BALONCESTO

El homenaje del baloncesto a José Luis Rubio: "Sigo aprendiendo de mi padre, trata al equipo no como si estuviera en la ACB sino en la NBA"

El CBZ honra este domingo al jugador que más veces ha vestido la camiseta del club, José Luis Rubio Costa, con un partido entre el equipo de Tercera FEB y una selección de sus compañeros durante todos estos años

José Luis Rubio Costa posa con unos balones de baloncesto en su despacho de la Gestoría Rubio.

José Luis Rubio Costa posa con unos balones de baloncesto en su despacho de la Gestoría Rubio. / LAURA TRIVES

Zaragoza

El baloncesto aragonés se reúne este domingo para celebrar a uno de sus grandes jugadores. Al menos a uno de los que más cariño, respeto y simpatía ha generado en sus 14 temporadas en el primer equipo del CBZ: José Luis Rubio Costa. Su club le rinde homenaje donde más horas ha pasado con un balón de baloncesto, el CDMMudéjar, reuniendo a un buen número de sus compañeros durante todos estos años, que se medirán al equipo de Tercera FEB. «Ha sido una sorpresa muy grande, no me lo esperaba, cuando me lo dijeron me emocioné. Hay mucho secretismo con quién va a estar, pero se trata de pasarlo bien», dice Rubio.

En realidad, decir que José Luis Rubio ha dejado el baloncesto sería faltar a la verdad. Ha dejado de pertenecer al primer equipo del CBZ y por eso le rinden homenaje, pero su vínculo con el baloncesto y el club es pasado, presente y futuro. «Empecé a los tres años en la escuela del CBZ y, desde entonces, no me he perdido una competición, una selección autonómica, hasta los 39 años, haciendo 21 temporadas seguidas como sénior y la mayoría de ellas en el CBZ. Solo estuve dos años en el Stadium y cinco en El Olivar. Es una forma de vida», resume Rubio.

Por eso, en un club por el que han pasado los Arcega, los Angulo, Magee, Davis o Belostenny, es él el que más veces ha defendido la camiseta del primer equipo. «He estado a todos los niveles en los que ha estado el club y también me han respetado mucho las lesiones. Por eso les he podido adelantar, que me hacen muchas bromas pero los números están ahí», bromea.

Aunque no ha llegado a las cotas más altas como jugador, siempre se lo ha tomado muy en serio, de manera profesional y, sobre todo, respetuosa con el equipo y sus compañeros. «Cada momento ha requerido dedicación, yo no lo llamo esfuerzo porque me ha salido muy natural. Hasta el último día he ido muy contento, para mí no ha sido un sacrificio sino un complemento a las responsabilidades que uno va adquiriendo. Siempre me ha gustado tomármelo muy en serio y no faltar a ningún entrenamiento, tomármelo con mucho compromiso con el equipo», explica. «Mis mejores amigos son el grupo con el que empecé en el CBZ en 1997, con eso lo digo todo», añade.

Ahora, otros compromisos le requieren y por eso ha decidido no continuar en el equipo. «Ha llegado un momento en el que, aunque físicamente podría haber estirado, los compromisos familiares con dos pequeñines y de un trabajo que cada vez es más exigente me ayudaron a tomar la decisión en cuanto a que podía llegar un momento en el que desatendiera alguna de esas obligaciones y no me hubiera gustado desatender a la familia por no perderme un partido o, a la inversa, estar en casa con mis hijos mientras hay diez compañeros pasando frío entrenando y luego aparecer en el partido», razona.  

Pero José Luis Rubio, baloncesto y CBZ, son términos inseparables. «Iba a todos los partidos, por supuesto, pero también a algún entreno y yo estaba deseando que ganara el CBZ porque entonces me cogía mi padre y con 8, 9, 10 años me llevaba a darle la mano a los jugadores en el vestuario. Como además el CBZ siempre ha tratado de ser un club muy familiar con gente de casa e incluso a los americanos haciéndoles partícipes de todo, han venido a casa porque mis padres querían que estuvieran cómodos. Ese vínculo con el jugador y el baloncesto profesional lo he vivido desde pequeño y he sido muy afortunado», señala.

Y su padre, fundador del CBZ, de la ACB, de la ULEB, le ha transmitido «el veneno» como dice él y le está pasando el testigo. «Desde el nacimiento he mamado baloncesto por parte de padre, que es lo reconocible, pero también por parte de madre y de tío, que fueron jugadores, y de mis hermanas que han jugado. Yo luego me he complicado y me casé con una exjugadora de basket, así que ha sido imposible salir de ahí», bromea.

En cuanto decidió su retirada, su padre le nombró vicepresidente del club, así que ahora tiene la responsabilidad de asumir y continuar con ese legado. «Aprendo a su lado porque es un ejemplo de cómo hacer las cosas bien, de ser exigente con independencia de la categoría. El trata al equipo como si estuviera no en la ACB sino en la NBA, exige como si fuéramos profesionales y creo que ese es parte de su éxito. También estoy bien rodeado porque el club tiene dos personas como Toño Martín y Carlos Bastida que están en el día a día y son los que hacen que esto funcione. Tenemos mucha ilusión de intentar subir y cambiar de categoría por diferenciarnos y salir de la zona de confort. Hay que buscar un impulso más al club y en eso estoy ahora», explica.

Pero el CBZ y la saga Rubio no es solo pasado y presente, también futuro. «Ahora hay una motivación familiar muy ilusionante porque han empezado los dos pequeños a jugar y sus primeros partidos son muy emocionantes. Es muy ilusionante poder compartirlo con ellos y he tenido la suerte de que me llegaron a ver jugar y puedo jugar con ellos. Aunque uno esté muy cansado, cuando uno me dice papá, un partido, me pongo las zapatillas y bajamos donde haga falta», dice. El domingo no se perderán el homenaje. «Igual alguno se cambia y se pone a tirar para que vean que va a haber un Rubio por ahí todavía dando guerra». De eso no hay ninguna duda.

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