El encuentro benéfico entre el Casademont y el Bada Huesca del domingo

Una huella imborrable

Cristina Ortega, su mujer, Pablo, Sorli e Ibai Cano, excompañeros, evocan la figura de Fernando Bolea e invitan a los aficionados al partido en homenaje al exjugador y técnico, que sufre alzhéimer

De izquierda a derecha, Juan Carlos Caamaño, Sergio Durban, Mariano Soriano, Pablo Hernández, Cristina García y Néstor Oliva.

De izquierda a derecha, Juan Carlos Caamaño, Sergio Durban, Mariano Soriano, Pablo Hernández, Cristina García y Néstor Oliva. / ÁNGEL DE CASTRO

Si hablamos de balonmano aragonés, uno de los primeros nombres que se viene a la cabeza de cualquier fanático de la disciplina es el de Fernando Bolea, exentrenador y exjugador del Garbel Zaragoza (posteriormente CAI Balonmano Aragón), que ganó con el CD Bidasoa de Irún una Liga Asobal, la Copa del Rey, la Copa Asobal y la Copa de Europa. También participó con España en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 y fue quinto. No obstante, su mayor hazaña la logró en Zaragoza, cuando en 1999 retornó a la capital aragonesa fichando por el Garbel como jugador. Ese mismo año, Bolea descendió con el conjunto zaragozano a la División de Honor B y aceptó el puesto de entrenador-jugador en la temporada 2001-2002. Al año siguiente, el mítico jugador se retiró de la pistas, pero siguió entrenando al equipo y en 2005 consiguió ascender a la Asobal. Sin embargo, distintas discrepancias con la junta directiva hicieron que dejara el club antes de debutar en la élite.

Actualmente Fernando tiene 57 años y sufre alzhéimer, diagnosticado desde el 19 de julio del 2020. Por ello, el BM Casademont y el Bada Huesca jugarán este domingo a las 12.00 horas en el Siglo XXI un choque benéfico para ayudar a mejorar la calidad de vida de Bolea y el costoso tratamiento que debe seguir. "Él se encuentra en Salamanca, ya que cuando estuvimos en una residencia en Valladolid no había manera de que le pusieran la medicación correcta y tuvo trastornos de conducta y nos invitaron a marcharnos a los dos días. Hay muy pocas residencias para esta enfermedad avanzada. O vas a residencias especializadas o no hay manera. De momento va a seguir allí", subraya su mujer, Cristina Ortega.

La esposa de Bolea recuerda todo lo que significó el balonmano para Fernando, ya que "fue su vida, su trabajo, su vicio, su quebradero de cabeza y su hobby" y recalca que "cuando llegó a Zaragoza su idea era quedarse en la ciudad para siempre, pero vino un palo grande, uno de los tres que se llevó. A pesar de los ascensos que consiguió, la directiva decidió no seguir contando con él. Eso es lo que le mató, como decía él", recuerda ahora su mujer.

En otro orden de cosas, su mejor compañera recuerda lo bonito que fue vivir el ascenso a la Liga Asobal con el CAI Balonmano Aragón. "Para él sus chicos eran los primeros e intentaba entenderles y comprenderles. El ascenso fue una alegría máxima, aunque a los dos días se tornara en tristeza, pero para él fue un recuerdo imborrable por ser en Zaragoza", dice.

Pablo Hernández, exportero del CAI Aragón y actual presidente del Balonmano Casademont, recuerda a Fernando como un gran entrenador, pero sobre todo como "un amigo" y destaca que "habrá jugadores que prefieran otro tipo de entrenador, pero él sabía sacar lo mejor de cada jugador desde la amistad y la ayuda. Fueron mis mejores años deportivamente". "Recuerdo un partido ante el Baracaldo. Estábamos muy nerviosos y nos dijo: ‘echaos un futbito, vais a la ducha y mañana venís más tranquilos’. Al día siguiente ganamos", rememora Hernández.

Asimismo, Ibai Cano lo conoció tanto como jugador como técnico y ya vio que apuntaba maneras para lograr ser un gran entrenador. "Ya veías cosas. Cuando estaba de extremo hablaba mucho con los compañeros, igual por ser veterano, pero sí que se veía a la larga", dice Cano, que recuerda a Fernando "como todo un referente. Ver a un jugador de Aragón que fue campeón de Europa... Ha habido muy buenos jugadores, pero Fernando tenía mucha clase", apunta.

Amadeo Sorli, quien coincidió con Bolea desde su llegada en 1999 hasta su salida en 2005, destaca que «tenía posters del Bidasoa y cuando me enteré de que venía a Zaragoza intenté aprender y empaparme todo lo que pude. Era difícil porque su talento era inimitable", explica Sorli entre risas, que añade que "pasábamos muchos ratos buenos, fue compañero mío de habitación. Creo que es el momento de apoyarle y intentar hacerle la vida lo más facil posible", acaba. 

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