A media tarde de este lunes y con una amplia sonrisa llegaba Raquel Roy con su medalla de plata a la estación Delicias de Zaragoza, una presea conquistada en Dubái, en unos Mundiales de kárate donde la representación femenina española en kata por equipos se volvió a quedar con la miel en los labios de no poder superar a Japón, siempre candidata al oro por nivel y por tradición, en la final. «Sabíamos que era muy difícil porque Japón siempre es la favorita, pero estamos supercontentas de lo hecho. Nos sentimos muy bien haciendo el ejercicio. Las tres teníamos un pensamiento de que les podíamos vencer, que no nos habían parecido tan inalcanzables», aseguró la karateca aragonesa nada más arribar a la capital aragonesa, siempre sonriente y con la meta de que esa medalla de oro acabará por ser una realidad.

Hace tres años, en 2018 y en Madrid, también se escapó. Entonces formó equipo con Lidia Rodríguez, con la que fue campeona del mundo cadete y júnior por equipos, y Marta García. En Dubái no estaba esta última y el trío lo completaba María López. «Éramos un equipo nuevo y eso hay que tenerlo en cuenta, pero pensábamos que esta vez iba a ser la definitiva», añadió la zaragozana, con un título europeo absoluto en el palmarés, pero que sigue echando de menos ese cetro mundial. «Nos falta esa medalla absoluta en un Mundial, no sabemos cuándo va a ser pero el deseo está ahí y llegará». La siguiente cita es en 2023.

«Éramos un equipo nuevo y eso hay que tenerlo en cuenta, pero pensábamos que esta vez iba a ser la definitiva»

Mientras, Raquel va a poner con la Liga Nacional en diciembre punto y final a una temporada exitosa, con dos oros en pruebas de la Premier League, en Estambul y en Lisboa, y la plata del Europeo, donde Italia le superó al combinado español en Porec (Croacia) el pasado 23 de mayo. «En el anterior Europeo les habíamos ganado, pero en este acabaron por delante. No nos pareció muy justo, porque creo que hicimos un mejor trabajo que ellas, pero al final la calificación de los árbitros siempre tiene un punto subjetivo. Se trata de trabajar con el objetivo de que la próxima vez vean clara esa diferencia a nuestro favor», sentenció con seguridad.

Sin el objetivo olímpico al no ser ya el kárate una disciplina que entre los Juegos, aunque en todo caso por conjuntos nunca lo fue, y con el afán de superación que exige una especialidad donde la compenetración es básica en los ejercicios, porque «se trata de repetir no miles de veces sino millones para que salga justo lo entrenado y que no haya ningún fallo», Raquel a sus 23 años y con sus estudios de Ingeniería Informática como base de su futuro no se marca un techo en su carrera, ni un final: «De momento me gusta lo que hago y disfruto entrenando y compitiendo. Sandra Sánchez tiene 40 años, aunque no es lo normal y no creo que mi carrera sea tan larga».

Por tradición familiar

Su padre le metió el gusanillo del kárate y ella acabó por decidirse al ver competir a su hermano. Desde entonces, no ha dejado de superar retos en una carrera que de momento se tiene que centrar en la participación por equipos, puesto que en individual «solo puede haber una representación por país. En España está Sandra Sánchez y es muy complicado quitarle ese sitio», concluye sonriente, mirando esa medalla de plata lograda en la final ejecutando el ejercicio 'Anan' que está convencida de que en 2023 se convertirá en oro.