Ahí estaban todas las quinielas diciendo que Mohamed Katir iba a ser campeón de España de 5.000 en Getafe. Su impresionante marca bendecía esa corriente de pensamiento, pero el deporte va mucho más allá de números. Va de sensaciones y de mucho corazón y Carlos Mayo iba sobrado de ambas, así que en la última recta se impuso al marroquí y la celebración, llena de alegría y rabia, lo dice todo.

«Estuve hablando con la gente que tenía confianza en mí mismo pero no tenía ni mucho menos la certeza de conseguir finalmente lo que he logrado. Había una pequeña opción, pero de ahí a hacerlo... Fue una grata sorpresa. Se vio en la reacción, no pude ocultarlo al saber que ganaba», afirma el joven corredor del Adidas.

Sobre todo, explica, daba respeto el nivel de Katir, porque aunque «mi estado de forma es muy bueno», el marroquí «es un atleta de un calibre espectacular y que puede estar peleando perfectamente por una plaza de finalista olímpico en 5,000, una prueba con un nivel espectacular». «Había respeto, pero había que confiar en uno mismo», apunta Mayo.

Y al final fue viendo que Katir no podía con él, intuyó que «era el momento y que tenía verdaderas opciones de ganar». «Era una carrera con mucha incertidumbre, con ritmo muy lento y un grupo muy compacto hasta el último 1.000. Como no miré atrás no supe cuándo se quedó la gente, iba pendiente de no perder la segunda posición para poder rematar al final. Cuando vi que Katir apretaba y no me quedaba y que él tampoco tenía más fuerzas en los últimos 100 metros vi que era el momento», recuerda.

La carrera, además, como reconoce el atleta aragonés, ha supuesto un chute de moral para los Juegos Olímpicos, la gran cita del año: «En Birmingham (donde logró la mínima) ya me vi muy bien en los 10.000 y esto me ha dado mucha confianza de cara a Tokio», afirma el zaragozano.

Sin presión

Pero más allá del resultado, que también es importante sin duda, lo que más le llena a Carlos Mayo es que venció en una prueba que no se amoldaba a sus características. Fue una carrera en general lenta y muy táctica y «no confío tanto en mi final», comenta. «A ritmos altos funciono muy bien pero cuando la carrera es lenta me faltaba un poquito en los últimos metros», prosigue, por lo que ganar así supuso «quitarme un peso de encima». «En otras circunstancias hubiera llegado más nervioso y queriendo avivar la carrera para tener más opciones y me lo tomé de otra manera», apuntó.

De todos modos, también ayudó acudir a la cita sin mucha presión por haber logrado el objetivo de la mínima olímpica: «No me jugaba nada tan tan importante porque los Juegos son la prioridad y yo ya estoy dentro de los 10.000. Fui con una presión menor y la afronté como una carrera táctica, de campeonato, guardando fuerzas lo máximo posible y salió. Me da confianza para futuras carreras», resaltó.

Este mismo jueves Mayo correrá «por placer mío» el 1.500 en el mitin de Barcelona y el 10 de julio, el 5.000 en Hospitalet en el Campeonato de España de selecciones autonómicas. Y de ahí, a Tokio.