Desde Teruel, punto de partida de esta Vuelta a Aragón, hasta la cima del Ampriu, donde se cerrará la carrera el domingo, hay 500 kilómetros por recorrer y tres finales de etapa por disputar. Es una edición soñada por los aragoneses aficionados al ciclismo, si por soñar se entendía estos años atrás que se pudiera recuperar algún día la prueba faro del ciclismo aragonés. Trece años después, Teruel pone un punto y seguido a la edición del 2005, la última disputada, que bajó la persiana de la carrera en Illueca, con el triunfo de etapa del australiano Allan Davis. Desde ese día hasta hoy un vacío que se olvidará esta tarde en la meta de Caspe porque, además, viene adornado con un ramillete de ciclistas aragoneses de los que se espera un futuro espectacular: Arcas, Castrillo, ambos en el Movistar, junto a Barceló y Samitier en el equipo vasco Murias. Todos están en carrera.

Será una edición nerviosa y combativa. Hay mucha juventud, sobre todo en los equipos Continentales, y juventud en ciclismo es sinónimo de lucha. Para frenar esos ánimos estará el Movistar, en su rango de equipo de la máxima categoría, con Soler dispuesto a reverdecer su triunfo en la París-Niza. Se cita también a Sylvain Chavanel, ciclista ilustre que cumplirá 39 años el próximo mes, en su vigésima temporada como profesional, pero no es probable que se obre el milagro. Y hablando de ciclistas vintage no podemos olvidar a Paco Mancebo, que a sus 42 años alcanza 21 temporadas en el profesionalismo. Mancebo puede hablar de esta carrera porque la disputó en 2003 y 2004, finalizando en novena y quinta posición respectivamente. Hoy se merece cortar la cinta, o al menos estar entre los encorbatados cuando se tire salva. Paco Mancebo es la quintaesencia, el hombre puente de esta rehabilitación de la prueba.

Ayer los ciclistas aragoneses velaban armas, algunos de ellos (Barceló, Castrillo, Samitier) tenían nueve años cuando Rubén Plaza se endosó el último maillot amarillo tras ganar la víspera en el alto de la Virgen de Herrera. Barceló, que acumula esta temporada 34 días de competición y 5.299 kilómetros con el dorsal pegado, se sentía feliz de correr en su tierra. «Es muy bonito correr en tu tierra. Yo vengo con ilusión pero llevo mucha competición acumulada esta temporada. Creo que hay gente con más posibilidades en el equipo y será preciso trabajar para quien lo pueda hacer mejor», dice. Hoy la carrera llega a Caspe y Barceló recordaba las dos ediciones que como cadete compitió en la famosa Vuelta al Bajo Aragón para esa categoría. A su compañero de equipo, el barbastrense Sergio Samitier, tampoco le falta ilusión. «Vengo con ganas. He tenido un descanso de dos semanas en los que además de recuperar fuerzas he podido entrenar sobre parte del recorrido», señala. Sergio ha estado pedaleando en la zona de Benasque, ojeando el Ampriu. «He subido el Ampriu. Será sin duda el momento decisivo de la carrera. Cuando era pequeño recuerdo haber presenciado alguna llegada de la Vuelta a España en ese puerto. El domingo lo subiremos nosotros. Creo que es un privilegio poder estar en esta carrera y disputar esa etapa con ese final tan importante», afirma el corredor del Murias. Samitier es optimista. Irradia positividad. «El año pasado por estas fechas, en aficionados, solamente había disputado una vuelta, ahora ya llevo siete con la Vuelta a Aragón, a ritmos de profesionales. Es un año difícil porque hay que adaptarse, pero me encuentro bien y espero rendir en esta carrera», apunta.

La primera etapa, hoy, entre Teruel y Caspe (180 kilómetros) partirá a las 12.05, con llegada prevista para las 16.28 horas. Puede ser una etapa complicada por el viento en sus últimos 50 kilómetros, desde Calanda, ya que azotará de costado, y por si esto fuera poco el remate interesante de la jornada estará en los dos últimos kilómetros, con la subida al Castillo, sin duda un final espectacular. Mañana la carrera irá de Huesca a Zaragoza.