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LA MONTAÑA EN ARAGÓN

La evasión sin límites de Julia Serrat

Esta intrépida oscense es integrante del nuevo ciclo del equipo nacional de alpinismo. Afincada en Jaca, apasionada de los deportes invernales, esta enfermera sueña con montañas imposibles tras una formación autodidacta que nació al apuntarse al rocódromo para relajarse de la presión de una oposición

Julia Serrat, segunda por la izquierda, con el resto del equipo nacional femenino, en una concentración en La Pedriza.

Julia Serrat, segunda por la izquierda, con el resto del equipo nacional femenino, en una concentración en La Pedriza. / FEDME

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

Huesca

Escapar, evadirse, liberar esa presión. Cerrar los libros, sellar los problemas, ahuyentar los fantasmas y saltar unos minutos dentro de una burbuja de calma. Ella y un muro. Nada más. Calzarse los gatos, anudar el ocho y seguir la línea en la pared. El roco era una liberación para Julia Serrat, una huida de unos meses malos, metida en unas oposiciones severas, de exigentes horas y días entre temas y cuestionarios de la oposición de enfermera. «Era un escape mental de todos los sucesos y de la presión de estar estudiando seis días a la semana. Plegaba a las siete y me iba al Nowa, un sitio donde mi mente podía evadirse y estar tranquila».

Y esta podría ser la historia de una chica normal, de una de tantas. Simplemente, eso parecía, sin saber que, siguiendo esas presas, emergía una oportunidad de vida: entrar en el equipo nacional de alpinismo. Ella, aragonesa de Huesca, del club Los Javieres, está viviendo esos primeros pasos con sus cinco compañeras bajo la tutela de dos referencias: Miriam Marco como directora y Lucía Guichot como asesora. En noviembre se lanzará con ellas a la apertura de vías en las verticales de Argelia en un ciclo de dos cursos que culminará con una expedición al Himalaya y que para ella «es una lanzadera, que te cogen y te empiezan a exprimir, empiezas a mejorar muchísimo, a meterte en sitios que nunca lo hubieras hecho. Tengo la piel de gallina de todo lo que se viene, es una oportunidad tan grande», asiente Serrat.

Julia ha pasado en menos de diez años de subir a Treserols desde la Pradera como una senderista más a encaramarse en las desafiantes y cercanas paredes de Ordesa con Lucía Guichot y la chesa Nieves Gil, «referentes» , la cordada femenina más potente del alpinismo español. Un salto progresivo, autodidacta, de templanza mental, «de curtirme en muchas palizas, de llorar, de captar conocimientos» y más ganas. Ella es la única del grupo que no ha pasado previamente por una selección autonómica, la única de los siete aragoneses en pasar el corte.

En esos primeros días de roco en septiembre de 2019 se gestó una curiosidad por ir un poco más lejos. De probar la deportiva con su hermano, de hacer vías más largas, de mayor compromiso, de comenzar a esquiar, de atreverse con la travesía, de subir un corredor invernal, de agarrar fuerte los piolets en una pared de dry-tooling o de absorber la adrenalina de escalar una mole de hielo. Un viaje motivante que se apoyaba en una «cabeza que siempre me ha acompañado, aunque se entrena como el cuerpo», en «que soy muy metódica» y con el anhelo de dejar de ser vista como una chica gri-gri, de «buscar esa autonomía, no depender de nadie, sobre todo de chicos. Cuando empiezas, ellos actúan con mucha protección y no te tienen en cuenta. Cuesta, como mujer, hacerte un hueco en este mundo de hombres, que tengan en cuenta tu palabra».

Matricularse en el Máster de Rescate en Montaña de la Universidad de Zaragoza fue un paso decisivo, como mudarse a Jaca en 2022, aprovechando su trabajo con las ambulancias en Monzón, cuyos turnos le dejan tiempo para lanzarse a mejorar su técnica de esquí dentro y fuera de pistas o a acometer muchas aventuras cada vez más exigentes en Pirineos, en Los Alpes o en Noruega.

La oportunidad

Ese año de cambios se fijó en la convocatoria de la selección aragonesa y clavó ahí su objetivo. En 2025 se presentaría, pero el cambio de la normativa, que le dejaba fuera por edad (tiene 30 años), cerró esa puerta pese a superar las pruebas. Por su potencial, muchos en su entorno le apoyaron para olvidar esa desilusión e intentar entrar directamente en el equipo FEDME. Aceptó el reto y en febrero estaba en la Escuela de Alta Montaña de Benasque pasando el test en esquí, escalada en roca y hielo, su punto fuerte, y una entrevista personal. «Cuando me llamó Lucía para confirmarme que había entrado fue un shock. Anhelaba estar en una cordada tan fuerte de chicas, que me resultaba difícil de encontrar, y aprovechar una formación que nunca he tenido al ser autodidacta. Ellas son más roqueras que yo, pero me siento muy cómoda en los deportes invernales. He encontrado en el hielo, como una meditación de que estás muy concentrada, que no puedes fallar», narra feliz.

Desde marzo, juntas, han sido aleccionadas en técnicas de progresión, en autorrescate y avalanchas o encordamiento, han escalado en la Pedriza y Picos, han hecho artifo en Lizara, esquiado en Sierra Nevada, superado corredores en Ordesa y se han bautizado en altura en el Mont Blanc y Écrins. «Cuando llegamos a la cima del Mont Blanc la gente que subía por la normal se quedó con cara de sorpresa, esperando que apareciera un hombre, el guía», lamenta.

Julia sueña con montañas imposibles. Quiere volver a Patagonia, escalar el Eiger, el Dru o las Jorasses, doblegar estéticas cascadas de hielo en Dolomitas o domar el tercer muro mixto de Gavarnie... Enumera proyectos con ilusión, cada vez más grandes, cada vez más cercanos: «Mi motivación es máxima, quiero estar preparada. Desde marzo veo que estoy progresando mucho con cada experiencia. Estar en el equipo me ha abierto unas puertas que nunca me hubiera imaginado».

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