La invasión de Ucrania está generando un problema humanitario de primera magnitud en Europa. Millones de personas huyen de las bombas tras perderlo todo de un día para otro y encuentran toda clase de dificultades para salir del país. Más aún tienen las personas con discapacidad, quienes dependen mucho más de la ayuda exterior para poder ponerse a salvo. Por eso desde que Rusia lanzó los primeros ataques sobre Ucrania Teresa Perales solo podía pensar en Olena Akopyan.

En 2004, en los Juegos de Atenas, fueron grandes rivales en la piscina. Akopyan es una de las grandes nadadoras paralímpicas ucranianas y cuenta con 15 medallas paralímpicas. En Atenas sumó cuatro por seis de la aragonesa. Pero esa rivalidad se queda solo en el agua. Desde el primer día del conflicto en Ucrania Perales intentó ponerse en contacto con Akopyan.

«Todos los días me despierto y lo primero que pienso es en toda la gente de Ucrania que está sufriendo tanto. Hoy estoy muy contenta porque he conseguido hablar con una nadadora amiga. Contenta por saber de ella. Triste, porque está intentando huir de las bombas hacia el interior del país. Tiene dos niños y ella va en silla de ruedas de ruedas. Los bÚnker no son accesibles. Su marido se quedó obligatoriamente donde vivían. Me siento impotente», contó en su Twitter el 28 de febrero.

17 días después, la historia tiene final feliz. Tras mover su agenda y pedir ayuda a asociaciones como Accem y la Fundación Dfa, Olena Akopyan ya está en Zaragoza junto a sus dos hijos y sus dos gatos. Agotada, tras un viaje que por momentos parecía eterno, pero la ucraniana ya puede descansar y empezar a reponerse del horror.

«Quiero empezar dando las gracias a todas las personas y entidades que os habéis implicado en que lo que voy a contar, se haya hecho posible. Gracias de corazón. Después de días de incertidumbre y de mucho miedo por sus vidas, Olena y sus hijos, ya están conmigo. Agotados, pero a salvo. Este abrazo lo dice todo».

Las dificultades de Akopyan han sido múltiples. Vivía en Brovari, a 20 kilómetros de Kiev. Cuando empezó a escuchar las bombas, cogió todo lo que pudo y comenzó una odisea de huida para salvar a sus hijos. «Desde el segundo día de invasión, vamos hablando. Desde el centro paralímpico organizamos cómo venir a España. Pero necesitan descansar. 10 días allí. Unas 125 personas más: 40 niños y 3 bebés. 15 personas en silla de ruedas», relata la propia Perales en sus redes sociales.

El pasado domingo, Akopyan volvió a escuchar las bombas. «No hay tiempo para descansar más. Hay que seguir huyendo y cruzar la frontera. 2. 700 kilómetros hasta Zaragoza. La primera noche duermen en el coche, no hay hotel disponible. 3 días de viaje. Solo dos noches en el camino (estas sí, en hotel) y por fin a salvo. Mucha gente, como ella, necesita nuestra ayuda. Abramos nuestras casas y nuestros corazones. Colaboremos con las organizaciones que trabajan allí. Nos necesitan», concluye Teresa Perales.