Ligas europeas

Arsenal y Nápoles sueñan despiertos

Los dos equipos y sus atractivas apuestas llegan a la mitad de sus campeonatos con ocho y nueve puntos de ventaja | Aspiran a un título que no logran desde hace 19 años en el caso de los ingleses y de treinta y tres en el de los italianos

Los jugadores del Arsenal celebran su victoria sobre el Tottenham, el pasado domingo.

Los jugadores del Arsenal celebran su victoria sobre el Tottenham, el pasado domingo. / EP

Juan Carlos Álvarez

Generaciones de aficionados del Arsenal y del Nápoles sueñan despiertos con la posibilidad de poner fin a la larga sequía que viven sin conquistar la liga de sus países, el título que con más ansia desean. Diecinueve años llevan esperando los londinenses; treinta y tres años los napolitanos. Mientras España sigue entregada al duopolio Real Madrid-Barcelona y Alemania no se libera de la dictadura del Bayern, Inglaterra e Italia viven aires de cambio que han tenido este fin de semana un episodio fundamental con el triunfo del Arsenal en el derbi londinense con el Tottenham (0-2) y la goleada del Nápoles sobre la Juventus (5-1) en un enloquecido San Paolo. Con medio curso aún por completar los dos equipos han abierto un socavón con sus perseguidores (ocho puntos en un caso; nueve en el otro) y parece que solo ellos pueden arruinar estos meses de competición. Al Arsenal y al Nápoles les une también el gusto por un modelo de juego en el que prima la verticalidad y que representan mejor que nadie sus futbolistas más en forma: el noruego Odegaard reina en Londres y el georgiano Kvaratskhelia.

Una vez destetado de Pep Guardiola, con el que hizo las prácticas como segundo entrenador, Mikel Arteta ha encontrado su espacio en el equipo cuya camiseta defendió en sus últimos años como futbolista. El Arsenal apostó por él mediada la temporada 2019-20 con la idea de armar un proyecto que convirtiese en puntos la inversión en futbolistas que habitualmente han hecho los londinenses. Arteta se estrenó con un título en la FA Cup redondeado con la Community Shield de unos meses después. Pero le ha llevado un par de años dar forma a un proyecto que floreció después de un verano en el que se gastaron 132 millones de euros (52 en Gabriel Jesús, 32 en Zinchenko y 35 en el portugués Joao Vieira fueron sus principales operaciones). El equipo vuela a las órdenes de Martin Odegaard que, una vez cerrado el tiempo de sus idas y venidas al Real Madrid, parece confirmar que el equipo blanco debería haber tenido un poco más de paciencia en él. En la actualidad es el mejor jugador más en forma de la Premier League y si al comienzo de la temporada el Arsenal vivió en gran medida del talento de Gabriel Jesús (5 goles y 7 asistencias de lo que va de temporada), en la actualidad el noruego es el dueño del equipo. A su capacidad para mover el equipo y manejar la pelota ha añadido una admirable facilidad para encontrar la portería contraria como lo acreditan los 8 goles anotados en la Liga para convertirse en el máximo anotador del Arsenal en lo que llevamos de Premier. Eso sí, Odegaard ha encontrado un puñado de imprescindibles socios de diversa condición: desde el portero Ramsdale a la solidez de Xhaka en el centro del campo y al vértigo que en ataque le proporcionan el joven Saka (7 goles y 7 asistencias en lo que va de Liga), el brasileño Martinelli (7 goles y 3 asistencias) o el joven Nketiah, salido de la cantera, que ha anotado también siete goles.

En lo que va de temporada el Arsenal solo ha cedido en su visita a Old Trafford en el primer mes de competición, donde cedieron por 3-1 en su peor actuación de la temporada de largo. El resto del tiempo se han mostrado como un equipo infranqueable que pronto recibirá en su estadio al Manchester City en el encuentro que podría marcar el destino de la temporada. Con ocho puntos de ventaja caminan por la senda que por última vez recorrió aquella escuadra irrepetible que dirigía Wenger y en la que se juntaron Henry, Bergkamp, Cole, Pires, Gilberto Silva, Ljungberg, Vieira, Lehmann, Campbell, Kolo Toure o Ashley Cole. Palabras mayores.

En Nápoles cuesta mucho más frenar la euforia como corresponde a una tierra siempre exagerada. Desde que Maradona dejó el equipo no han vuelto a levantar un título de Liga, treinta y tres años han pasado desde entonces. Alguna vez han coqueteado con ello, pero al final se impuso la lógica del dinero del norte que tanto gusta vender en Nápoles. Hoy cuesta frenar la locura en torno al equipo de Luciano Spalletti. El pasado fin de semana golearon a la Juventus (5-1) para estirar la ventaja hasta los nueve puntos. Como en el caso del Arsenal aún resta medio curso por delante, pero la impresión que dan es que solo ellos pueden arruinar lo que puede ser un episodio inolvidable de su historia.

Más allá de la mano del técnico toscano y de la consolidación de un puñado de buenos jugadores, no estaríamos en este punto si hace unos meses el Nápoles no hubiese invertido diez millones –gastaron 68 en verano– en comprar a un georgiano que estaba fuera del radar de los grandes clubes llamado Khvicha Kvaratskhelia. Hoy es uno de los grandes tesoros del fútbol mundial. En lo que va de Liga ha anotado nueve goles y dado doce asistencias. Sin ir más lejos su partido del viernes ante la Juventus fue monumental. Con él, Victor Osimhen (llegado hace tres años del Lille) se está poniendo las botas (13 goles y cuatro asistencias). Ellos dos son las principales referencias de un equipo donde brillan el central coreano Kim, el pivote Anguisa, el volante Zielinski o los delanteros Politano, Raspadori, Lozano o Simeone. Y en medio de todo ese equipo brilla como nunca la figura del excéltico Stanislav Lobotka que después de tres años de cierta inestabilidad con continuas apariciones y desapariciones en el equipo, Spalletti le ha convertido en una de sus piezas imprescindibles hasta el punto que es de los pocos miembros de la plantilla que ha sido titular en los dieciocho partidos de Liga que se han disputado hasta el momento. Sueña el Nápoles con su primera Liga sin Maradona como lo hace el Arsenal con recuperar su vieja estatus. La mitad del camino ya lo han recorrido.