Algunas mochilas empiezan a parecer la trastienda de un badulaque electrónico. La batería extra y el cable de turno son tan indispensables como los crampones o la cantimplora para tirarse al monte con la seguridad de revivir al GPS, el reloj, el móvil o lo que sea. Esta caducidad temporal puede poner en un problema a aquellos que se fían de la tecnología como única guía en sus excursiones. La solución de siempre del papel puede resultar incómoda por su fragilidad y falta de flexibilidad para llevarlo sano en el bolsillo.

Un dúo de emprendedores aragoneses ha encontrado una solución a esta circunstancia. O, al menos, han dado una alternativa complementaria. Impulsan la introducción de un producto novedoso, los mapas textiles. En apenas unos meses, M-Up! la StartUp que se ha inventado con éxito este nuevo concepto de orientación en la montaña. De tela.

«Nace de la inquietud de intentar mejorar absolutamente todo y de perderse muchas veces por el monte». La bombilla se le encendió a Álvaro Serrano, diseñador de producto, responsable de innovación y estrategia empresarial, tras finalizar unas prácticas en Trangoworld al cabo del 2019. Monitor de Okapi, un grupo de scouts del Romareda, habitual de andadas y trepadas, en su cabeza rondaban distintas ideas y soltó esta al vuelo. La pandemia le animó a exteriorizar un proyecto al que se le unió otra scout de Calasancio, Teresa Gurrea, diseñadora gráfica y creativa, a la que conocía de la universidad, estudiando ingeniería y diseño industrial.

Una montañera, con uno de los mapas de tela del Pirineo. SERVICIO ESPECIAL

El desarrollo del mapa les llevó a un sendero de investigación con muchas curvas. Conectar trapos, estampaciones y remates no fue sencillo. La fase fue ir probando y creando prototipos. «Imagínate las combinaciones que se pueden hacer con cinco telas, cinco tipos de impresión y cinco formas de cerrar los bordes. Nos volvimos locos. Al final encontramos una fibra de poliéster con tratamientos especiales para que sea hidrófuga y resista mejor la abrasión. Además, es un material 100% reciclado y reciclable» reitera Álvaro, voz de este equipo de veinteañeros.

En esta aventura no estuvieron para nada solos. Mantuvieron una buena cordada con la propia marca Trangoworld y se aliaron con Alpina y Prames para disponer de la cartografía de esas editoriales especializadas. Para el último largo contaron con la experiencia de Carlos Pauner, con cuya opinión finiquitaron la definición de los mapas.

Una primera campaña de crowdfunding se extendió por tres establecimientos de Zaragoza, donde han vendido con éxito una primera tirada de 150 unidades. Aunque disponen de una web propia y redes sociales desde las que visibilizan el producto y la marca, una de las asignaturas pendientes es impulsar la venta digital.

No es el único tema en cartera de M-Up!, que arrancó definitivamente a mediados del 2021. A la cartografía del Pirineo oscense, respetando la toponimia local, se unirán en breve otras zonas aragonesas como Albarracín, Javalambre o Moncayo. «Queremos promoverlos en estaciones de esquí u otros espacios vinculados al mundo de la montaña y añadir otros usos como souvenirs, sin dejar de ser un mapa técnico. Nuestro deseo es poder incorporarnos al mercado internacional, por ejemplo, en las zonas más turísticas de los Alpes», insiste Álvaro.

Plataforma de alquiler

Esperen, esperen, no se quedan aquí. Su destreza explota otras variables del negocio con una motivación clara: «ser un referente en la innovación y seguridad en la montaña». Evolucionar los planos es su siguiente paso. «Vamos a añadir QR desde los que se podrá acceder a información práctica de la zona, comprobar la meteorología en directo, el estado de la nieve…», afina Álvaro Serrano.

La utilidad de los mapas textiles es obvia. Si se mojan se secan, se guardan en cualquier sitio y «no se quedan sin batería ni se congelan a cinco grados bajo cero». No obstante, no se consideran rival de las aplicaciones digitales, sino un elemento complementario entroncado con la tradición de la orientación en la montaña. «El primer mapa del que se tiene constancia se inscribió en una roca. Este es un producto que no hemos encontrado en otros puntos del planeta, aunque sabemos que los aviadores en la Segunda Guerra Mundial llevaban los mapas en un trozo de tela de seda», indica el fundador de esta StarUp.

Por ese vínculo con la enseñanza de la orientación más clásica la misma Guardia Civil les pidió 50 unidades para su escuela de formación de Alta Montaña. Su iniciativa ha calado especialmente en senderistas y no tanto en corredores de alta montaña como en ciclistas. Este perfil les empuja a promover otras líneas de negocio. «Estamos trabajando en una plataforma online de alquiler de material de montaña, rápida y sencilla, rediseñar un servicio tradicional para no tener que ir a una tienda para alquilar unos crampones o un neopreno. Nuestra ambición es acercar las montañas a las personas», concluye Álvaro. Su proyección les lleva a trazar rodadas de colaboración con otros emprendedores de lujo; el proyecto BTT Zona Zero en Sobrarbe.