El deporte no es ajeno a la alerta climática. El planeta está enfermo tal como ha dejado patente la Cumbre del Clima (Cop25), que finalizó este viernes en Madrid. A partir de ahora, será habitual que muchos deportes tengan que adaptarse a la nueva época. Pero, a la vez, tomar conciencia de que también deben hacer mucho para evitar un desastre. Hay que eliminar los plásticos, reciclar los desperdicios, moderar construcciones y, sobre todo, concienciar a la industria del sector con medidas anticontaminantes. Un deporte como el críquet, casi desconocido en España, siembra la preocupación. Desde el 2010, los partidos de esta disciplina parecida al béisbol, y cuya disputa puede durar días, se han tenido que acortar hasta un 25% en Inglaterra y Gales a causa de la lluvia que dejaba impracticables los terrenos de juego.

Estos últimos años se han visto ejemplos, en todos los deportes, de una climatología adversa, exagerada en algunas ocasiones, que ha motivado suspensiones, aplazamientos y hasta el traslado de la competición a otros lugares. Se podría decir, utilizando una frase de moda, que todo empezó en el Maratón de Nueva York del 2012, cuando el huracán Sandy, que azotó la costa Este de los Estados Unidos, obligó a cancelar la prueba atlética de fondo más emblemática del mundo.

Pero, sin desplazarse tanto en el tiempo, en el 2019, los fenónenos naturales han alterado buena parte de la competición. Fue el caso, en octubre, de la Copa del Mundo de rugby, celebrada en Japón. El tifón denominado Hagibis, considerado como la tormenta más poderosa que azotó al país en décadas, obligó a anular varios partidos, que no volvieron a disputarse, varió la competición y supuso la eliminación de selecciones como la italiana. El mismo tifón también alteró el Gran Premio de Fórmula 1, en el circuito de Suzuka, en un 2019, en el apartado del motor, en el que se tuvo que suspender el Gran Premio de MotoGP en el circuito inglés de Silverstone a causa de la fuerte lluvia que ponía en riesgo la integridad de los pilotos.

La 19 etapa del Tour 2019

Christian Prudhomme, director del Tour, tomó la decisión de parar la 19 etapa de la última ronda francesa, a falta de 23 kilómetros para llegar a la meta de Tignes, cuando Egan Bernal había azotado al resto de favoritos, debido a la granizada caída, que dejó impracticable la carretera tras el descenso del Iseran. Al día siguiente, por idénticas razones, con arroyos desbordados, tuvo que recortarse la penúltima etapa. Y en Doha, en el Mundial de atletismo, los maratonianos sufrieron de lo lindo para no sucumbir al calor de Catar.

¿Y qué pasará a partir de ahora ? Es lo que se preguntan los expertos. "El clima ha cambiado en los últimos años. Es algo que nadie puede esconder. No se esperan granizadas que destrocen ciudades, pero el tiempo cambia rápido y el deporte no es ajeno. Solo tenemos que verlo en el fútbol, cada vez hay menos campos helados y no solo en España, sino en países donde antes era imposible jugar en algunos meses del año", explica AntonioPardo, meteorólogo de València.

Hace un año, 17 organizaciones deportivas, entre ellas elCOI, la FIFA, la UEFA y Roland Garros, crearon el Marco de Acción del Deporte para el Clima y se comprometieron a tomar medidas para mejorar la vida del planeta después de que la ONU culpase a la industria del deporte de favorecer la emisión de gases a causa de los continuos viajes, la excesiva energía eléctrica de las fábricas del sector y la contaminación que provocan las continuas construcciones o remodelaciones de infraestructuras deportivas.

Salió el compromiso de luchar contra el uso de plásticos en las competiciones, tanto las profesionales como las populares, convencer a las grandes estrellas deportivas para que no utilizasen el coche en los desplazamientos de sus casas a los campos de entrenamiento, reducir el agua en los regadíos de campos de golf y fútbol, controlar las basuras y el reciclaje en las pruebas populares y cuidar las emisiones de CO2 que se producen en los pabellones por la calefacción y el aire acondicionado.

Muchos deportes ya disponen de un protocolo climático que prevé medidas que se toman al instante si la temperatura sube o baja en exceso. Se ha visto en los partidos de fútbol cuando ya se interrumpe el juego (el 'cooling break') para que los jugadores puedan hidratarse cuando el termómetro supera los 30 grados.

Esquí vulnerable

Y, en otras prácticas, como el esquí, vulnerable como el que más a la emergencia climática, preocupan el deshielo de los glaciares en Europa o la falta de la insustituible nieve. "El snowboard es quizás uno de los deportes más desvalidos al impacto climático y lo podemos ver nosotras, mientras entrenamos en Suiza y miramos las verdes montañas", se queja Aimee Fuller, una de las estrellas del equipo olímpico británico de snow. Hay mucho por hacer, pero la alerta está aquí y el deporte no debe ser ajeno.