La superación en el deporte

El ejemplo de Asier de la Iglesia

El jugador de baloncesto, que sufre esclerosis múltiple desde hace once años, cuenta este martes su experiencia en una charla abierta al público en Graus

Asier de la Iglesia, durante una de sus charlas.

Asier de la Iglesia, durante una de sus charlas. / EMILIO FRAILE

Todo el mundo le ve como un ejemplo de superación, pero Asier de la Iglesia no tiene esa percepción de sí mismo. «Soy una persona que no ve del ojo derecho, que no siente el 90% de la piel de su cuerpo, duerme dos horas al día, tiene un 43% de discapacidad, tiene una asociación que ayuda a personas, sigue jugando al baloncesto, el primer jugador con discapacidad en jugar en la ACB... Pero soy una persona normal a la que detectaron una enfermedad que me limita en partes de mi vida pero que nunca he dejado de soñar ni de intentar hacer cosas que tenía pensadas antes de la enfermedad», explica de sí mismo.

Este guipuzcoano, obligado a convivir con la esclerosis múltiple desde hace once años, jugador todavía en el Torrelodones de la Liga EBA, llega este martes por la tarde a Ribagorza para contar su experiencia a los cadetes del CB Graus y del Basket Alta Ribagorza y para impartir desde las 19.00 horas una charla en Casa Heredia abierta a todo el mundo dentro del programa ‘Propósito’ que organiza la Comarca.

«No doy consejos ni hablo de alimentación, de lo que tienes que hacer o lo que no, hablo de mi experiencia personal y eso te puede ayudar o no. No llevo las conferencias preparadas ni ningún papel escrito. Solo sé que empiezo, me llamo Asier de la Iglesia, tengo 40 años soy de Zumarraga, un pueblo pequeño de Guipúzcoa y después de eso según las sensaciones del público, de cómo me encuentre yo ese día, hablo de unas cosas u otras. La gente se da cuenta de que hablas de corazón y veo que siempre destacan mi naturalidad», señala.

"Antes no me ponía mérito en eso porque lo hice por naturaleza, porque quería seguir jugando. Con 40 años quiero seguir luchando por cosas que me gustan"

El jugador cuenta su experiencia, habla de la enfermedad y responde a las preguntas de la gente, muchas veces enfocadas a cómo es vivir sin sensibilidad en la piel. «Hace once años me tuve que adaptar a no sentir el balón, que el baloncesto es un deporte de sensibilidad en los dedos, de puntería, sin sentir el balón, luego perdí la vista del ojo derecho, tuve que aprender a jugar con limitaciones. Antes no me ponía mérito en eso porque lo hice por naturaleza, porque quería seguir jugando», señala el guipuzcoano, que mantiene la pasión por el juego. «Sigo jugando con 40 años y luchando por cosas que me gustan. Todavía me lo paso bien jugando y me da igual el nivel. El día que vea un balón naranja botando y no me apetezca echar unos tiros será el día de dejarlo», indica De la Iglesia.