Dos años. Eso es lo que ha durado la nueva aventura de la Vuelta Aragón, una prueba que un grupo de entusiastas recuperó en el 2018 después de un largo paréntesis de ausencia. La Federación Aragonesa de Ciclismo anunció que suspende la edición del 2020, «un paréntesis» lo llamó, «debido a que los apoyos obtenidos no son suficientes para garantizar la viabilidad de la carrera». En la nota agredecía también «la apuesta firme y decidida de Turismo de Aragón y de la Consejería de Vertebración en el 2018 y el 2019», verdadero sustento económico de la carrera, así como «al resto de entidades que han colaborado en estas dos ediciones».

La ronda se había incrustado en el calendario internacional dentro de la categoría UCI 2.1, «con excelentes informes de la Unión Ciclista Internacional sobre la organización en general y el reconocimiento de los equipos en cuanto a la seguridad y cumplimiento de compromisos», aseguró la Federación Aragonesa.

Lo cierto es que la carrera había tenido un carácter absolutamente embrionario en estas dos ediciones, con recorridos poco atractivos en la mayoría de las ocasiones, con un nivel deportivo de bajo nivel y con un apoyo de los aficionados realmente discreto. A pesar de ello, por las carreteras aragonesas han hecho rodar sus bicicletas corredores como Marc Soler, Edu Prades (el ganador de la edición del 2019), Rein Taaramae o Pierre Rolland, así como Jorge Arcas, Fernando Barceló, Sergio Samitier y Jaime Castrillo, los aragoneses del pelotón profesional. La primera edición la ganó Jaime Rosón, aunque luego fue desposeído del título por haber sido sancionado por un dopaje anterior a su participación en la prueba. Javi Moreno fue el heredero del triunfo.

La organización de la carrera, capitaneada por Luis Marquina, el presidente de la Federación Aragonesa, ha puesto un gran esfuerzo en el empeño, aunque finalmente ha tirado la toalla. «Todo ha sido llevado a cabo por un equipo de trabajo de la tierra, ilusionado, apasionado, altruista y a la altura de los mejores equipos de organización, apoyado por una masa de voluntarios de los clubs de ciclismo y asociaciones deportivas y culturales de toda índole, sin duda el mejor activo de la Vuelta Aragón», relatan.