Montaña

Por el museo de esculturas fluviales

La escritora y fotógrafa Marta Montmany Ollé ha recopilado hasta treinta ’Rutas por cañones, gargantas y foces’ de Aragón, en un libro editado por Sua Edizioak que invita a descubrir y a recorrer estrechos caminos por parajes esculpidos por el agua

La Foz de Salinas escolta la marcha del Barranco Salau.

La Foz de Salinas escolta la marcha del Barranco Salau. / SERVICIO ESPECIAL

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

Foz de Salinas (Huesca): Las agujas de los buitres en el Reino de los Mallos

La provincia de Huesca condensa más de la mitad de las propuestas que Marta Montmany realiza en su publicación. La recopilación recoge grandes clásicos del Pirineo desde la Boca del Infierno que accede a la Selva de Oza hasta las inmensas maravillas talladas en Ordesa, Añisclo; o joyas del Prepirineo como Mont-Rebei o Mascún y el Vero, en la Sierra de Guara.

De las menos transitadas, más coquetas, desarrollamos en este pedazo el camino familiar que acompaña al barranco Salau. Parte desde Villalangua, población de la Hoya de Huesca, en el Reino de los Mallos. Tomando como partida la iglesia de San Martín, desde la calle Baja, siguiendo las señas del PR, se pasa el río Asabón, donde aparece un letrero informativo y un sendero que tomaremos.

Luego un tramo de pista nos lleva a un gran roble, desde donde, hacia la izquierda, avanzamos, ahora, por un camino que nos dirige directamente hacia la puerta de la Foz de Salinas. Unas apuntadas agujas, donde es fácil observar algún buitre, anuncia la entrada hasta el estrecho. Tras cruzar un puente, se asciende una media hora entre acebos, hasta toparnos una bifurcación. Obviar el desvío hacia Salinas Nuevo y andar por la senda de la derecha.

La luz va faltando por las murallas que nos escoltan. De repente, el estrépito del cauce nos avisa de la llegada a la Cascada de la Rata. Su observación es obligada antes de enlazar, por un nuevo puente, con la otra orilla del barranco. En pocos minutos se va abriendo el congosto hasta situarnos en un valle. En él, la caminata vuelve a subir al encuentro de las ruinas del viejo pueblo de Salinas, donde se producía este mineral hasta su abandono en 1950. El retorno a Villalangua se hace por el mismo recorrido (1 horas y 45 minutos, ida y vuelta).

Barranco Valhondo (Zaragoza): Descubriendo el místico 'Siq' oculto de Aladrén

Para entrar en la increíble ciudad monumental de Petra, en Jordania, se atraviesa el ‘Siq’; un pasillo natural, seco barranco moldeado con gracia psicodélica. Igual de oculto, menos afamado, se esconde en Aladrén (Campo de Cariñena), un pequeño ‘Siq’ maño.

Advertir que, si hay tormentas o se presagian, mejor dejar esta excursión para otro día, por la posibilidad de una peligrosa crecida repentina de un cauce que, normalmente, no lleva nada de agua y es transitable.

Empezamos en Aladrén. Hay que seguir las trazas del PRZ141 hasta una bifurcación entre cultivos mediterráneos, continuando por la derecha, y después por un sendero, señalado con estacas tras el paso por una caseta, que nos adentra en el barranco Valhondo. 

Las paredes se estrechan hasta poder tocarse con las dos manos.

Las paredes se estrechan hasta poder tocarse con las dos manos. / SERVICIO ESPECIAL

En algo menos de una hora hayamos un espacio espectacular. Las dimensiones se han acortando, reduciendo paulatinamente la anchura. Avanzamos por el lecho, por lo que hay que tener precaución con los resbalones en las losas mojadas. Entre pasillos, badinas y grandes bloques, la oscuridad se adueña del ambiente. Tal es la sensación, que es posible tocar con ambas manos las paredes enfrentadas. Se supera algún pequeño salto y destrepe, equipado con grapas, sin complicaciones, hasta desembocar en el ruidoso Huerva.  

Se vuelve por El Toscal, por el Z 141, tras remontar el río y seguir las indicaciones de un panel informativo. Se toma un acceso hasta una pequeña loma desde la que observaremos el Huerva y alcanzaremos una pista forestal. Seguir este trayecto hasta una nueva bifurcación, siguiendo por el camino de la izquierda, que nos acerca hasta Aladrén. Sin prisas y sin grandes pausas, es posible realizar toda la excursión circular en unas cuatro horas. En total, se completan unos diez kilómetros.

Estrecho de Valloré (Teruel): Los caprichos del agua y la roca en el Matarraña

El Matarraña, tierra fronteriza, nos ofrece esta alternativa, dentro de las nueve foces y gargantas que este libro ofrece dentro de la provincia de Teruel, todas de interés y no todas tan conocidas.

Esta nos lleva hasta el pueblo de Mezquita de Montoro, conocido por sus ‘órganos’, formaciones caprichosas de piedra erosionada de más de 200 metros de altura. Otra maravilla de este paraje es el estrecho de Valloré, ruta para toda la familia, por su facilidad.

Desde el pueblo, cogemos una pista asfaltada en la que nos topamos con las indicaciones del PRTE81. Llaneando, alcanzamos un desvío, que seguimos hacia la derecha antes de alcanzar la bifurcación que marca el inicio del tramo circular, señalizado con un cartel de la vuelta al Mirador de Valloré.

Formas geológicas horadadas por el Guadalope durante siglos.

Formas geológicas horadadas por el Guadalope durante siglos. / SERVICIO ESPECIAL

Se asciende rápidamente para tener vistas del Guadalope y Mezquita de Montoro y hasta un farallón rocoso, que se circunda con precaución por pequeñas canales, equipadas con grapas y sirgas metálicas, hasta llegar al Mirador. La panorámica de las agujas y cortados que ha formado el Guadalupe es una delicia geológica. 

El descenso, por una zona pedregosa, hay que hacerlo con cuidado, aunque está equipado. La orilla nos encajona entre farallones. El camino atraviesa el estrecho, con un tramo de 200 metros de una pequeña pasarela alzada sobre el agua del río.

Mantener el paso por el cauce hasta salir del congosto tras divisar un par de pequeñas cascadas. Al llegar a un puente se alcanza una división del camino. Cualquiera de las dos opciones nos lleva de vuelta a Montoro de Mezquita. En algo más de dos horas, aproximadamente, se realiza esta excursión bella y fresca. 

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