El deporte de élite conlleva ciertos sacrificios. Y no solo el deporte profesional, cuyo nombre implica que los y las practicantes viven de este. Cualquier disciplina, aunque sea minoritaria, requiere su dedicación y esfuerzo en las categorías más altas. Es así, por ejemplo, en el balonmano. Por él, Andrea Loscos tuvo que dejar Zaragoza y viajar, ni más ni menos, que a Tenerife. Dejando familia, amigos y pareja en su ciudad natal. En busca de un buen futuro deportivo en la Liga Guerreras.

«Las videollamadas permiten que estén en mi día a día y ya no me queda nada para verlos», explica la aragonesa, que está a punto de acabar su primera temporada en el Balonmano Salud Tenerife. Aún así, asegura que todos estos cambios han «merecido la pena». «Irme de Zaragoza ha sido una de las partes más duras, pero poder seguir luchando por lo que quiero me hace levantarme por las mañanas», determina la jugadora. 

Ella misma considera que está inmersa en la práctica de un deporte minoritario y confiesa que «tienes que tener tus estudios para poder trabajar de lo que te guste o de algo más, porque simplemente del balonmano no se puede vivir». Fue por eso, en parte, por lo que decidió irse a Tenerife, ya que en la isla puede dar continuidad a sus estudios. 

Loscos quiere formarse para dedicarse a una profesión relacionada con el deporte. Empezó Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, aunque en Tenerife está cursando Fisioterapia. Su idea es, en unos años, acabar las dos carreras. «Es lo que me gusta», determina. Su rutina pasa por ir a clase por las mañanas, aunque alguna vez ha tenido que saltárselas para acudir al gimnasio. Por las tardes, prepara junto a sus compañeras los encuentros de la Liga Guerreras Iberdrola. 

Por ser conocedora de todos estos sacrificios, aunque no tenga un referente en concreto, asegura que admira «a todas las mujeres que juegan al balonmano». «Mis compañeras de equipo, las del Dominicos, las que debutan en la selección española... Todas ellas son mujeres que también compaginan estudios y trabajo con lo que nos apasiona», enumera la jugadora aragonesa.

Nacida en 2001, Loscos comenzó en este deporte de bien pequeña. Recuerda que fue en tercero de educación infantil, cuando al salir del colegio «veía a todo el mundo jugando». «En Dominicos siempre el balonmano ha sido un deporte como en otros colegios lo es el fútbol», relata la aragonesa y asegura que se considera afortunada por haberlo descubierto. «Si no hubiese sido por ver a la gente jugando en el colegio y porque los entrenadores insistían no me hubiese fijado en este deporte», explica. Y le ha llevado lejos y alto.

El balonmano la atrapó entre sus brazos y no la ha dejado escapar. Y así ha querido ella que sea para más niñas. Precisamente una de las cosas por las que nunca ha abandonado esta disciplina ha sido porque a partir de ellas y otras dos compañeras que comenzaron a jugar en el colegio «fueron surgiendo los equipos femeninos». 

«Quería seguir jugando para continuar creciendo», asevera la aragonesa y añade que se fue, por una parte, contenta de Zaragoza. «Soy muy feliz de ver la evolución del club de toda mi vida», cuenta. Para ella ha sido «una pasada» poder vivirlo. Ahora, el Dominicos tiene un equipo en Plata y cada vez más conjuntos de categorías inferiores.