Las derrotas tienen siempre el mismo valor a efectos de la clasificación, pero una goleada encajada en casa añade mucho más azufre en la herida y con ese dolor acabó el Zaragoza el partido ante el Girona, que asestó un golpe contundente a un equipo, el de Lluís Carreras, que llegaba lanzado a la cita tras siete jornadas sin perder y 15 puntos de 21 y que volvió a ver la cara amarga del fútbol tras dos meses de plena reacción. Una primera parte horrorosa en lo futbolístico, sin un solo argumento sobre el césped, y una justa expulsión de Cabrera, al que le jugó su carácter una mala pasada, dejaron imposible el partido al Zaragoza, que trató de levantarse en la segunda mitad y que acabó recibiendo un tercer golpe para que la sangre de la herida fuera mayor en un tramo final sin historia. Así, se consumó la quinta derrota en casa del curso y el adiós zaragocista al playoff, que queda a un punto y a siete el ascenso directo cuando quedan 33 por jugarse.

Se sabe que el Zaragoza es mejor tras la revolución de enero o que, al menos, tiene más variantes, pero también es palmario que a este equipo no le sobra nada en su camino para ascender y que le sigue faltando gol. En las jornadas anteriores había capeado su bajón futbolístico con resultados favorables, poniendo puntos en su casillero, pero ya se adivinaba hace tiempo que el equipo no era el mismo que se levantó con cierto brío cuando acabó el mercado de fichajes. Ante el Girona todo salió mal, desde la apuesta de Carreras por Dorca como pivote hasta el sibilino arbitraje de Ocón Arraiz, que no falló en los trazos gruesos del partido, pero no midió a los dos equipos por igual. El técnico se encargó de remarcarlo después, por cierto...

El partido se escribió en una primera parte terrible, aunque es cierto que al Girona le entró cierto temblor de piernas con el 0-2 y el empuje zaragocista. Sin embargo, lo sustancial del pleito estuvo en los 45 primeros minutos, donde el Zaragoza mostró una de sus peores caras de la temporada. O la peor. El Girona, otro de los equipos más en forma en esta segunda vuelta, se situó mejor sobre La Romareda desde el arranque del choque. Asentado en su defensa con tres centrales, fue superior en el medio, sobre todo con Borja García, y tuvo en Mata, bien arropado por Cristian Herrera, a una pesadilla para la zaga zaragocista.

Mientras, el Zaragoza salió demasiado frío, con nula capacidad para combinar y con demasiadas imprecisiones. Perdía el balón muy pronto el equipo aragonés y Becerra pasaba por un simple espectador más. Quería Carreras que Dorca bajara a recibir entre los centrales para armar la salida desde atrás, pero el Girona no tardó nada en desactivar esa vía. Con Culio desaparecido y el voluntarioso Javi Ros sin poder llegar a todo, el Zaragoza no lograba traducir en algo potable sus intentos. El mal partido, otro más, de Pedro y la tendencia a la equivocación de Hinestroza terminaban de ofrecer un panorama negro para el zaragocismo... Y para Ángel, que no veía ni un balón en condiciones.

EXPULSIÓN CLAVE

Cabrera, que se había cruzado bien ante Cristian Herrera en la primera acción de peligro visitante, se durmió en un córner ante Lejeune y Mata fue el más listo de todos para superar a Manu Herrera. El uruguayo, solo 5 minutos después, hizo una peligrosa entrada en el centro del campo a Eloi para que el Zaragoza pagara esa locura con la inferioridad. Con Carreras recomponiendo el equipo tras esa expulsión y con Dorca de central, Campins salvó el gol de Mata, pero el Girona no perdonó un error de Culio que Mata, en una posición que pareció legal al salir desde su campo, llevó al área y Cristian Herrera materializó en gol.

La Romareda la tomó con el árbitro, sobre todo por unas posibles manos de Kiko Olivas a centro de Hinestroza, y con Dorca, que dejó el campo para que Rico pasara al eje y Abraham al lateral, y el descanso fue la mejor noticia para el Zaragoza, infame y perdido en el primer acto. Salió algo mejor, aunque no era difícil, tras el descanso y Carreras se decantó por Lanzarote para que Pedro recibiera ración de pitos y el fútbol zaragocista notara un empujón, por no hablar de la estrategia, donde hasta ese momento ni había asustado. Ángel, de volea a centro de Abraham, probó a Becerra, que hizo la parada de la tarde a cabezazo de Rico tras una falta lanzada por un activo Lanzarote.

El Zaragoza estaba en ese punto en que un solo gol habría terminado de atemorizar a un nervioso Girona, que no veía la hora ya del final. Hinestroza mandó un cabezazo en un córner al palo, pero los riesgos atrás terminarían por pasar factura. Cristian Herrera pudo hacerlo antes, pero Lekic, recién salido al campo, anotó el tercero en un contragolpe con el camino limpio para el ataque gerundense.

Por entonces el Zaragoza ya se había lanzado a tumba abierta, con Dongou por Campins y cerrando atrás con Guitián, Rico y Cabrera. El tercer gol escribió el epitafio zaragocista para que ya no hubiera historia en los últimos minutos, más allá de que la grada volviera a acordarse de Ocón Arraiz, que abandonó La Romareda con seis amarillas y una roja para los zaragocistas. No hay que mirar, en todo caso, en el duro varapalo mucho al colegiado y sí al Zaragoza, que cayó goleado víctima de una tarde horrible y de sus propios errores.