La caza del primer 'tresmil' suele ser un objetivo marcado por muchos montañeros de verano. El ansia por alcanzar la cota más codiciada en los Pirineos provoca un efecto llamada que copa en estas semanas de vacaciones cumbres míticas como Aneto, Monte Perdido o Lardana. Sin embargo, hay que ser consciente de las limitaciones del alpinista accidental, que no hay que empezar la casa por el tejado y sí dejarse aconsejar o llevar por un guía profesional o derivar la aventura a escalas asequibles.

La Tuca Mulleres es una alternativa frecuentada en el Valle de Benasque como en Panticosa lo es Garmo Negro, destino por antonomasia para el bautizo en un 'tresmil'. Lo son porque raspan esta categoría mítica. Mulleres se alza a 3.009 metros y mantiene una subida sostenida y muy progresiva desde Besurta (hasta el 12 de septiembre el acceso desde Llanos es por autobús), pasando por Aigualluts, rozando el promocionado ibón de Coll de Toro y atravesando los ibones de l’Escaleta (17 kilómetros y 1.200 metros de desnivel).

Ofrecemos en esta página la otra opción, la ruta aranesa, más corta y empinada discurriendo por pletas rociadas de lirios y cascadas y una hilera de cuatro ibones antes de afrontar una glera que accede al amplio crestero. El esfuerzo, sin ser inaccesible, obliga a tener un estado de forma notable, un conocimiento del medio y material apropiado y, sobre todo, sentido común y toda la prudencia y un poquito más.

Desde el ‘Espitau’

El origen de esta ruta se encuentra en el Valle de Barrabés, último de Aragón y primero de Cataluña, o viceversa, cosido por la N-230. Antes de cruzar la boca sur del túnel de Vielha, hay que aparcar junto al 'Espitau', justo donde nace la pista del codiciado puerto para los ciclistas. Iniciamos la andada por una pleta floral llena de lirios morados y alguno blanco. Siguiendo pilones de madera se atraviesa un breve hayedo, primo del cercano de Salenques, y se remonta una cascada fotográfica para alcanzar la 'pleta de Molières'. La senda bien marcada se escora a la derecha para tomar altura junto al barranco que se rasga en dos saltos de agua. Continuar por el de la derecha por un estrecho que obliga a utilizar las manos sin riesgos.

Atrapada la 'pleta naua' se altera el suelo de herboso a pedregal, lo que desequilibra la pisada. Esta transición se agrava al remontar un plano de 200 metros de desnivel en los que comienza la exigencia de la jornada. El premio es orillar el primer ibón, conocidos en esta parte occitana como 'Estanhóst'. Si hay alguna duda de que estamos en Arán sólo hay que visitar el coqueto refugio prefabricado y perfectamente acondicionado y conservado (2.300). Merece la pena parar para divisar el objetivo delante, el macizo de los Besiberris detrás y flanqueándonos las cresteras de Tallada y Feixán y la Gerbosa. Este puede ser un magnífico final para el excursionista medio. 

Un monolito de piedras marca la cumbre con el macizo aranés del Besiberri al fondo. S. R. A.

Siguiendo los hitos vamos tomando altura nada más pasar el lago más alargado, el tercero de los cuatro del 'vall de Molières'. Hay que superar una glera de grandes bloques pulidos, pequeñas canales y chorros de agua del deshielo de los últimos neveros resistentes al calor. Poco a poco se va descomponiendo en una marcha de 500 metros de desnivel que desembocan en un último tramo antes de alcanzar el collado (2.930). Aquí es necesario realizar una pequeña trepada de dos metros para alinearse con el cordal cimero. Este paso debe conocerse de antemano, dado que la planificación y la prevención son dos aspectos fundamentales para activar cualquier excursión en alta montaña, y hacerse con extremada cautela y toda la seguridad. Abstenerse llegar a este punto si únicamente se busca el 'selfie cuqui'.

Hasta la cima se supera un crestero nada aéreo por la cara aragonesa y en el que hay que superar pasos incómodos por el tamaño mayor de las rocas. Al hollar la cumbre, donde hay construido un monolito, uno puede descansar entre tremendas vistas del Pirineo catalán, aranés (Forcanada, Montardó, Contessa, Besiberris, Comaloforno...) y benasqués. Precioso momento para mantener el silencio y contemplar nuestra insignificancia.

La panorámica del Aneto es soberbia y hace que merezca la pena la sudada. La cresta de Tempestades y la sucesión de cimas del Russell, Margalida, Coronas, Maldito, Abadías y Maladeta posan en su majestuosidad junto al Rey del Pirineo. Debajo la apertura de Salenques, la Cap de la Vall y el Ibón Negre con el fondo del Ballibierna y el Culebras. Girando el cuello se enumera la muralla fronteriza desde el Salvaguardia hasta el Maupas en un horizonte hipnótico.