En Alemania, Francia y España varias cadenas de supermercados han lanzado recientemente campañas que permiten el canje de la antigua moneda nacional por euros. Más de un año después de la entrada en vigor de la moneda única europea, la peseta sobrevive --como también lo hacen el franco o el marco alemán-- en el fondo de los bolsillos de los españoles. ¿Por qué no se cambian, si ya no son moneda de curso legal? En las capitales de provincia, donde el Banco de España conserva oficina, numerosas personas lo hacen, lo que, en algunos casos, supone aguantar colas de hasta hora y media de espera. Pero lejos de las capitales, al tiempo de espera hay que sumarle los desplazamientos.

"La operativa del Banco de España para el canje de moneda sigue siendo importante, pero es lógico que para algunas personas sea un engorro acercarse hasta las oficinas, sobre todo porque generalmente se trata de pequeñas cantidades", admite Ricardo Fernández, portavoz de la campaña de adaptación al euro del Banco de España. El importe de las operaciones no suele superar las 10.000 pesetas, que aparecen en abrigos, chaquetas, en sobres o al hacer limpieza. Pero en conjunto, la cifra de pesetas que todavía está en manos de los españoles no es desdeñable: 360.225 millones de pesetas (2.165 millones de euros), el 4% del dinero en efectivo en España. La cifra es similar al beneficio que obtuvo el primer grupo bancario español, el Santander Central Hispano (SCH), en todo el 2002.

Así, con el objetivo de facilitar los cambios de las antiguas divisas, distintas cadenas de supermercados han puesto en marcha una iniciativa para canjear las monedas en sus establecimientos. En el caso de la empresa catalana Bon Preu, en las dos últimas semanas, 45.000 personas canjearon pequeñas cantidades en pesetas, que a la postre sumaron 60 millones de pesetas (360.607 euros). "La facilidad que supone el cambio en el supermercado de la esquina ha provocado una respuesta por parte de los consumidores que ha rebasado las expectativas", explica el representante de la firma de distribución, David Poudevila.

Los importes canjeados en el súper "van desde las 100.000 pesetas de un cliente a las tres pesetas de una jubilada, que prefería tener dos céntimos de euro a dejarlas en el fondo del monedero", afirman desde la compañía. Además, según una encuesta que han realizado, el 96% de los consumidores que cambió pesetas por euros afirmó que no hubiese dado salida a ese dinero si la alternativa hubiera sido tener que ir al Banco de España.

Tanto la autoridad monetaria como las asociaciones de consumidores aplauden estas iniciativas, ya que no se trata de pagar en pesetas, sino de cambiar pesetas por euros en una caja y, con el dinero obtenido, comprar en el supermercado. Pero no ha faltado la picaresca, con clientes que acudían al súper con 400.000 pesetas "para no tener que dar explicaciones en el banco central".

Con la introducción del euro a principios del 2002, la afluencia de ciudadanos durante las primeras semanas del año pasado a las oficinas bancarias sobrepasó las previsiones más optimistas. En marzo se había retirado el 86% del saldo en circulación, más de 42.000 millones de euros. Pero de ahí en adelante el ritmo se fue estabilizando, y difícilmente se cumplirán las previsiones de cerrar el proceso en los primeros meses del 2003.

La mayor parte de las pesetas que quedan por canjear corresponde a billetes: 214.305 millones de pesetas (1.288 millones de euros) en el formato de papel siguen en los bolsillos de los españoles. Pero sorprende la cifra de monedas aún por cambiar: 5.957 millones de monedas, algo más de la mitad del total en circulación a finales del 2001, según las cifras del Banco de España. "La mayoría de las monedas de peseta o de cinco pesetas nunca volverá al Banco de España, aunque el periodo de canje sea ilimitado", según el portavoz del banco central.