Las fronteras son hábitat para contrabandistas, escapatoria para perseguidos, puertas de comercio entre vecinos, escondite de furtivos y tránsito de ejércitos y guerrilleros. Si uno, con respeto y buen oído, se deja llevar en la charrada con algún original del Chistau siempre descubrirá historias de tiempos pasados en los que algún familiar cruzaba a Francia a hacer negocio para paliar el hambre o relatos del maquis en huida nocturna de lenguas delatoras. Los puertos de este hermoso paraje esconden estas tramas que vienen a la imaginación entre el silencio de la andada circundante por los Puertos de La Madera y Plan. Entre grandes campas pobladas de vacuno en el buen tiempo y de nieve en el malo. Ahora, sin unas ni otras, es buena época para recorrerlas.

Partimos desde la Virgen Blanca, campamento en el que tantos han aprendido a amar el monte. La señal marca una subida hacia la Cabaña de Tabernes. La ruta por sendero flanquea el Zinqueta con fuerte oleaje por el deshielo. Al atrapar el puente de Tabernes se obvia para continuar por la misma orilla hasta pasar el barranco de Culrueba y su cabaña con vistas al imperial Llardana y los Eristes. En menos de una hora se alcanza el vado de Bachimala, con la cascada que baja ruidosa del Gran. Si siguiéramos recto terminaríamos en el estrecho Puerto de la Pez.

Sin embargo, giramos hacia el oeste siguiendo la señal y las guías del PR-114. La caminata se orienta ya hacia la panorámica del Culfreda remontando la ladera bajo la sombra de un pinar. Un gran zig zag pasa por un balcón rocoso sobre el valle con foto a los mencionados tresmiles chistabinos. Poco a poco, por monte pelado, alguna apertura de oquedad y curiosas marmotas, se alcanza el Puerto de la Madera (2.552), de piedritas negras y rápida bajada a Francia. Por aquí transitaban antaño los bueyes, en algunos trazos se observan las antiguas calzadas de piedra, tirando de los troncos cortados al otro lado, negocio ahora abandonado en el valle.

Sin PCR no hay Francia

Enfrente queda el crestero fronterizo con el Pico de la Espada, Pico de Castet y el Pico Negro. La cuesta nos llevaría directos al Valle de Rioumajou y en una hora al Hospice, donde se permite la acampada y hay un aparcamiento. No muy lejos está la población francesa de Tramezaïguez, vecina de Saint Lary Soulan.

Sin PCR, al menos a fecha pandémica de publicación, no es una posibilidad. Nuestra opción será pisar la raya imaginaria que rasga los dos países. El regalo es poder regodearse con las vistas en ambas pendientes y atrapar cuatro cimas accesibles. Primero se holla la loma de Pena del Millaris (2.582) y se traspasa el collado de la Forqueta para circundar por un breve canchal la impresionante roca de Pena Castillón (2.658), más dócil por su herbosa cara sur. La última leve exigencia de la jornada será el éxito sobre la Pena Blanca (2.685) antes de descender hacia Tuca Montarruego (2.626) y canalizar los pasos en el Puerto de Plan (2.524). Su inmensidad imagina los encuentros que en esta espalda han debido acontecer. Por aquí cruzaron las tropas napoleónicas, dice la leyenda que huyó el General Prim auxiliado por Mosén Bruno, cura de Saravillo, y otros sin tanta ayuda divina temiendo a las tropas franquistas perdidos hacia el exilio.

Toca regresar a la Virgen Blanca, aunque bien podría completarse el cordal cómodamente hasta la Tuca de Urdiceto, desde donde contemplar el grandioso ibón embalsado, aunque su descenso al GR no está muy bien señalizado.

Volvamos al Puerto de Plan y sigamos las marcas blancas y amarillas (PR-188) o, en sentido contrario, una grandes flechas blancas pintadas en las piedras. Ellas nos dirigen a un descenso cómodo, con el vigía de Peña Suelsa a la derecha, en su cara norte aún invernal en junio.

Pica el descenso por la Pala Sobrestiú y vadeando el barranco de Montarruego buscando el canal de la Basa, en todo momento por país desnudo de arbolado. Destrepan las aguas por cauces estrechos que generan saltos y una sensación de estar por las Highlands de Escocia. No es raro ver ixarxos en el descanso de Es Curtidors si no se va haciendo el cabra.

Se alcanza la pista y el GR-11 en el Plan d’es Carlistas, donde se dice acamparon unos doscientos desertores navarros de este bando en 1835. Se puede continuar por sendero hasta las bordas de Lisier, refugios donde se mudarían tan ricamente Heidi, Pedro, Niebla y el Abuelo. Seguir las marcas rojas y blancas hasta reencontrarse con el Zinqueta y en diez minutos llegar al principio en Virgen Blanca.