Ana es una lagartija. Su larga trenza balancea cuando trepa por la piedra. «Necesito algo de sol». Declaración extraña cuando asoma el otoño apagando el verano. Normal para alguien que pasa sus vacaciones bajo tierra. Muy viva. Descubriendo las antiguas minas del Sobrarbe, algún yacimiento neolítico o las cuevas que citó Lucien Briet al visitar Ordesa. Fuera oscuridad. Con Bea se marchará a Gavarnie. Aún no saben ni qué harán. Nada de espeleo esta vez.

Ellas forman parte de la sección de Espeleología del Club Atlético Sobrarbe que el pasado fin de semana organizó el III Congreso Espeleopirineos, referente a nivel nacional en esta especialidad, en el que el papel de la mujer ha sido central por su eclosión en los últimos años. Ana Ortás lo ha visto de cerca. Lleva veinte años entre cuevas. Empezó explorando el sector de Escuaín y ahora se dedica a la investigación. «No éramos las primeras. Un referente es la arqueóloga Amor Olomi», dice Ana. «Montse Ubach fue la primera en ponerse el pantalón y embarrarse», añade Esther Lacambra, otra murciélago del CAS.

Durante el Congreso Ana fue una de las tres conferenciantes femeninas. Ella habló del estudio sobre la mina Ana en Parzán dentro de un estudio minero en el que lleva seis años encuevada. Pilar Orche desplegó sus descubrimientos en la Patagonia chilena. A este despliegue se unió el desarrollo de un concurso fotográfico donde la mujer, como autora o protagonista, era el centro del foco. Un taller de primeros auxilios impartido por mujeres fue otro testigo para visibilizar la inclusión femenina al ritmo de la caducidad de conceptos sociales arcaicos.

133 espeleólogas están federadas en Aragón. Eso supone un 35%, una cifra que ha crecido en los últimos años. Un indicio del cambio es que desde 2016 preside la federación Ainhoa Ruiz. «En todos los grupos ya es normal que haya alguna mujer», afirma Esther Lacambra. «No se trata solo de que seamos más, sino de que se nos vea, por eso es importante que haya conferenciantes chicas», añade Beatriz García Pietro. Otro dato: El 30% de los 150 participantes en el congreso, procedentes de 17 provincias y 40 asociaciones distintas y desde Francia, eran mujeres. «Es un evento único en España. Para nuestro club es un orgullo y honor organizarlo, más teniendo en cuenta que estamos en un auténtico paraíso para la especialidad», afirma Alberto Bosque, presidente del Club Atlético Sobrarbe. Este 2021 es el año internacional de las cuevas y el karst.

Algo habitual

«Ya es habitual ver en los grupos de rescate a mujeres muy preparadas o en los cursos de iniciación son formadoras que han pasado las mismas pruebas y exámenes que todos», remarca Nacho Ortega, secretario de la Federación Aragonesa de Espeleología. 

En Aragón no existe ningún club exclusivo femenino como puede ocurrir en el montañismo con Adebán. Sí se ha hecho algún encuentro solo para ellas a nivel nacional o autonómico en Andalucía o Castilla La Mancha. «En nuestro club son la cuarta parte. Tenemos mujeres que comandan expediciones. Pero no hay tantas como nos gustaría», indica Jorge Tello, presidente del Centro de Espeleología de Aragón, el más copioso a nivel autonómico exclusivo en este deporte y responsable de la ponencia sobre la conexión del sistema de Lecherines y el Sima Baste de más de 35 kilómetros. 

La ruptura de cánones obsoletos y la apertura social ha abierto a todas un mundo de barro, días y días entre la oscuridad y de fortaleza mental ante lo desconocido. «Nunca me he sentido discriminada, aunque fuera la única entre hombres», advierte Ana. «Es verdad que faltan detalles por desarrollar, por ejemplo, en las equipaciones. Solo un modelo de traje para mujeres, falta variedad», apunta Esther Lacambra. O el abandono de la actividad por la maternidad. La propia Esther está embarazada y ha decidido no parar. «Sé de chicas que se han metido a la cueva y han dejado fuera a su bebé con el marido o un amigo», indica. 

Ella, Esther, fue la encargada de organizar la parte más dura del congreso. Una despedida. A su amiga Sandra Salamero, con la que se apuntó al curso de iniciación hace... Sandra falleció haciendo barranquismo en mayo. Era miembro de la sección del CAS. «Entregamos una placa a sus padres, hicimos una exposición con sus fotos y un vídeo con un mensaje que leí yo. Era una jabata, siempre alegre». Por ella debe volver al agujero, cargando del crío, sin que ser madre sea una barrera para nada. Ni una cueva donde esconderse. Aunque de vez en cuando haya que salir a tomar el sol. «Lo que se tiene que conocer es la espeleología en general. Que no solo se hable cuando haya accidentes», sentencia Ana.