Cuando lea estas líneas ella puede estar en cualquier punto del Valle de Benasque. O subiendo por Estós o entre Biados y La Forqueta. Quizá bajando hacia Grist. Corriendo con alegría y animando a los que cace para que sigan. Flora Hernando se hará más de 70 kilómetros de la Gran Trail Aneto-Posets sin entrar en los papeles, por gusto. «El público te lleva, te hace salir con una sonrisa. Nuestra labor es transmitirles tranquilidad y motivarles para que sigan en carrera, meterlos dentro del corte», indica la escoba del evento.

Ella es uno de los 450 voluntarios que hacen que esta competición única sea posible. Su labor desinteresada, alimentada por su amor por la montaña, les ha convertido en una enorme familia que en esta edición vuelve a juntarse con mascarilla tras un año de confinamientos.

Están de vuelta tras reducir las dimensiones, de 3.750 a unos 1.500 participantes y de seis pruebas a las tres más extensas: Gran Trail Aneto-Posets (105 kilómetros y 6.760 metros de desnivel positivos), Vuelta al Aneto (55+3.630) y Maratón de las Tucas (42+2.500). Las medidas preventivas serán troncales en una cita mastodóntica en su organización y donde el papel del voluntario es imprescindible. «La mitad se reparte por los puntos de control y el resto está en Benasque», explica Jorge García Pardos, director técnico.

La pandemia ha alterado también su planificación. No ha habido reuniones presenciales y se ha retrasado la selección. Porque existen cuatro categorías, según su experiencia en la montaña y laboral, para ser efectivos. Porque hacen de todo. Están en los puntos de atención al corredor, reparten dorsales, forman parte del personal médico o de logística, son fisioterapeutas, fotógrafos, encargados del merchandising, speakers, conductores, informáticos, periodistas... «El 80% repiten todos los años. Hay muchos que llevan desde la primera edición. Eso es una garantía de que las cosas van a salir bien», indica Jorge García.

Alojamientos para todos

La gran mayoría viene de Aragón. No todos. Algunos tienen domicilio en el valle. Otros, no. «Al 60% hay que buscarles dónde dormir. Lleva su lío», indica Jorge García. Porque en medio del verano y cifrando que la carrera arrastra a más de quincemil visitantes, esta vez algo menos, esa no es una tarea sencilla.

La colaboración de los socios de entidades como Peña Guara, organizador de la carrera, Montañeros de Aragón, Andarines d’Aragón, Pirineos, Exea, Litera, el CAS... es básica. Estar acostumbrado a moverse en el monte es obligado para aquellos que se ocupan de las zonas de paso de los corredores (40 kilómetros de la Gran Trail transcurren por encima de los 2.000). Hay que vivaquear, dormir al aire libre, en lugares sin acceso por carretera como el collado de Salenques.

Para Flora será la segunda vez que haga de escoba. También ha corrido la Gran Trail, ganándola en la categoría de veteranas. Tiene 49 años. Esta medianoche tomó la salida desde Benasque para acompañar la cola del grupo hasta La Renclusa. Luego hará el segundo bucle entero (50k). No es cuestión de masoquismo. Es por placer. Y por entrenar. «En agosto haré la Ultra Trail del Mont Blanc. Son 170 kilómetros y 10.000 de desnivel», indica.

En total son 50 corredores que se turnan en nueve grupos de tres o cuatro. Controlan que no se superen los tiempos de corte. «Pero sobre todo animamos a la gente. Vamos con los últimos y les apoyamos para que no se retiren, aunque es una decisión personal», cuenta Flora.

En Benasque está Miguel Zazo. Él ha visto la evolución de la Gran Trail. Desde que eran 150 voluntarios en la primera del 2008. «Hemos ido aprendiendo con la experiencia», indica. Coordina el Centro Médico que se instala en Benasque, con dos carpas, una de emergencia en la meta y otra estable en el Polideportivo. En total son 22 médicos y 18 enfermeros que se reparten por la ruta y en Benasque. También gestiona los traslados de los accidentados con dos ambulancias, una de ellas todo terreno, y varias pick up, además de mantener la colaboración del helicóptero del GREIM donde va una médica del 061. «Contamos con orgullo que con nosotros empezó de voluntaria que ahora es una médica de los grupos de rescate», indica este experto en emergencias. Entre los sanitarios hay gente de todas las partes de España y de distintas especialidades. «Hay que valorar al grupo médico de los Bomberos de Barcelona que están repartidos por el recorrido con desfibriladores», asiente Miguel Zazo.

La tradición marca que cuando termina la carrera se reúnen en la meta para hacerse una foto de grupo. De familia. Este año con distancias y con la mascarilla, que no podrá esconder la gran sonrisa del trabajo bien hecho. «Porque sabemos que venimos a una fiesta, pero que tenemos que estar concentrados y ser conscientes de la razón por la que vamos. Y que todos los voluntarios, hagamos lo que hagamos, somos igual de esenciales», concluye Miguel Zazo.