Ángel López Cintero tiene el elixir de la eterna juventud. A punto de cumplir los 84 años sigue trepando por las paredes como un juvenil. El veterano escalador de Montañeros de Aragón, que recibió hace pocos días el Trofeo Rabadá y Navarro en la cena del noventa aniversario del club, reconoce que su secreto es «hacer deporte para estar medio bien. Pero van cayendo los años y milagros no hay. Nadie es eterno. No se cuándo me retiraré», indica el pequeño escalador. Hay pocos casos similares al escalador que reside en el zaragozano barrio de San José. «Hay un himalayista muy bueno que es Carlos Soria. Tiene 80 años y está muy entrenado. El catalán Jordi Pons puede que sea mayor que yo», añade.

No para de hablar y tiene unos ojos brillantes y chisposos. Recuerda hasta el más mínimo detalle de su juventud. «De memoria estoy bien. Puedo tener algún lapsus tonto, pero no es de alzheimer. Hago una vida normal. Voy en moto y conduzco sin problemas». Eso si, hace tiempo le operaron de cataratas y oye con dificultad en ambos oídos. Tiene como orgullo no haber tenido nunca un accidente. «No me he lesionado nunca. El dedo lo tengo un poco tocado de una luxación que me hice el otro día escalando en Morata», apunta Cintero.

Se encuentra en gran forma. Dos días a la semana practica bicicleta. «Voy a mi aire, pero no me gusta salir con viento. Tengo varias rutas por Monzalbarba y los Galachos y por Mezalocha y María de Huerva». Escala dos veces a la semana en las paredes de Riglos, Agüero y Morata. «El sitio que siempre me ha gustado más es Riglos, pero para las vías modernas ya no tengo nivel. Pero ahora cada fin de semana hay centenares de escaladores. Tengo la ventaja que voy entre semana desde que me jubilé», indica.

Cierra su intenso ciclo de preparación física con la natación terapéutica y escalando en el nuevo local zaragozano de Boulder Land, situado en el barrio de Las Delicias. «Aquí hay gente superexperta y otros que no han escalado nunca». Aquí van las nuevas generaciones de la escalada deportiva. «Hago una escalada clásica. Pero ahora el mejor sería un acróbata de circo. Este deporte va a ser olímpico. Es lo correcto y esto da difusión a la escalada»

Cintero es una enciclopedia de la escalada regional. Lleva más de 70 años trepando por las paredes de Aragón. «Recuerdo que con 12 años me inicié en las paredes de yeso de Juslibol. El ángel de la guarda estaba conmigo y subíamos con material de desecho de los militares. También escalamos en Mezalocha».

Sus mejores años como escalador fueron los finales de los cincuenta. «Toda España iba por detrás de Zaragoza. Rabadá y Navarró hicieron una vía larga en el Naranjo de Bulnes. Y con Rabadá, Navarro, Montaner y Serón ascendí la vía Serón y Millán el año 1957 en el Mallo Pisón. Estuvimos dos días colgados de la pared. No había nada tan difícil y arriesgado en el Pirineo. Y el Puro lo he hecho tantas veces que parece pariente mío». Montañeros de Aragón tuvo grandes años. «Era cuando subíamos en el Canfranero los escaladores, montañeros, esquiadores y senderistas. Ahora la gente es muy mayor y hay clubs con más movimiento. Aunque Manu Córdova es excepcional», afirma.

Conoció como si fuera su hermano a una leyenda como era Ernesto Rabadá. «Por constancia era el mejor. Era un hombre muy bien dotado atléticamente, más alto que yo y muy valiente. Bailaba muy bien y gustaba mucho a las chicas». Junto a Ernesto Navarro protagonizó la tragedia perdiendo la vida en el Eiger en agosto de 1963. «Fue un poco cabezonada de los dos. En verano el tiempo era muy cambiante, cayó una nevada, estaban muy altos y no pudieron bajar de la pared».

Cintero vivió la pobreza de la posguerra. Era electricista industrial y se casó primero con Teresa Rabadá, la hermana del escalador, con la que tuvo seis hijos. Ahora esta casado con Pilar Arregui, con la que tuvo un hijo que ahora tiene 35 años. Apenas conoció otras montañas que no fueran los Pirineos. «Lo máximo que he hecho ha sido cuatromiles y ascendí el Mont Blanc. Pero se hace andando». Reconoce que no tuvo medios para subir ochomiles. «Pero esta desacreditado con los 200 que suben en fila al Everest y con la gente que dice que ha subido y no lo ha hecho», finaliza.