Habrá algún que otro currante como él. Habrán veteranos como él, más de uno y dos. Habrá soñadores como él, por descontado. Incluso quedará algún experto, sabio, pícaro, como él. No sé si algún apasionado como él. Pero Aleix Espargaró (Granollers, 20 de julio de 1989) es, a los 30 años, un modelo a seguir. Ya no digamos en entrega, carisma, determinación, ganas de asumir, incluso, riesgos innecesarios con la única MotoGP, la Aprilia, que no parece una MotoGP, y, sobre todo, por su enorme sinceridad.

Por fin, las soñadas vacaciones. Llegamos, todos, agotados a este final de temporada. Son 19 carreras, diez meses intensos, con sus viajes y desplazamientos, entrenamientos, test, domingos de tensiónuf!, duro, pero también te digo, si mañana me dicen que me traen la moto nueva, la Aprilia del 2020, sigo aquí un mes más probándola.

Vaya, que seguiría con el pico y la pala a tope. Soy un piloto al que le encanta la técnica, probar, probar y probar para mejorar, para desarrollar la moto. Ver qué cosas nuevas funcionan y cuáles no. Pero este año ha sido muy complicado, tanto que me he pasado los últimos cuatro días rodando sin ponerle un tornillo nuevo a la Aprilia ni un tornillo!

Casi un año para olvidar. De todo se aprende, todo sirve, todo es experiencia, pero, sí, no culpo a Aprilia, pero ha sido bastante descorazonador. En el box, lo hemos dado todo y con Antonio (Jiménez), mi nuevo técnico, le hemos dado la vuelta a la moto, pero todos los caminos llevaban a Roma. Hemos estado todo el año en el límite de la moto, era imposible ser más competitivos con esta moto. La llegada de Massimo (Rivola, nuevo CEO de la fábrica italiana) ha significado mucho, pero no basta con prometer cosas, deben llegar. No pueden decir que esto va a ser la repera y que no llegue nada. Hay que crear optimismo, positivismo. Nos han prometido la revolución para el año que viene, después de tres años de estancamiento. Eso es positivo pues, en tres años, solo hemos cambiado unas alas. Han llegado cuatro ingenieros nuevos y dicen que van a venir dos más.

Se le ve sincero como siempre, pero no tan enfadado como otras veces. Hay que ser optimista, venga. Soy crítico, pero no con Aprilia, conmigo mismo y creo que, a nivel de trabajo, entrenamiento, entrega y profesionalidad, no hay nadie que me supere en este paddock. Mi ilusión es triunfar con Aprilia. Lo fácil sería aprovechar que, el próximo año, todos negociaremos nuevos contratos y buscarme una moto oficial en un equipo satélite, para pelear por el podio. Me veo capaz de eso, pero yo quiero triunfar con Aprilia.

¿Diría que ha asumido muchos más riesgos de los normales? Yo creo que, tal y como está la parrilla actual de MotoGP, con 12 motos oficiales y un montón de grandes campeones, todo el mundo, todos, asumimos mucho riesgo. Aquí todos, incluso el que tiene una moto ganadora asume muchísimo riesgo. Todos nos jugamos la vida y sabemos el riesgo que corremos, pero siempre gana el mismo: Marc (Márquez). Yo me la juego para meterme entre los 10 primeros, pero es que Marc se la tiene que jugar para ganar. Insisto, es el mismo riesgo, el mismo. Nuestra Aprilia es la peor moto oficial, eso es evidente y, por tanto, cuando peleas por el top-10 asumes un riesgo muy alto. Pero, repito, sería injusto decir que me la juego más que los demás, no, no. Todos vamos al límite.

Usted siempre muestra una enorme admiración por lo que hace y cómo lo hace Marc Márquez. Yo muestro una enorme admiración por los más de 100 pilotos del Mundial, por todos y creo que eso es compartido por todos nosotros. Todos sabemos de qué va esto y lo que nos jugamos. Pero, sí, si me pregunta por Marc, le diré que no ha hecho la temporada perfecta (sonrisas, risas, carcajadas), pues la temporada perfecta hubiese sido 19 victorias en 19 carreras, pero casi ¿verdad? Ha estado pletórico, arrollador, increíble, admirable. Porque lo más grande de Marc es que ha hecho eso (11 primeros y 7 segundos) enfrentándose a la mejor parrilla de MotoGP de todos los tiempos. Con Marc se acaban los adjetivos.

Hace un par de meses, usted me dijo que le apetecía más lo que tenía en casa, sus tres maravillosas mujeres y sus perritos, que lo que le esperaba en el circuito, le veo cambiado. Más que cambiado, ilusionado, optimista, esperanzado. He de serlo por fuerza. Si Massimo (Rivola) dice que, el año que viene, tendremos una gran moto, yo he de pensar que así será y, por tanto, voy a volver a machacarme durante el invierno para estar a la altura de ese reto. Claro que todos sabemos que cuando llega una moto nueva, nueva y, encima, revolucionaria, no vuela el primer día, ni el primer mes, pero me sobra ilusión. Y, sí, igual firmo por dos años más (2021 y 2022). Veremos, veremos. Ahora ya sé que tendré una moto nueva y no la de este año con unas alitas nuevas y dos tubos de escape que pesen menos.