Fueron dos minutos, pero fueron dos minutos. Suena a poco cuando puede ser todo. Porque venir de la nada y tener algo no es insuficiente. Porque de ese gol de Sandro a la igualada de Diop en Eibar no solo mediaron esos 120 segundos en los que se estuvo fuera de la hoguera, ni tampoco arrasó la decepción, simplemente se acarició un amor de permanencia que antes parecía corazón roto y ahora es una motivación que agrandar en el tiempo. Estirar ese suspiro hasta la eternidad. Esa ilusión resiste dentro de la pasión de un grupo revitalizado por el desfibrilador de Pacheta, ese motivador que ahora quiere seguir subido en la cresta de la ola hasta salir a flote de la zona de peligro. Toca ganar al Celta para seguir la escalada, la racha y consolidar el ánimo de un competidor renacido.

Huesca sería este domingo una fiesta de ilusión y esperanza, esa contenida en las casas de toda la provincia. Acompañamiento a la salida del hotel, concentración previa en los aledaños de El Alcoraz, grada repleta y aliento sin silencio. Ese sería un cuadro que no existirá hasta que esta pandemia no exista. Ese espíritu a resistencia debe residir en un grupo recuperadísimo y con ganas de más. Para empezar de hacer de su estadio un fortín, levantar la segunda victoria consecutiva en ese césped, la tercera de la temporada, elevar una barricada por la que no pasen más puntos de salida, o los mínimos posibles.

El viraje se ha dado y ahora solo queda consolidarlo en la regularidad, saliendo poco a poco de una situación compleja con argumentos de fútbol y moral, lo que ha obrado Pacheta como máximo responsable y sus jugadores como máximos artífices. Porque de impulsarse en la victoria se contarían siete puntos de los últimos nueve en un tramo contra adversarios de altura humana (Granada, Eibar y Celta) y se subrayaría la sensación de que es el equipo más en forma y convencido de lo que hace de los seis que han quedado encerrados en el furgón de cola. Porque es verdad que luego vendrá el Barcelona en el Nou Camp y también que luego otra triple ronda asequible y de golpe directo en Huesca (Osasuna y Elche con el Levante intercalado).

Ni pierde ni recupera nada Pacheta para esta cita. Mosquera, Gastón Silva y Luisinho continúan sin recuperarse, por lo que no parece que se puedan desarrollar cambios, más allá del intercambio de cromos que el entrenador baraja para definir la estructura del tridente del centro del campo. Arriba mantiene opciones entre Escriche y el goleador Sandro, con Okazaki sin dejar de pelear. Los dos carrileros están con cuatro amarillas y a una de cumplir ciclo contra el Barça. Sería previsible que Galán y Maffeo busquen ese descanso ante un rival en teoría superior.

La noticia de la semana ha sido la renovación, La anunciada en su día de Ferreiro se ha materializado hasta 2023 y la de los socios que están pasando para renovar un abono que no saben si podrán utilizar, aunque el levantamiento de restricciones en el deporte depara ilusiones de hacerlo.

El síntoma de Iago Aspas

El Celta no está en la forma de la primera vuelta, cuando el Chacho Coudet apretó la tecla exacta para engarzar cuatro victorias al ritmo de Iago Aspas, entre ellas a un Huesca flaco en Balaídos (2-1). Desde entonces únicamente ha celebrado un triunfo en nueve partidos y el delantero gallego se ha quedado sin marcar. Muy sintomático este paralelismo. Ahora llega con dudas tras perder un partido en Valencia y rescatar un empate en el descuento contra el cabizbajo Valladolid (1-1). No ayudan su lista copiosa de bajas.

Aspas sigue siendo Faro en Vigo (9 goles), acompañado de Santi Mina, Denis Suárez, Brais Méndez y Nolito, que regresa al once tras sanción. El rendimiento de los celestes baja lejos del Atlántico. Solo han ganado como desplazados al Athletic y de eso ya hace tres meses, un cuarto de año. Ese sería un buen presagio para un Huesca que no va a creer en esas meigas y que su religión va a ser confiar en sí mismo para seguir salvado más de dos minutos.