La gestión de la globalización requiere concentrar esfuerzos en luchar contra las desigualdades internas que han aumentado en los países, tanto ricos como pobres, y fijarse menos en el crecimiento global y los indicadores macroeconómicos. En este aspecto coincidieron ayer la mayoría de expertos de primer nivel que participan en un diálogo del Fórum de Barcelona sobre el Consenso de Washington y un gobierno global.

Varios participantes, entre ellos el premio Nobel de Economía del 2001, Joseph Stiglitz, y el economista de moda, Paul Krugman, profesor de la universidad de Princeton y autor de El gran engaño, defendieron la propuesta lanzada esta semana en la ONU por el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, de destinar un 0,7% del producto interior bruto (PIB) a las ayudas al desarrollo.

Stiglitz afirmó que no hacen falta argumentos políticos para ver que "el mercado no lo resuelve todo", ya que los datos demuestran la necesidad de participación del Estado en la economía y recordó que los países que mejor han superado las crisis, como los asiáticos, son los que menos siguieron las recetas del FMI.

Stiglitz, como otros participantes, crítico con la política de George Bush en EEUU, afirmó que "el crecimiento no beneficia necesariamente e incluso puede empeorar las desigualdades".

Krugman puso a EEUU como paradigma del aumento de las desigualdades, pese al crecimiento económico que registró a lo largo de los años 90. Aseguró que durante los últimos 30 años, sólo el 1% de la población ha mejorado las rentas, los más ricos. Krugman emplazó a los gobiernos e instituciones internacionales a desarrollar políticas para ayudar a los países pobres.