A Carmen Maldonado la montaña le llegó como segundo plato. Nacida en el zaragozano barrio Oliver (13-08-1972), sus padres les inculcaron, a ella y a su hermano, la necesidad de la práctica deportiva, también como una manera de evasión de la calle. El atletismo, haciendo fondo, fue su primera apuesta, «pero al conocer la montaña yo encontré mi lugar». Lo halló entre los campamentos de verano y el programa del Gobierno de Aragón para conocer el medio rural. «Para mí la montaña es una forma de vida en todos sus sentidos. No podía imaginarme mi vida sin ella, le ha dado plenamente sentido», indica con rotundidad, reconociendo que el atletismo le dio una base física que le ha ayudado mucho después, también en sus pinitos en el esquí de montaña, otra de sus pasiones.

Federada desde 1986, en el Club de Montaña Pirineos, Carmen es gerente desde hace diez años de la Federación Aragonesa de Montañismo y antes fue directora técnica la FAM. Geóloga titulada, la facultad supuso el paso para «hacer montaña más en serio. Al acabar la carrera, desde la Federación surgió la oportunidad de trabajar como técnicos ahí. Todo me fue llevando y ya no me he separado de la montaña», rememora con una sonrisa.

En esos recuerdos del pasado está en un lugar muy destacado el Huayna Potosí en Bolivia, su techo deportivo en lo personal con 6.090 metros, o su intento de ascenso al Vignemale en invierno, muy jovencita, porque «ahí aprendí de verdad lo que es la alta montaña y lo que podía suponer, porque hasta ese momento había hecho cosas más asequibles. Entonces me di cuenta de que la alta montaña exige, que tienes que ser muy consciente de lo que haces e ir muy entrenada para responder bien en situaciones que son casi límites», explica. Ahora, con el paso de los años, esa pasión por la montaña tiene en su caso «un nivel mucho más recreativo, con mi familia y mis amigos. Mi sitio favorito es el Sobrarbe, aunque estoy encantada de haber nacido aragonesa, tenemos unas montañas y unos paisajes maravillosos en la comunidad».

Se siente particularmente «orgullosa» Carmen de trabajar para una federación que «en ningún momento dudó que yo por ser mujer no pudiera hacer esta labor. He visto muy pocas gerentes en federaciones deportivas, de hecho solo conozco una en la catalana», asegura, con una sonrisa de satisfacción con la que también anuncia que se ve algunos años más en el puesto que ocupa, en una organización deportiva que tiene en estos momentos unos 12.000 afiliados. «Como federación creo que hemos conseguido, en una labor muy colectiva, llegar a toda la sociedad aragonesa. Con la pandemia, esta actividad está viviendo un boom, pero tenemos que lograr que nos favorezca a todos, que logremos que la gente, al ir a la montaña, sea consciente de que tiene que hacerlo bien formada y sabiendo lo que supone».

En este sentido, nombra el Observatorio sobre Seguridad en Montaña del Gobierno de Aragón y del que la FAM forma parte y la necesidad de que este deporte se entienda como un modo de vida que puede ofrecer muchas cosas. «Nos gustaría seguir creciendo por la base, sobre todo a nivel de senderistas, continuar convenciendo a la gente de que la montaña es un modo de vida que te aporta muchas cosas, sobre todo en el tema de los valores. Cuando eliges a un compañero para hacer una actividad es un compañero con mayúsculas. Porque la confianza tiene que ser plena y mutua, asumiendo los dos la parte de la responsabilidad con el otro», asevera.

Recuerda para acabar la gran tradición montañera que ha tenido siempre Aragón, referente no hace demasiado tiempo en el ochomilismo español, siempre la vertiente que más se refleja en los medios, aunque ahora «en alpinismo estamos muy satisfechos, tenemos deportistas de alto nivel, pero que se dedican a una faceta más técnica y de más compromiso», sentencia, sin dejar ni por un segundo esa pasión que la montaña le da y que ella se esfuerza por transmitir.