"Nos sentimos honrados de poder ofrecerles el primer vuelo oficial. Tomen asiento, relájense y disfruten". Así recibió el capitán Robert Ting a los 471 pasajeros que embarcaron en el vuelo SQ 380 de Singapore Airlines entre Singapur y Sídney, que supuso el estreno comercial del nuevo gigante de la aviación, el Airbus A380. Después de siete horas y media de vuelo, el primer A380 en funcionamiento completó los 6.296 kilómetros de la ruta y aterrizó con suavidad y sin imprevistos en el aeropuerto de la ciudad australiana.

Entre los pasajeros que llenaban los dos pisos de la aeronave había fanáticos de la aviación y adinerados empresarios, que pagaron entre 391 euros por un asiento en turista y 70.173 por viajar en una suite, una de las novedades del nuevo avión del consorcio europeo. La aerolínea anunció que destinará los dos millones de euros recaudados a organizaciones benéficas.

Suave y silencioso

"Para mí ha sido importante formar parte de la historia", manifestó a Reuters Michael Sim, que reconoció que había pagado un 30% más que si hubiera comprado un billete en otro avión. En el estreno del proyecto cuyo retraso hizo tambalear a Airbus con 10.000 despidos, fue inevitable que los avezados viajeros comparasen el nuevo gigante con el que hasta ahora era considerado el jumbo de los aires, el Boeing 747. "El ascenso ha sido muy suave y más silencioso que en el 747", dijo Rainer Silhavy.

La oferta del A380 se caracteriza por las comomodidades. Por ejemplo, todos los asientos de la clase económica disponen de su propia pantalla de televisión. En el otro extremo se encuentran los camarotes con cama doble.

Los australianos Tony y Julie Elwood no se qusieron perder el estreno aéreo y ocuparon una de las suites, en la que se dejaron fotografiar en actitud amorosa brindando con el Dom Pérignon rosado de 1996 --que en España se vende por unos 370 euros-- con el que fueron obsequiados como presente de bienvenida acompañado de caviar.

En la privacidad del camarote pudieron escoger entre dos selectos menús de dos chefs de Singapur y de Australia que nada tienen que ver con la comida prefabricada o ya inexistente de muchos otros vuelos. El lujo llega al extremo de que los dos cocineros, Mattew Moran y Sam Leong, preparon los platos a bordo. En la opción australiana había entremés de atún, sopa de champiñones, raviolis de gambas y cangrejo o pato. En el menú asiático había langosta, sopa de pollo con ginseng y bacalao o ternera al wok.

El primer vuelo del aeroplano entregado por Airbus a Singapore Airlines fue una torre de Babel con pasajeros de 35 nacionalidades entre los que predominaban los australianos, los singapurenses y los británicos. El más veterano fue Leong Lou Teck, de 91 años, que embarcó con siete miembros de su familia de Singapur y una enfermera rumbo a Sídney. Viajaron en camarote y en bussines, excepto la enfermera, que lo hizo en clase turista. "Me encanta viajar y estoy agradecido a mi hijo por darme esta oportunidad", dijo a Bloomberg el patriarca emocionado.