijo y hasta el más añorado cuando no estaba. De hecho, conservó durante varias semanas el aura de que cada vez que estaba en el once el Zaragoza no perdía, un detalle que no le importó lo más mínimo a Carreras. De hecho, en el debut del técnico ante el Huesca ya le mandó al banquillo, aunque el centrocampista salió después y fue clave en la reacción zaragocista antes del empate (3-3). En enero aún mantuvo cierto protagonismo, pero desde febrero, desde que la revolución de seis fichajes se cerró, ha jugado muy poco y pasó de ser titular por las bajas ante el Albacete a quedarse fuera del banquillo en Tenerife. Allí, a la isla, viajaron siete centrocampistas y Pape fue el que se quedó en la grada, el séptimo. ""Lo veo bien, está trabajando bien", dijo Carreras ayer. Habrá que ver ahora si su explicación tranquilizó al jugador senegalés.
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