En el Intec Zoiti tienen una leyenda viva. Es el único olímpico en la historia del club. No es un atleta en activo, no nació en la ciudad altaragonesa, ni siquiera en Aragón. Pero tiene antepasados en Huesca. «Mi tía es de Pozán de Vero y mi tío trabajaba en el Canal de Aragón», explica. Simpático, dicharachero, ocurrente, Gustavo Adolfo Becker vivió el momento álgido del atletismo español en los Juegos de Barcelona-92, donde fue finalista en el salto de altura, una competición en la que Fermín Cacho, Javier García Chico, Daniel Plaza y Antonio Peñalver se llevaron medalla.

Becker llegó a superar los 2,30 metros, tuvo el récord de España bajo techo con 2,26 y todavía son recordados sus duelos con Arturo Ortiz, el plusmarquista nacional con 2,34. Estuvo vinculado toda su vida al Barcelona gracias a los consejos de Vicente Egido. Pero no quiso escoger el camino del fútbol. «Lo que me gustaba era ganar solo. Corrí como todo el mundo algún cross y mejoré muy rápido en la altura batiendo la plusmarca nacional junior con 2,23», recuerda.

Con 54 años, Becker está metido ahora de lleno en el atletismo aragonés. Lleva viviendo cinco años en la capital altoaragonesa, trabaja con la cantera del Intec Zoiti y hace cuatro sustituyó como director técnico de la Federación Aragonesa a Esther Lahoz. El barcelonés tiene muy vivos los recuerdos de aquel inolvidable verano de 1992. «Me acuerdo del ambiente festivo de la ciudad, el apoyo a los deportistas y la cantidad de medallas que se consiguieron», explica Becker.

La final del salto de altura la ganó Sotomayor con 2,34. «Lo pasé mucho peor en la calificación que en la final. Tras superar el filtro no tiene nada que ver la final, donde disfruté muchísimo. Logrado el éxito recuerdo que esa noche iba flotando por la calle hasta llegar a casa». Después llegó la hora de disfrutar el día de la final. «Salté 2,28, lo mismo que el séptimo, pero fui undécimo. Lo que pasa es que hice nulo sobre 2,24 y eso me lastro».

Tras abandonar el atletismo se estableció en Granada donde se dedicó a preparar a opositores. «Pero no me llamaba excesivamente esta labor y prefería el rendimiento». Fue en la localidad andaluza donde conoció a Pilar, su esposa. Después estuvo cinco años en el CAR de Soria entrenando a saltadores. «No me renovaron el contrato y me puse a trabajar en un Burger King en Huesca, el segundo más grande en Europa. Coincidí con el atleta oscense Felipe Castañer y me dijo que hablaría con la Zoiti para que me hicieran un hueco como técnico en el club». Ya han pasado cinco años y ahora disfruta del atletismo preparando a los talentos de Huesca. «Tienen mil niños en la escuela y eso es una pasada. Me enganché al grupo de saltos y tienen unos ‘flacos’ y ‘flacas’ que tienen muy buena pinta. Les echo una mano en mi tiempo libre y es con lo que más disfruto. Son dos horas todos los días. Huesca es tranquila, no muy grande, las pistas están muy bien y el acceso al deporte de la gente joven es más sencillo y más barato». Becker es camarero de lunes y viernes en el Burger King, entrena a atletas y apenas le queda tiempo libre. «Salgo poco a la calle. El hueco que me queda lo utilizo en salir con la bici. Es bonito subir a Loarre e ir por Grañén, Colungo, Aguas, Angüés...», confiesa.

En la Zoiti prepara a una docena de jóvenes talentos entre los que sobresalen Teresa Santolaria y Pablo Hernández. También lleva a un buen grupo de nivel nacional. «Ignacio Vigo estaba perdido hace un año y lo recogí en mi regazo. También llevo a Miguel Ángel Sancho, Carlos Rojas y Ruth María Ndumbe. Voy a intentar poner mi granito de arena para que uno de estos ‘flacos’ compita en los Juegos de Tokio», afirma.

Becker reconoce que es un maniático de la técnica. «Es importante que se les inculque a los atletas desde juveniles. Si después se trabaja la condición física aumentan el rendimiento brutalmente». En España hay grandes carencias de técnicos especializados. «Al no poder entrenar a muchos atletas a la vez, no hay técnicos especializados en saltos o lanzamientos. Las pruebas de fondo se trabajan muy bien, pero falta una escuela con cinco o seis saltadores de altura de nivel en España», reconoce.

En su época tenía rivalidad con Arturo Ortiz. En mujeres pasa algo similar tras la retirada de Beitia. «Está estancada la especialidad. Está Saleta Fernández con 1,90 y confío que Teresa Santolaria rinda en altura y longitud». Becker también tiene puestas todas sus esperanzas en Claudia, su hija. «Tiene 12 años y es muy alta. A ver si sale otra Beitia...», dice.