La montaña en Aragón

La cuadrilla que escaló un sueño

La exposición ‘Espíritu de equipo, una generación irrepetible’ rinde homenaje al grupo de amigos de Peña Guara y Montañeros de Aragón que abrieron la huella del himalayismo aragonés entre 1977 y 1995. El recuerdo en el 30 aniversario de la tragedia del K2 centra esta muestra dentro del Pirineos Mountain Film Festival de Huesca

Triste e icónica imagen de Ansón, Avellanas, Escartín, Ortiz, Ortas, Garcés y Olivar ante el K2.

Triste e icónica imagen de Ansón, Avellanas, Escartín, Ortiz, Ortas, Garcés y Olivar ante el K2. / PMFF

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

Huesca

'Te juego una cerveza en el Arcano a que nadie sabe dónde estamos’. No tienes que entender esta frase, solo ellos, como nadie tiene que saber el significado de las tuyas. Esas que tienes encriptadas para unos pocos, los elegidos, esa cuadrilla cerrada que las guarda como código secreto para abrir una buena carcajada o una anécdota como llave de un recuerdo. Da igual el tiempo que haya pasado, lo mayores que sean, esa unión habita en esos mínimos detalles que son incluso más grandes que esas montañas en los que forjaron su amistad.

Desde hoy todo el mundo sabrá dónde están. En el Palacio Villahermosa de Huesca. Allí se presenta esta tarde ‘Espíritu de equipo, una generación irrepetible’, un homenaje a esos primeros himalayistas aragoneses que forjaron desde 1977 a 1995 un vínculo inquebrantable, un ejemplo de montañismo de compromiso y de vida, una cordada que unió a Javier Escartín, Pepe Garcés, Ignacio Cinto, Toño Ubieto, Víctor Arnal, Lorenzo Ortas, Jerónimo López, Carlos Buhler, Manuel Ansón, Lorenzo Ortiz, Manuel Avellanas, Teo Palacín, José Murciano, Julio Benedé, Miguel Lausín, Jesús Gómez, Patxi Senosiain, Toño López, Joaquín Castillón y José Ramón Agraz.

Imagen de la presentación de la exposición de este viernes en Huesca.

Imagen de la presentación de la exposición de este viernes en Huesca. / PMFF

Una exposición que inevitablemente lleva al trágico 13 de agosto de 1995 en el que tres de ellos, Javier Escartín, Lorenzo Ortiz y Javier Oliván, quedaron para la eternidad en el K2. “Se planteó hacerla este año por ser el treinta aniversario de aquella expedición, pero les convencí para mirar más atrás y que el homenaje fuera a todo el grupo y a esa época”, confiesa narra Lorenzo Ortas, vicepresidente de Peña Guara, miembro de esa generación y superviviente de esa fatídica fecha. Para él esta exposición “quiere remarcar ese trabajo en equipo y esa amistad que nos une. Quizá uno a uno se nos podía definir como montañeros mediocres, ninguno era más bueno que otro, pero como equipo éramos capaces de afrontar esas escaladas, éramos más fuertes, trabajábamos en equipo sin importar quién alcanzara la cumbre”.

Un viaje por fotos, recortes de prensa, documentos, banderines, material, audios de los protagonistas y tres audiovisuales que recorre cordilleras en la íntima construcción de una alianza de compromiso firmada entre Peña Guara y Montañeros de Aragón. “La selección de imágenes ha sido dura. Al final se han quedado en 86 fotos. Personalmente siempre echas en falta alguna, porque sabes que existen, pero no hemos querido abarrotar las paredes sino cuidar un estilo. Mi fotografía favorita es una del K2 que hicimos cuando nos íbamos”, explica Ortas.

Primera expedición del grupo, al Ausangate en Perú, en 1977. Ortas, Fernández, su mujer Mary Balares, Antxon Bandrés, Carlos Buhler y Javier Escartín.

Primera expedición del grupo, al Ausangate en Perú, en 1977. Ortas, Fernández, su mujer Mary Balares, Antxon Bandrés, Carlos Buhler y Javier Escartín. / PMFF

El criterio de cribado configura un hilo narrativo que resalta los valores de esa pandilla para envolver al visitante que conozca la historia y quien se acerque con ojos inocentes. “El reto ha sido armar una historia simple de algo tan complejo y emocional, donde están involucradas situaciones muy difíciles, decisiones de vida, pérdidas… Nos hemos alejado de la tragedia para poner el foco en cómo se construye ese espíritu de equipo, cómo el ser humano lleva adelante sus sueños incluso cuando pueden implicar su muerte. Nos hemos centrado en esos pequeños detalles, en esos momentos imperfectos que se leen entre líneas, que son los que cuentan más que la historia en sí, que son recuerdos para toda una vida”, explica Peri Azar, comisaria de la muestra que estará abierta hasta el 25 de febrero. Antes, el viernes 21 (18.00), en la misma Fundación Ibercaja, Manuel Avellanas, Lorenzo Ortas y Manolo Bara hablarán sobre cómo se organizaban esas expediciones.

La base del relato se acuesta en las páginas del libro ‘K2, la montaña sin retorno' (1997). Entre ese material brilla una joya guardada durante tres décadas. Verá la luz la cinta filmada en el mismo K2 cuyo fin era narrar como película esa maldita expedición que la pena no permitió montar. “Ni yo la había visto. Estaba en un formato que no era fácil visionarla. Ahora se ha digitalizado”, cuenta Ortas.

Ineludiblemente, ese accidente quebró las aventuras que tenían que venir y abrió la compañía de la impotencia y un dolor que se ha ido mitigando con el tiempo. “Es una historia que la tenemos muy asumida, muy hablada. Tengo esas fotos tan vistas. Cuando haya que hablar veremos que sentimientos salen. Pude volver hace en 2019 con Alex Txikon. Me insistió tanto que al final le acompañé. Estuve en el memorial donde se les recuerda. Tuve la sensación de ir a visitar a unos viejos amigos”, relata Ortas.

La muestra narra como fue fraguándose esa cordada mítica paso a paso, pico a pico. El primer escarceo en el Ausangate peruano (1977), el bautismo himalayista del Barutse (1980), el hito del primer ochomil aragonés en el Hidden Peak (1983), el frustrado intento tibetano (1989) y la posterior conquista del Everest (1991), la gloria en el Nanga Parbat (1994)… Este irrepetible grupo encabezó a Aragón en una conquista de lo imposible compartida con otros pioneros como Fernando Garrido, José Ramón Morandeira, Pepe Díaz, Pedro Expósito… Leyendas inscritas en una historia de superación y búsqueda de hacer “algo nuevo” que poco tiene que ver con el presente del ‘ochomilismo’.

Calurosa bienvenida a la expedición, en 1991, tras la ascensión al Everest.

Calurosa bienvenida a la expedición, en 1991, tras la ascensión al Everest. / PMFF

Lorenzo sintetiza de maravilla esta transformación: “Cuando Toño Ubieto y Pepe Garcés subieron al Everest eran los trescientos y pico en lograrlo en cuarenta años. Ahora esa cifra se supera en un solo año. Nosotros nos encontrábamos más solos, con casi todo por hacer, intentábamos subir por dónde nadie había subido antes. Ahora los permisos están copados por agencias de viajes y es muy difícil encontrar patrocinadores. Si quieres ir pagas y preguntas cuándo coges el avión o te vas a vías de dificultad en otras alturas. Se ha comercializado todo. Los sherpas no te dejan subir hasta que han equipado la vía. Los pronósticos son muy precisos. Nosotros teníamos que mirar las nubes, los barómetros y confiar que saliera bueno. Estábamos casi incomunicados durante semanas y ahora llaman a casa desde la cima para decir que lo han logrado. Ha cambiado mucho la cosa, para bien y para mal”.

Las miles de anécdotas ilustran las enormes diferencias de camaradería y estilo con el alpinismo individualista y comercial que impera en la actualidad. Como en esa ocasión en la que olvidaron las pilas de sus linternas en Huesca y tuvieron que racionar la luz hasta subir casi a oscuras al Barutse. O cuando unos polacos que andaban por los Gasherbrum, los mitos Kurtika y Kucuzka, les dieron algo de comida dado que parte de la suya se había contaminado por culpa de un bidón de gasolina roto.

A la exposición se unirá un reconocimiento que se concretará el próximo día 20 en el Teatro Olimpia con la entrega del Premio Honorífico del Pirineos Mountain Film Festival que volverá a reunir a muchos de ellos. “No sé si podrán venir todos. Algunos están fuera. Los de casa estaremos seguro”, dice Lorenzo.

Ese día esa colla de amigos de volverá a reunir recordando esas cumbres infinitas que juntos escalaron desde sus sueños. “La metáfora de esas cimas nos sirve para todo en esta vida, nos enseña que no todo podemos lograrlo solos. Ojalá la gente que vea la exposición salga con esa sensación, con querer salir a reunirse con sus amigos, a tomar algo juntos, a compartir”, trasciende Peri Azar. Como seguramente harán ellos, a brindar, seguramente en el Arcano, por todos, por los que siempre están, como bien dice Lorenzo Ortas: ”Durante mucho tiempo tuve un llavero que era de Javier Escartín hasta que me di cuenta que no necesitaba nada material para llevarlo conmigo”.

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