Nicolas de Jong no es de los que se quedan de brazos cruzados viendo pasar la vida. Le gusta buscar nuevos retos y coger al vuelo las oportunidades que se le presentan. Así llegó al baloncesto profesional tras ponerse a jugar en serio a los 20 años, así ha conseguido ser un habitual con la selección holandesa y así llegó a Zaragoza, donde el domingo protagonizó un partido más que notable. «En la vida no puedes esperar a ver si llegan las oportunidades, tienes que cogerlas cuando las tienes», sostiene el pívot.

El niño De Jong hizo judo y jugó al baloncesto hasta que unos problemas de crecimiento le alejaron del deporte. Lo retomó a los 17 años «simplemente por diversión», sin imaginarse siquiera que esa podía ser su vida. «Nunca pensé en ser jugador profesional, llegué a la cantera de un club con 20 años. Me llegó la oportunidad y la aproveché», explica. Así hizo su carrera en la Liga francesa, que le obligó a aplazar sus estudios universitarios un año antes de graduarse. «Elegí el baloncesto y estoy encantado», afirma.

Su siguiente elección también fue fácil. En el 2015 le llamó Holanda para jugar el Eurobasket y es uno de los dos pívots orange junto a Henk Norel. «Tengo las dos nacionalidades. Nací en Francia, crecí en Francia, digamos que culturalmente soy francés, pero mi padre es holandés, así que soy 50%. En el 2015 Holanda me llamó y Francia, no. Así que fue fácil. Quizá era una oportunidad única en la vida y la aproveché», explica.

Allí conoció a Henk Norel, referencia inevitable tras recibir la oferta del Tecnyconta. «Norel es mi amigo. Me dijo que no lo dudara porque para mí era una gran oportunidad de mostrarme en España y Zaragoza es una ciudad histórica de baloncesto. Me deseó lo mejor y yo también me alegro de la temporada que está haciendo en San Sebastián», relata.

Llegar a Zaragoza, otra decisión fácil para De Jong. «El año pasado acabé como máximo anotador francés de la Liga pero me apetecía probar cosas nuevas. Solo tengo 29 años así que aún aspiro a llegar lo más alto posible, no a la NBA, eso seguro, pero sí en Europa. Este verano mi objetivo era o quedarme en Francia y jugar Eurocup o Champions League o venir a España. Zaragoza me ofreció un buen rol en el equipo, el entrenador me dijo que, pasara lo que pasara, si jugaba bien iba a tener minutos, así que no necesité más», indica.

Ahora anda aún adaptándose a la ACB. «Es muy diferente de la Liga francesa, allí se juega más lento. Es un juego muy físico, pero más lento, menos duro en defensa. Creo que estoy creciendo junto al equipo, el otro día pude hacer un buen partido y espero seguir contribuyendo y creciendo», señala. A De Jong le gusta la manera de jugar del Tecnyconta aunque busque más a los exteriores que a los pívots. «La clave de nuestra manera de jugar es correr. Y cuando corres el objetivo es encontrar tiros abiertos, estadísticamente va a haber más tiros abiertos de tres que en la pintura. Pero el último día demostramos estar todos involucrados y todos pusimos nuestro grano de arena para lograr la victoria. Para mí la clave es estar todos involucrados».

También la afición, decisiva en su opinión. «Es muy importante su apoyo. Uno de nuestros objetivos desde el inicio es ese. La grada tiene que ser nuestro sexto hombre. Creo que hemos mostrado un espíritu luchador y la gente ha respondido. En Francia se dice que, a lo largo de la temporada, al menos tres partidos los gana la afición. Así que necesitamos que los fans estén ahí», apunta.

El franco-holandés hizo su mejor partido en su reaparición tras fracturarse la nariz. «Me han hecho una máscara muy buena, puedo verlo todo y mi nariz está mejorando, aunque no está aún al 100%. Volveré a utilizarla contra el Baskonia y, si vuelvo a jugar bien, igual sigo poniéndomela», bromea. Si por él fuera, hubiera jugado en Bilbao también, pero entiende la decisión de Jota. «Si hubiera sido la final de la Champions imagino que el entrenador me hubiera dado unos minutos, pero no era lo más seguro jugar porque existía el riesgo de poderme perder más partidos».

De Jong destaca también el alivio que ha supuesto para la plantilla el primer triunfo, aunque el vestuario no estaba preocupado. «Venimos de muchos sitios diferentes, Francia, Polonia, Serbia… de muchas culturas diferentes también y todos tenemos la menta abierta. El inicio ha sido duro y se notaba cierta urgencia por ganar. No estábamos preocupados pero queríamos ganar. Ya tenemos una y ahora queremos más, pero la primera ha servido de alivio y para mostrarnos que sí, que podemos hacerlo».