El Real Zaragoza de la próxima temporada continúa pendiente de la decisión de Víctor Fernández. El club sigue a la espera de que el técnico aragonés responda a la propuesta de continuidad formulada desde la entidad, pero Víctor sigue sin tenerlo claro. Porque el calado de la decisión exige prudencia, cautela, paciencia y, sobre todo, tiempo. Víctor quiere estar seguro y abordar numerosas situaciones antes de dar una respuesta definitiva. Y, por eso, no quiere prisas. Decidirá cuando sea el momento.

Y no parece que ese día esté cercano. La intención de Víctor es esperar, al menos, a que se dispute el partido del domingo en La Romareda ante el Numancia, lo que topa de bruces con el deseo del club, que apremia al entrenador para que conteste esta semana. De hecho, para las próximas horas está prevista una reunión con Víctor en la que, además del director deportivo Lalo Arantegui, y del director general Luis Carlos Cuartero, también estarán presentes varios consejeros de la entidad. El propósito es diáfano: conocer de primera mano las premisas de Víctor y las condiciones de trabajo que pretende el técnico. Aunque en ese encuentro no habrá un desenlace definitivo. Víctor quiere esperar y asegurar el tiro, mientras que el club pretende acelerar el proceso lo máximo posible. Todo un juego de tronos.

En todo caso, en el seno de la Sociedad Anónima Deportiva se impone la sensación de que Víctor acabará dando el sí a su permanencia en el banquillo, algo que el propio entrenador había descartado en numerosas ocasiones desde que llegó, a finales del año pasado, para hacerse cargo de la salvación del equipo. Víctor admite que su sueño es devolver al Zaragoza a Primera y esa ilusión supone un importante punto a favor de su continuidad.

Considera el preparador aragonés que, en caso de lograr el retorno a la categoría perdida, se cerraría aquel círculo que comenzó a dibujarse hace once años, cuando fue destituido con el Zaragoza en duodécima posición. Aquella temporada acabó en un descenso que supuso el comienzo de un calvario que todavía continúa.

Así que el encuentro del domingo se presenta como una especie de plebiscito, dada las escasas posibilidades de que, para entonces, Víctor se haya pronunciado definitivamente. De hecho, La Romareda podría volver a desempeñar un papel esencial en la decisión del técnico, cuya postura inicial se tambaleó a raíz de la petición masiva de la afición de que siga en el Zaragoza realizada el último partido disputado en casa ante el Sporting. Entonces, la grada coreó en varias ocasiones el Víctor, quédate, lo que llegó a emocionar al preparador zaragozano, que, por primera vez, no cerró la puerta a su continuidad cuando compareció tras el choque en rueda de prensa.

EL JUICIO // En aquel partido, además, la afición también cargó contra la directiva, a la que señaló como responsable del fracaso de una temporada marcada a fuego como la que debía llevar al Zaragoza de nuevo a Primera División pero que se ha convertido en un fiasco mayúsculo, con el equipo luchando por no descender a Segunda B.

Con la salvación al fin asegurada, el choque del domingo adquiere una dimensión mucho más allá de la futbolística. Los tres puntos -los últimos en disputa esta temporada en el estadio municipal- quedan relegados a un plano secundario. Porque todo apunta a que La Romareda emitirá su veredicto y volverá a señalar culpables. Es previsible que exija, una vez más, la continuidad de Víctor si es que el técnico llega a la cita dominical con su futuro todavía en el aire. Pero también es más que probable que pida cabezas. Falta por saber cuáles y cuántas.

Si, en cambio, el domingo Víctor ya ha dado el sí al Zaragoza, el ruido a la hora del partido será menor. Mucho menor. Así lo entiende el club, que confía en un pronto desenlace que mitigue algo el enfado mayúsculo de una afición a la que la continuidad del entrenador que ha logrado la salvación se presentaría como una declaración de intenciones y propósito de enmienda.