La montaña en Aragón

Caminando entre la florida primavera

Aragón aguarda al senderista con una bien nutrida colección de rutas botánicas que se convierten con la explosión de colorido de la estación de las flores en un atractivo y sencillo paseo para reconocer en familia puntos pocos frecuentados de esta tierra

El soto de la Galliguera está catalogado como arboleda singular.

El soto de la Galliguera está catalogado como arboleda singular. / TURISMO HOYA DE HUESCA

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

Biscarrués (Huesca): La Galliguera resistente de árboles eminentes

Biscarrués ganó su lucha al pantano y todos ganamos poder disfrutar de la singularidad de sus bosques de ribera. Los sotos son ecosistemas ricos en flora y fauna, siempre dispuestos a ser recorridos en la calma. Estos, los del río Gállego, están llenos de vida gracias a sus vecinos, que el pasado fin de semana sintieron los recuperados descensos de las navatas y este disfrutarán de una fiesta por su triunfo ante la destrucción del embalse. Aprovechen para unirse a la festividad y recorrer el sendero aconsejado. Y si no pueden, al siguiente hay otras jornadas de plantas medicinales.

Desde el mismo Biscarrués arranca el sendero, que realmente son dos, uno más corto (unos seis kilómetros) y otro más prolongado (de hasta nueve kilómetros). Ambos son aconsejables para realizar en familia, al ser un perfil completamente llano y señalizado que nos dejará observar grandes árboles como olmos, arces, sauces, chopos, robles, fresnos, alisos, artos... incluido el llamado aspirino, un sauce moumental de cinco metros de circunferencia. Muy abrazable.

Definiremos aquí la ruta larga. Desde Biscarrués saldremos por la carretera de Erés en busca de esta localidad, desviándonos brevemente para contemplar las increíbles tumbas romanas. En Erés empezamos el verdadero camino botánico, por la orilla del Gállego, entre un bosque que mezcla mediterráneo y atlántico. Entre pinos y madroños, cruzamos el primer barranco para desembocar en el pantano de Ardisa. Pronto hallaremos los primeros árboles monumentales. El desenlace llega con el barranco de Vadiello, donde nos damos la vuelta en busca de Biscarrués, pasando antes de llegar a la localidad por el la bonita fuente y lavadero del siglo XVI. 

Alpartir (Zaragoza): Un beso y una flor en medio de ruinas y vistas

Lo decía la canción. Al partir, un beso y una flor. El ósculo en esta excursión se deja a propia elección. Recomendamos que triunfe el amor, sea cual sea y entre quien sea. Sin tapujos. Sí aseguramos las otras dos partes del asunto en esta ruta. En Alpartir, municipio de Zaragoza, se encuentra una espléndida y completa senda botánica, con hasta treinta puntos de información, que, en unos ocho kilómetros de sosegada caminata, dan para pasar un par de horas entretenidas entre el descubrimiento de la flora y la historia de esta parte de la provincia central.

El paisaje, netamente mediterráneo, deja en estas fechas un insinuante colorido que choca con la cromática pálida de las ruinas del convento de San Cristóbal, destino que marca la brújula. En el camino encontraremos una agenda floral con tomillo, hierba pincel, espanta lobos, lavatera, sabinas, salvia, ruda, gamoncillo, olivos o albada. Hasta es posible encontrar algún lirio silvestre que amanece estas semanas.

Treinta paneles informativos catalogan las especies visibles.

Treinta paneles informativos catalogan las especies visibles. / SERVICIO ESPECIAL

Salimos de Alpartir, en la comarca de Valdejalón, con un pasado minero que data de época romana. Hasta plata sacaron de sus tripas. Desde el cementerio se anda por una pista asfaltada hacia dicho complejo religioso, bien marcado por postes. Al poco se abandona para llegar a los muros y ábside barroco que aguantan al abandono. Un mirador cerca regala buenas vistas de la vega de Alpartir y la Sierra de Algairén. 

En busca de la altura del pico de San Cristóbal comienza la propia ruta botánica. En la subida topamos con otras construcciones: neveros, la ermita del Pilar, un horno de cal, la Cueva del Tío Chirras y la ermita de San Clemente antes de volver al convento. Antes hemos coronado la altura desde la que podemos ver el Moncayo y la Vega de La Almunia.  

Bea (Teruel): Orquídeas junto a una ‘abuela’ bicentenaria

Con nombre de mujer, Bea es de Teruel con inspiración en Zaragoza y Huesca. De la capitalidad recoge la aguas del Huerva, retoño, y de las alturas refleja un espléndido paraje que algunos bautizan como el Pirineo de Teruel por la amplitud de la flora de alta montaña que alberga este paraje. Entre las Sierras de Cucalón y de Oriche, y de Fonfría, se cuela un sendero con interés geológico y botánico, con un trazo circular de unos nueve kilómetros. 

En ellos divisaremos bosques de sabinas, carrascas y chopos cabeceros. Cuatro de estas piezas con monumentales, que cuentan más de 200 años en sus ramas y raíces. Entre ellos la conocida abuela de Bea, una cuirosa carrasca que es uno de los atractivos de esta excursión. A ellos hay que añadir avellanos y marojos. 

Orquideas, malvas y amapolas crecen cerca del Huerva.

Orquideas, malvas y amapolas crecen cerca del Huerva. / SERVICIO ESPECIAL

Sin embargo, la atención se centra en la cantidad de orquídeas que campan por las veredas de caminos y sendas. Recuerden que son una especie protegida. Primulas, hepáticas, fresas silvestres, malvas o aquileñas asombrarán la mirada junto al rojizo de las amapolas entre mucho verde. 

La senda comienza en Bea, junto al bar y cerca de un panel informativo que indica el recorrido. Se cruza el río por un puente de madera para ascender hacia los conglomerados por la indicada PR TE-79. La cuesta es continua durante unos tres kilómetros. Un panel informativo indica el desvío hacia una pista por la PR TE-146. Tras pasar por la abuela nos adentramos en un rebollar en descenso que desemboca en un cruce, donde tomaremos el camino que asciende hacia la derecha, que se convierte en un camino que nos lleva al mirador. Desde aquí se completa el descenso hacia Bea.