El 24 de noviembre de 1968 Carlos Lapetra jugó en Elche su último encuentro con la camiseta del Real Zaragoza, obligado a retirarse de manera prematura por una lesión mal curada. 50 años después, Villa y Canario, compañeros de aquella delantera mítica afincados en Zaragoza, se sientan a charlar para recordar al futbolista y a la persona, al compañero y al amigo, al que siguen echando de menos.

Villa: Le dieron una patada jugando en Irlanda o en Escocia, no me acuerdo, y le hicieron una herida, una contusión, en la tibia. Si hubiera guardado un periodo de reposo razonable pues hubiera estado sin jugar un mes y ya está. Pero siguió jugando y jugando y se produjo lo que se llama una fractura por sobrecarga. Le tuvieron que operar y fue el principio del fin, porque eso con 20 años... pero tendría 28 y no se recuperó. Una pena porque con la calidad que tenía y su forma de jugar podía haber jugado tranquilamente hasta los treintaytantos.

Canario: Dio la casualidad que un día me lo encontré a la salida del hospital y le pregunté, ‘hombre, panocha, ¿qué tal?’. Y él me dijo, ‘pues no sé, Darcy, la rodilla otra vez...’ Pero su esposa me hizo por detrás una señal de que no. Me callé.

Villa: Luego le salió en la pierna una mancha que se demostró que era un melanoma. Le operaron en la Clínica Universitaria de Pamplona, le abrieron en canal, las piernas, los brazos... para eliminar ganglios. Pero desgraciadamente eso es muy difícil.

Canario: Una pena que tuviera que retirarse tan pronto. Y desgraciadamente murió muy joven también. Yo lo tenía no como un amigo, sino como un hermano. Y hoy en día hay muy poquicos futbolistas como Carlos, con su cabeza y su pierna izquierda. Era una maravilla verle jugar.

Villa: Fíjate que lo conocí en Madrid porque él estudiaba derecho y yo químicas y jugábamos en los campeonatos universitarios. Yo jugué en el Real Madrid desde pequeño y él fichó por el Guadalajara, jugábamos una Liga regional. Nos enfrentábamos dos veces al año y éramos amigos. Así que cuando me salió la posibilidad de jugar en el Zaragoza no lo pensé, qué bien, con Carlos. Él me llamó, ‘Juan, vente que verás qué bien aquí’. Vine recién casado y los tres o cuatro primeros años siempre decía, he dormido más con Carlos Lapetra que con mi mujer, porque compartíamos habitación en las concentraciones, en el coche cama, con la selección...

Canario: Yo vine porque Duca estaba aquí y me llamaba todos los días para que viniera. Tuve la suerte de encontrarme con toda la gente que me encontré aquí, que fuimos todos grandes amigos y lo seguimos siendo. Me puedo equivocar, porque soy humano, pero creo que hoy no hay un futbolista como Lapetra. Hay de muchos tipos, pero con su cabecica y su pie izquierdo, ninguno.

Villa: Él jugaba en la delantera pero siempre un poco retrasado.

Canario: Como en la media punta.

Villa: Las comparaciones son odiosas pero hoy sería como Messi, que se mueve por donde le da la gana. El Zaragoza jugaba con tres defensas, dos medios a los que se incorporaban Lapetra y Santos, y tres delanteros. Normalmente era un 3-2-5 porque siempre estábamos atacando. Lapetra se retrasaba un poco al medio pero jugábamos con cinco delanteros. Un poco como Modric en el Madrid.

Canario: O Coutinho en el Barça.

Villa: La gran virtud de Carlos era la cabeza, la inteligencia para distribuir el juego, para saber dónde tenía que poner el balón en cada momento. Daba unos pases muy buenos a los delanteros. Era el alma del equipo porque era el que armaba todo en el centro del campo. Tenía una gran resistencia física, era muy fuerte, muy fuerte. No se cansaba nunca.

Canario: Aunque era así tirando a delgado, era muy fuerte. Y el pie era como la mano, ponía el balón donde quería. Los demás ya sabíamos dónde nos la iba a poner.

Villa: Con la izquierda, porque la derecha la tenía para apoyarse.

Canario: Era zurdo total. Pero esa pierna era una maravilla. Y la cabecica... Ya digo que creo que pocos hay hoy en día como él. Lo tenía todo.

Villa: Tenía un toque de balón impresionante. Y era muy habilidoso. Además habíamos jugado a golf, voleibol, natación, de todo, era muy fuerte. De esa gente con mucha fibra y mucho nervio.

Canario: Nervio tenía mucho también. Dominaba todo el centro del campo y ya sabía dónde la tenía que poner. Los puntas nos desmarcábamos y cuando llegábamos al área teníamos el balón en el pie.

Villa: Se formó un equipo de gente joven que era una maravilla. Pasamos mucho tiempo juntos en los ocho años que coincidimos. En la concentración previa al Mundial de Inglaterra estuvimos un mes en el Hotel del Peregrino en Santiago de Compostela. Todo el día lloviendo, todo el día encerrados... eso es demoledor. Al final no sabías ya si estabas allí para jugar al fútbol o para cazar moscas. Recuerdo un día a la hora de la siesta, yo estaba en la cama con los pies para arriba en la pared, Carlos en su cama también tirado y me dice, ‘desde luego, Juan Manuel, qué fracaso lo nuestro’. ¿Y eso? ‘Pues que estamos aquí como dos idiotas, haciendo el tonto. Si hubiera seguido mi carrera hubiera hecho una oposición a notarías o algo, tú estarías en el laboratorio de tu familia... Y aquí estamos como dos idiotas con las piernas subidas a la pared’. Era muy reflexivo y con cierto tono pesimista. ¡Y eso que iba a jugar un Mundial!

Canario: Eso con la selección, pero es que aquí jugábamos el domingo, el lunes descansábamos y el martes ya nos concentrábamos para jugar los partidos europeos y te voy a contar una anécdota. Un día iba mi mujer paseando con mi hija pequeña y cuando pasaron por el Hotel Gran Vía, que siempre nos concentrábamos allí, mi hija se giró y le dijo a mi mujer, ‘¿aquí es donde vive papá?’ Me quedé… Pero es que realmente estábamos ahí siempre concentrados.

Villa: Estuvimos concentrados un mes en Santiago, y luego había que estar otro mes en Inglaterra. El seleccionador debía hacer tres descartes. Yo estaba hasta arriba de concentraciones. Conocía a Villalonga porque lo había tenido en el Real Madrid de joven. Así que me fui a hablar con él y le dije, ‘ya no tiene que descartar a tres, solo a dos. No quiero ir al Mundial, estoy hasta aquí de concentraciones’. Habíamos ganado la final de Copa, habíamos jugado la final de la Copa de Ferias, y yo lo único que quería era irme con mi mujer y mis hijos a la playa, de vacaciones. Y Carlos me decía, ‘tú bien, eh, ahora me dejas aquí solo’. Y le decía, pues díselo tú también. ‘Es que tienes unos huevos…’ Es que no me interesaba para nada. Carlos tenía mucho carácter pero era muy disciplinado. Era incapaz de contestarle mal a un entrenador, a un árbitro.

Canario: No se quejaba de nada a nadie.

Villa: Se quejaba por detrás, a mí me lo decía todo. Y cuando le dije, yo ya he hablado con Villalonga. ‘Eres un cabrón…’ Pues díselo tú también, bajas y se lo dices.

Canario: Era una persona extraordinaria. Se lo merece todo.

Villa: En la historia del fútbol aragonés es y será el número uno siempre, no habrá otro como Carlos Lapetra. Era un fenómeno del fútbol.

Canario: No hay otro.

Villa: Violeta era muy bueno, pero Carlos era especial.

Canario: La gente le adoraba.

Villa: Igual al principio del principio... Porque a Carlos le pasaba como a los ciclistas, que de tanto en tanto le entraba una pájara y se quedaba un poco en el extremo, pegado a una banda. Desde que llegué yo no lo vi, pero me contaron que le había pasado.

Canario: Yo tampoco lo vi.

Villa: Pues entonces igual le silbaban un poco, pero después le adoraban. Entre unas cosas y otras jugó hasta los 27 años. Con su estilo de juego, que no era de correr mucho, podía haber jugado muchos años.

Canario: Corría lo justo, lo que tenía que correr.

Villa: Era súper técnico.

Canario: Pero cómo ha cambiado todo. Hoy en día me pongo a ver un partido y siempre le digo a mi mujer, pon lo que quieras.

Villa: El otro día estaba viendo la Champions y a mitad de partido cambié de canal.

Canario: Es que todo el mundo juega igual. Pase, pase, al portero. Están en el centro del campo, al portero. Eso no es fútbol.

Villa: Se han cargado el fútbol.

Canario: Pero Juan Manuel, es que se han cargado los extremos. Ya no existen.

Villa: ¿Y quién ha hecho eso? Siempre es el triunfo de los mediocres. Ahora el fútbol consiste en correr. Y si quieres correr te apuntas al maratón. Pero el fútbol es un espectáculo creativo, de meter goles.

Canario: Es que hoy nadie quiere perder.

Villa: Pero de lo que se trata es de ganar, no de no perder.

Canario: Hoy el resultado perfecto es 1-0. Tú te acordarás, porque la jugaste, pero aquí hubo una semifinal contra el Barcelona que ganamos 6-4, lloviendo y no se marchaba nadie del campo. Pero hoy eso no se ve, se juega con un delantero. Yo voy a La Romareda, porque me gusta, pero me aburro y lo paso mal.

Villa: Hace años que no voy. Prefiero verlo por la tele, así cuando me aburro me pongo a leer.

Canario: Hoy Carlos lo tendría muy complicado, porque le hincharían a patadas.

Villa: Mira, yo empecé a ir al fútbol con unos siete años y en esa época era muy ofensivo. Pero se ha ido yendo para atrás. De cinco delanteros se pasó a tres, luego a dos y ahora solo queda uno. ¿Tú te imaginas lo que tiene que ser estar ahí solo peleándote y ver volar un balón y otro y pasarse así 90 minutos?

Canario: Cuando me dicen, en el fútbol hay que correr, contesto, pues coge a once atletas, a ver cuántos partidos ganas.

Villa: Pero es que encima el fútbol es carísimo y la gente va ahí a ver una mierda de espectáculo, porque es una mierda.

Canario: El campo está lleno y en cuanto se ve el más mínimo detalle todo el mundo aplaude como loco. En nuestra época recuerdo ir 5-1 y que la gente nos pitara.

Villa: Un partido contra el Valladolid ganamos 6-1 y acabó con pañolada porque habíamos metido cinco en el primer tiempo y en el segundo solo uno. Se cabrearon muchísimo.

Canario: Han matado el fútbol totalmente. Nosotros nos divertíamos muchísimo. Y divertíamos a la gente. Antes era un espectáculo y hoy es un negocio.

Villa: El fútbol hoy es todo lo contrario de lo que era Carlos, un estilo bonito, elegante, de ataque, creativo. Además éramos íntimos amigos. Cuando teníamos que volver a entrenar en agosto dejaba a mi familia de veraneo en Cambrils y me venía a casa de Carlos en Huesca, que tenía una finca maravillosa. Pasaba los Sanlorenzos con él. Por la mañana temprano bajábamos a entrenar a Zaragoza, luego volvíamos. Estuvimos toda la vida juntos. Carlos era muy inteligente, educado, correcto.

Canario: Amigo de sus amigos.

Villa: No verías a Carlos discutir con nadie. Era un señor de los pies a la cabeza. Él estaba un poco frustrado por pensar que, de haber seguido con su carrera, hubiera tenido otra orientación en la vida. Pero no en el sentido peyorativo. Yo le decía, eres un cabezón porque deberías vivir en Zaragoza. Pero para él Huesca era sagrado. E iba y venía todos los días, 150 kilómetros diarios para entrenar. Eso definía un poco su personalidad. Pero era la persona más maravillosa que te puedas imaginar. Era muy inteligente para todo, para leer, para charlar.

Canario: Podías hablar con él de lo que quisieras, tenías unas conversaciones con él maravillosas. Él disfrutaba mucho jugando, pero siempre pensaba en el día de mañana.

Villa: La pena es que murió muy pronto, fue horroroso.