Como si un gato negro se le hubiese cruzado al equipo desde que Alejandro Valverde se cayó en el Tour de Francia. Lo intentan, lo buscan, casi se podría decir que Marc Soler, la perla catalana del Movistar, está cada día fugado en la Vuelta. Pero no hay manera de culminarlo. No hay forma humana. ¡Imposible! Ni siquiera en Murcia, la tierra de Alejandro Valverde, el que se pasea por la meta de Alhama de Murcia. La gente le pide que regrese, que se recupere. «Ganar es muy complicado. ¿Alguien se piensa que es fácil?», se lamentaba Chente García Acosta, el director del equipo, a las puertas del autocar de la escuadra.

No tienen a nadie para pelear por la general, porque su corredor tapado era el colombiano Carlos Betancur y ya está en su casa con un hueso del pie fracturado por culpa de una caída en la etapa de Valencia. En Sagunto cruzó la línea de llegada totalmente ensangrentado como si hubiese sobrevivido a un torturador.

Soler, en cambio, no se ha venido abajo. Vive con la ilusión del debutante, del que sigue la consigue y seguirá intentándolo. Ya lleva cuatro escapadas en la Vuelta a España y pelea como el delantero centro que busca la oportunidad y cada vez que remata envía la pelota al palo.

EL AMIGO DE VALVERDE

José Joaquín Rojas es otra cosa. Es el gran amigo de Valverde, del «jefe» como él lo llama. Amigo y también confesor y tantas y tantas cosas, miles de entrenamientos hasta que se fue a vivir a Andorra, otro más en la colección de medio centenar de ciclistas profesionales que ya residen en el pequeño país de los Pirineos, entre ellos también Ángel Vicioso, que recientemente anunció que se retirará del ciclismo profesional al final de esta temporada.

Ni Rojas, ni Valverde recuerdan las veces que han subido por el Collado Bermejo, el Tourmalet particular de los ciclistas murcianos. Rojas, junto a Soler, se situó en la escapada buena del día, de la etapa en la que todos vuelan, sobre todo Vincenzo Nibali, buscando las cosquillas de Chris Froome en el descenso del puerto. Y solo Valverde lo supera en conocimiento de la situación geográfica del puerto. Rojas se escapó para ganar pero no lo hizo solo. Se le coló el italiano Matteto Trentin. Y lo derrotó en la recta de llegada. Amarga sensación para un murciano. Perder en casa.

«Sí, Trentin era el peor enemigo que me podía encontrar», asumió el corredor del Movistar. «Es el mejor esprinter de la Vuelta. !Qué le vamos a hacer¡ Hemos dado en el palo ya por segunda vez», se lamentó nada más cruzar la línea de llegada en Alhama. El de Cieza buscaba su primera victoria de etapa en una ronda grande sobre un territorio que conoce bien, pero finalmente se quedó sin ella. Al palo.