Esta temporada no ha habido un Zaragoza - Osasuna en un campo de césped, con jugadores reales. Sin embargo, el Rey Felipe VI dirigió al equipo blanquillo en los mangos de un futbolín y, en frente, liderando al Osasuna, estaba el presidente del gobierno, Pedro Sánchez. En la primera foto que acompaña a este reportaje puede verse como ambos sonríen. Frente a frente. Sánchez celebra un gol, parece.

Este futbolín refleja por un lado una rivalidad clásica entre dos equipos y, por otro, que precisamente durante el juego se olvida cualquier situación tensa. Y esto es, en parte, gracias a Futbolines Val, la empresa aragonesa que fabrica estos pequeños campos de fútbol con los que cualquiera puede pasar un buen rato. Lo explica, de hecho, el propietario y gerente de la entidad, Juan Isidro Gotor: «Todo el mundo es amigo cuando juega al futbolín, como ha pasado en esas fotografías que han tenido tanta repercusión».

Al describir el producto que fabrican, el gerente habla de «risas, cervezas y amistad». Por esto mismo, sus futbolines están «dirigidos a todo el mundo», añade. Ellos venden unos 200 cada año, aunque este ha sido un poco atípico. De hecho, el que más fabrican normalmente es el «profesional, para explotación, el que funciona con monedas, cuesta 2.000 euros, incluido el IVA y el transporte dentro de la península», explica Gotor.

Pero en estos últimos tiempos «como la hostelería está tan castigada el que más se ha vendido es el doméstico, que es de las mismas características pero sin el cajón de las monedas y sale por 1.270 euros, incluyendo también el transporte y el IVA y de las mismas características que el profesional», advierte el zaragozano. Sus productos vienen de tiempo atrás, lo que ha hecho que personalidades de todo tipo sean fotografiadas disfrutando de uno de sus futbolines. Lo hicieron antes de la final de la Copa del Rey Pedro Sánchez y Felipe VI, pero antes de ellos, también en el Museo del Deporte, jugó el exseleccionador Vicente del Bosque.

Además, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) contó con la empresa aragonesa para fabricar el primer futbolín femenino, para la selección absoluta. Ahora, este, que se puede ver también en las imágenes que acompañan al texto, se encuentra en Valdebebas, en el hotel en el que se concentran las jugadoras cuando van a Madrid con la selección. Ellos satisfacen la demanda del mercado, y en aquel momento fue la de impulsar la igualdad.

Sin embargo, el futbolín estándar luce las equipaciones del Real Zaragoza y el Osasuna por «tradición, desde hace más de 50 años que se hace así». «Empezó por la competencia entre los equipos y también porque tenemos muchos clientes en Navarra», explica Gotor. Al margen de esto, cada cual puede elegir sus colores favoritos para las camisetas. Ahora mismo, relata el dirigente, donde más futbolines estándares hay es en Aragón y en Andalucía. La comunidad del sur está «inundada» de estos y recuerda que también hay, por ejemplo, uno en Boston. Lo que más se demanda en el resto de la península son los colores del Real Madrid y el FC Barcelona. Pero desde luego, como asegura Gotor, «salvo que tengas un capricho el futbolín es para reírse y pasárselo bien» y los colores que lleven las piezas es lo de menos.