En un final inenarrable de campeonato, el Manchester City revalidó el título de la Premier. Partía con todas las ventajas –un punto más que el Liverpool y jugando en casa– pero rozó la tragedia, por no decir el ridículo, si hubiera dejado escapar ese trofeo que ya era suyo con la derrota que estaba encajando ante el Aston Villa. Acabó atrapando esa cuarta corona en cinco temporadas en una reacción antológica cuando todos los demonios ensombrecían la primaveral tarde de Manchester.

Miles de personas invadieron el césped en cuanto oyeron el pitido final, sacudiéndose de encima 90 minutos de angustia y sufrimiento, de una tensión insufrible, corriendo en una explosión natural y humana, justificada y que demoró la entrega del trofeo, la cuarta Premier de Pep Guardiola, que le convierte en el técnico no británico que ha conquistado más unidades de la historia del fútbol inglés.

En seis años ha adelantado a Arsène Wenger y José Mourinho, y en lo que es estrictamente la Premier solo tiene por delante a Sir Alex Ferguson. Cuatro de los ocho títulos del City han llegado de la mano del técnico de Santpedor, en cuyo palmarés se cuentan ya 10 de las 13 Ligas que ha disputado como entrenador: 3 de 4 Ligas con el Barça, 3 de 3 Bundesligas con el Bayern y 4 de 6 Premiers con el City.

La última ha sido la más angustiosa y estremecedora. De ahí sus lágrimas al final del choque, desbordado por la emoción, común en los miles de personas que se echaron a correr hacia el césped y que, recuperada la cordura, retrocedieron al cabo de unos minutos a la grada para disfrutar de la fiesta en sí, que tanto se había retrasado.

El remate de Coutinho

Llegó a estar perdiendo el City por 0-2 en el Etihad a falta de 20 minutos para el final, ejecutado y remachado por Philippe Coutinho, exjugador del Liverpool (m. 69), en el tercer contrataque del Aston Villa. Pero llegó entonces una briosa reacción; sobre todo, acertada reacción. Porque solo le faltaba el remate atinado al City. Y se sucedieron tres consecutivos, en apenas cinco minutos, que voltearon el resultado.

Abrió el cofre Ilkay Gundogan, que apenas llevaba ocho minutos en el campo, al cabecear en el segundo palo un gran centro de Sterling, otro jugador de recambio (m. 76). Casi inmediatamente se asomó al borde del área Rodri (m. 78), para conectar un tiro raso dificilísimo que paliaba la hemorragia que desangraba al estadio. Y a continuación intervino el gran astro, Kevin de Bruyne, para dar la asistencia definitiva que Gundogan remachó, de nuevo en otra aparición desde la segunda línea (m. 81).

Gundogan culminó la remontada y dictó la sentencia virtual. Por fortuna para el City, el 3-2 se produjo instantes antes de que el segundo gol del Liverpool obligara a los celestes a ganar para ser campeones. También en los últimos instantes el Liverpool se vació en busca de ese título que estaba en manos ajenas. Mo Salah (m. 84) y Andrew Robertson (m. 89) rompieron el empate también sorpresivo ante el Wolverhampton para terminar con un triunfo (3-1) estértil.

Desde el minuto tres

El dramatismo tiñó la jornada desde el primer minuto prácticamente. Algo previsible, en el desenlace del campeonato, pero no que fuera un componente que afectara tanto a los dos equipos más invulnerables del campeonato. Desde el tercer minuto, exactamente, escampó la emoción cuando Pedro Neto marcaba el 0-1 del Wolverhampton en Anfield.

La pronta reacción de Sadio Mané (m. 23) tras un pase de Thiago Alcántara, encaminó la imprescindible victoria que necesitaba el Liverpool, al que ni siquiera favorecía la derrota del City. En ese caso, empatados a puntos, era campeón el cuadro celeste por la mejor diferencia de goles. El once de Guardiola no empezó a acusar la presión hasta que se vio por debajo en el marcador.

Fue un visto y no visto. Tenía cercado al Villa, con un ataque insistente y fluido, cuando toleró una rápida salida del balón desde atrás. Los visitantes fueron avanzando metros sin oposición hasta el punto que los dos laterales parieron el gol: Lucas Digne alcanzó la línea de fondo y centró al área para que Matty Clash cabeceara en carrera (m. 37), sin que Joao Cancelo hubiera advertido de su llegada: no la advirtió porque nunca miró atrás.

Sin red

El marcador invitó a Guardiola a tomar una medida drástica: entró Zinchenko por Fernandinho, a quien se le acabó el homenaje de despedida al descanso. Ejerció de central y tuvo un titubeo. El otro central, Laporte, cometió un grave error que pudo costar el 0-2 al permitir que Watkins, partiendo desde la divisoria, cazara un saque desde su portería.

La derrota dejaba al City sin red, a expensas de que un gol del Liverpool le privara del título. Como el empate no servía de nada, Klopp rescató del banquillo a Mo Salah, a quien reservaba para la final de la Champions. Igual que a Virgil van Dijk, también con molestias físicas. Marcó Salah, había marcado Coutinho, echando la mano a su exequipo, pero entre uno y otro, aparecieron Gundogan y Rodri.