Polideportivo
La montaña en Aragón: los héroes del Aneto
Superar los 3.404 metros del ‘Rey del Pirineo’ es el objetivo que persigue el proyecto ‘ReumAneto’ para visibilizar las enfermedades reumáticas. La alpinista Araceli Segarra, primera española en doblegar al Everest, acompañará al grupo

El equipo de ‘ReumAneto’, con Araceli Segarra, en la presentación del proyecto en el Hospital Doctor Peset de Valencia. / Servicio especial

Como en una maraña en las rebajas, dice no encontrar ese viejo recuerdo entre el desordenado revoltijo de tantas cumbres conquistadas. «El Perdiguero fue el primero que subí en los Pirineos. ¿El Aneto? Han pasado muchos años». La claridad de la memoria amanece entre la boira de una existencia rebosante de aventuras. Ahora, Araceli Segarra volverá al Aneto despojada del protagonismo que le otorga su historia en el montañismo para ser acompañante en una expedición más trascendente. Esta vez no será Araceli, la primera española en coronar el Everest, la escaladora comprometida, la escritora, ilustradora y conferenciante de éxito; será, simplemente, una más en la cordada de inspiración de ReumAneto, un proyecto que busca llevar el ejemplo de personas con enfermedades reumatológicas hasta la cota más alta del Pirineo.
Aragón fue el horizonte soñado cuando, desde el Hospital Doctor Peset de Valencia, se orquestó este reto para visibilizar estas patologías y motivar a los afectados a mejorar su calidad de vida. Hagamos una prueba: ¿qué sabe usted de la artritis reumatoide, la espondilitis anquilosante, la enfermedad de Behçet, la esclerodermia sistémica, la psoriasis, la dermatomiositis, la osteoporosis o el lupus eritematoso sistémico? ¿De sus síntomas? ¿Y de los efectos del dolor en la rutina de cada paciente? Dar respuestas con su ejemplo será la misión de una cordada inclusiva de veinte personas, que reúne a pacientes, médicos y guías para ascender los 3.404 metros de superación entre el 2 y el 4 de julio. El destino no es casual. Segarra reconoce que «el Aneto es un símbolo, un imán que nos atrae».
La inquieta Araceli, que cuando no está cruzando Córcega, abre una vía en Perú o Chad, escribe un libro, ilustra otro de Tina o combate la especulación olímpica en el Pirineo, no dudó en sumarse a «un proyecto que puede aportar algo, que ayuda a que el mundo sea mejor». Minimiza su papel, lo reduce al acompañamiento técnico y al consejo de una experiencia forjada en el ochomilismo mediático, las clásicas alpinas y la escalada más anónima y recóndita. «Me niego a llamarlos pacientes; son participantes de una expedición. No tienen ningún problema, tienen singularidades, como todos. Lo que te limita es tu mentalidad, no tus condiciones. Eso lo he aprendido en la montaña».
ReumAneto no morirá en el Aneto ni es un esfuerzo de un solo día. El grupo lleva casi un año recorriendo montañas, preparándose con calcetinadas, ascensiones en las cordilleras del Levante y aproximaciones a los Pirineos. Con Araceli, probaron crampones y piolets en la vertiente catalana, y en dos semanas se aclimatarán en Panticosa, a mayor altura. «Sin duda, está siendo uno de los mayores retos físicos a los que nos hemos enfrentado tras nuestro diagnóstico, y a la vez nos demuestra que podemos, y debemos, apostar por una vida plena, sin rendirnos ante el impacto de los síntomas en nuestro día a día», señala Sylvie Blanco, participante con artritis reumatoide.
La fuerza de estar juntos
Subirán tras pernoctar en La Renclusa, cruzando el Portillón, el glaciar y el temido Paso de Mahoma. El verdadero desafío no será físico, sino interior: superar el estigma. «Solo al enfrentar lo que nos incomoda, al hacer ese esfuerzo para superarlo, crecemos. Hacer algo que nos da miedo no debe detenernos, sino invitarnos a preguntarnos si queremos seguir creciendo», reflexiona Araceli, ilerdense, pero, acentúa, de madre fragatina.
No irán solos. En su mochila llevarán a muchos otros. Como Araceli fue para tantas mujeres, como ha escrito en su libro Expedición al techo de cristal, está convencida de que estos montañeros inspirarán a otros con su ejemplo de superación: «Ellos tienen el superpoder de mostrar el camino y contagiar esa inspiración. Serán el paciente cero, no por subir el Aneto, sino por haber creado un equipo tan unido que lanza un mensaje sobre el valor de hacer piña. Las penas se dividen al compartirlas, y las alegrías se multiplican».
Un mensaje que no se agota en la planta de un hospital, que trasciende, en este mundo loco, hacia un abrazo a reflejos de mayor humanidad. «Se me ponían los pelos de punta cuando decían que los alpinistas somos héroes. Somos egoístas, porque hacemos lo que amamos. Héroes son quienes ayudan a los demás: un médico que cura la malaria, un voluntario en Palestina, el equipo del hospital que acompaña a estos participantes, o ellos mismos, que quieren mostrar a otros que sí se puede. No podemos perder personas que dan tanto. Ellos son los héroes».
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