Después de que en las últimas horas se haya comunicado a los miembros de kumite de la selección española, entre los que se encuentran los aragoneses Babacar Seck, Samy Ennkhaili y Marcos Martínez, la sanción cautelar y un procedimiento sancionador por faltas muy graves, todos los miembros suscribieron un comunicado en el que denuncian «la indefensión en la que nos encontramos al habernos enfrentado al poder ejercido por determinadas personas, para que al menos, nuestra imagen no se vea perjudicada y la gente, la sociedad, y el mundo del deporte pueda comprender el porqué de todo lo sucedido en el pasado evento celebrado en Croacia en el mes de mayo».

Desde el equipo no entienden que se persiga más el hecho de no competir por el bronce que los motivos que llevaron a sus integrantes a renunciar . Ahora se enfrentan, al considerarse faltas muy graves, a una posible suspensión de dos a cinco años y multas entre 3.000 y 30.000 euros. «Podría afectar a familiares y allegados que son cercanos al deporte del karate, siendo otro de los factores utilizados para silenciarnos e intentar que estos hechos queden simplemente con una sanción en nuestra contra», agregan.

Seck, Martínez, Ennkhaili, Cuerva, Rodrigo Ibáñez, José Rafael Ibáñez y Delestal recuerdan que «nos encontramos viviendo una situación tan dura y triste, y que genera tal sensación de impotencia, que necesitamos poner en conocimiento de todos los seguidores de nuestro deporte que nuestra posición no es contra la institución de la Real Federación Española de Kárate sino contra determinados miembros, que son los responsables de haber llegado a la situación más límite vivida por nuestra parte».

«Seguidamente, queremos manifestar nuestro amor por este deporte, y declarar que lo que hemos tenido que vivir en los últimos meses, son circunstancias y situaciones que no deberían de vivirse dentro del ámbito de nuestro deporte, e incluso, en ningún otro ámbito de la vida. Estos hechos han desembocado en la imposibilidad para realizar nuestro trabajo, por los problemas psicológicos ocasionados, que, o bien han supuesto la necesidad de ayuda profesional, o bien simplemente, el no poder estar en condiciones de rendir y realizar nuestro trabajo tal y como este deporte requiere», agregan. «Croacia fue la gota que colmó el vaso», explican.

«Los deportistas no nos encontrábamos en condiciones de poder disputar el evento, y no fue una decisión llevada a cabo por gusto o por meras desavenencias con el equipo técnico. No hay otra cosa en nuestras vidas profesionales, que el amor por el karate, y por los valores que nos enseñaron desde nuestros inicios, siendo lo vivido lo contrario a ello», finalizan.