Fútbol

El Barça mastica piedras en Getafe y se complica la Liga

El equipo de Hansi Flick es engullido por el fútbol agónico y extremo de Bordalás en el Coliseum y compromete sus opciones en el campeonato

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Resumen, goles y highlights del Getafe 1-1 Barcelona de la jornada 20 de LaLiga EA Sports

Francisco Cabezas

El Barça cayó desde el cielo para estrellarse en la ciénaga. No podía derrumbarse en otro lugar que no fuera Getafe, donde ni la belleza ni los arabescos sirven. Donde Lamine se vio de repente humano y a Raphinha se le torció la cabeza y el pie. Donde el tiempo pasa despacio, como si los pies se hundieran en la tierra, y la supervivencia pasa por aprender a masticar piedras. Hansi Flick entendió de la peor manera por qué los azulgrana hace cinco años que no ganan en el Coliseum. Y también que la Liga, competición en la que el Barcelona ha sumado seis puntos de los últimos 24, se le ha puesto cruda. El desconcertante Madrid de Ancelotti que fue vapuleado en Yeda, de vencer este domingo a Las Palmas, le sacará ya siete puntos de ventaja.

Había recibido un puñado de hinchas del Getafe al Barça con una pancarta: "Mismo juego, distintas reglas". Dejando claro que el caso Olmo bien podía servir para alimentar una hostilidad, una oscuridad, que en el Coliseum nada tiene que ver con el ambiente, sino con el fútbol angustioso y al límite que se vive en el césped.

Olmo, en cualquier caso, comenzó la noche en el banquillo y sólo salió para remar en la última media hora. Tocaba a Lewandowski recuperar su puesto como delantero centro, aunque apenas apareció en un remate de cabeza que no pudieron coronar ni Koundé ni Araujo. En la zona ancha, ante el nivel que venía mostrando Gavi, tampoco le pareció apropiado a Flick reformular un plan en el que Casadó –sustituido por De Jong tras el descanso– se ha ganado el derecho a formar a la vera de Pedri. También partió como titular Iñaki Peña, confirmándose así que su entrenador, pese a la titularidad de Szczesny en la Supercopa, no tiene previsto sorpasso alguno en la portería.

Pedri y el pantano

Los buenos propósitos de Flick sólo funcionaron durante una primera media hora en la que Pedri fue amo y señor del pantano. Mientras los futbolistas corrían, él se detenía y obligaba a que fuera la pelota quien lo hiciera. El primer gol del partido nació en su mirada privilegiada. Pese a la infinidad de trampas dispuestas por Bordalás en la garganta del campo, donde incluso se incrustó el central Djené, Pedri encontró el pasillo por donde hacer pasar el balón. El regalo lo aprovechó Koundé, que anda tan sobrado de confianza últimamente que, además de carrilero, se atrevió a asomarse al mismo corazón del área como si fuera un ariete más. Soria le sacó el primer tiro, pero no el segundo cuando se le escurrió el cuero de entre los dedos. Nunca en su carrera deportiva había marcado Koundé dos goles en dos partidos consecutivos.

El Barça no marcaba en Getafe desde septiembre de 2019. Pero lo que debía ser un buen augurio no tardó en mutar en la habitual pesadilla. El primer temblor vino cuando a Raphinha le dio por cabecear al lateral de la red un centro lateral de Koundé después de que Lamine pidiera la vez en una orilla donde Coba no le dejaba respirar.

Fue ese error del brasileño el preámbulo del empate del Getafe. Los de Bordalás, que sólo jugaban con un delantero que en realidad es un centrocampista (el fornido Uche), no se habían acercado hasta entonces a la meta azulgrana. Pero nadie exprime mejor el desconcierto que los equipos de Bordalás. El Barça dudó un momento en la salida, Coba remató un centro de Aleñá, y el rechace de Iñaki Peña lo aprovechó Arambarri, que ni siquiera tuvo que poner el pie, sino la rodilla, para atrapar el gol.

Ninguna de las soluciones buscadas por Flick funcionaron en Getafe. Olmo se quedó sin espacios. De Jong, sí, probó a Soria, pero ni aceleró ni puso balones verticales. Y Lamine pedía protagonismo, pero no encontraba la manera de burlar a tres y cuatro defensores y de hacer crecer una esperanza que el Getafe detenía perdiendo tiempo.

"No creo que la gente acepte el hecho de que la vida no tiene sentido", solía repetir el fallecido David Lynch, quien mejor entendió qué absurdo puede ser el cine. Lo es el fútbol. Y también la vida.

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